7.- Todo iba de acuerdo al plan

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Shang QingHua había dicho categóricamente que iba a permanecer solo un mes en Chonghua, ya que su cumbre no podía sostenerse por sí sola si se ausentaba más, sobre todo tomando en cuenta sus deberes con el Desierto del Norte. Esto, en realidad, era mentira: la verdadera razón era que no quería permanecer más tiempo alejado de sus niños, pero debía conservar un poco la cara por su reputación de chico diligente que nunca sacaba la nariz de sus pergaminos.

—¿Ah? ¿Quién ha dicho eso?

Shi MingHua se cubrió la mano con la boca mientras reía. El hecho de que tenía poco tiempo de haber dado a luz no era un secreto, por lo que a Shang QingHua se le permitió pasar un poco de tiempo junto a las señoras para intercambiar tips de cuidado infantil. Y ahora estaba haciendo muy buenas migas con la esposa de Shi Yan, una encantadora dama llamada Lin Xiaonan; la mujer sostenía un pequeño bulto entre sus brazos: ese era el motivo de que estuviera allí.

Era una tardía celebración de los 100 días de vida.

—Debimos hacer la celebración hace un mes —dijo Lin Xiaonan en voz baja—. Pero mi pequeño estuvo muy enfermo y temí que no sobreviviera.

—Comprendo —dijo Shang QingHua.

Por supuesto, la tragedia de la familia Shi estaba presente en la mente de Shang QingHua. Shi Yan había tenido tres hijos, dos de su esposa y uno de su concubina. Sin embargo, su segundo hijo había nacido con problemas de salud y falleció a los 16 años, siendo la concubina señalada como la culpable. La mujer había sido ejecutada, y su hijo había huido hacia el reino inferior, ocultándose en una de las sectas fronterizas con el Desierto del Norte.

La voz de Lin Xiaonan sacó a Shang QingHua de sus pensamientos.

—Hua-meimei, ven aquí.

Una mujer de una belleza espectacular se acercó al pequeño grupo. El venerable Avión-juju se quedó boquiabierto al ver a la concubina Hua Gui en todo su esplendor; la mujer se sentó al lado de Lin Xiaonan y puso las manos cuidadosamente en su vientre. La señora de la casa sonrió y dijo:

—La fortuna nos ha bendecido con dos niños próximos. Hua Gui quedó encinta el mes siguiente al nacimiento de mi QingXuan. Estoy segura de que nuestros niños se llevarán bien.

—Es todo lo que deseo —dijo Hua Gui.

Shi MingHua volteó hacia un lado, ocultando una mueca de disgusto; un movimiento que no pasó desapercibido para Shang QingHua. Su instinto de escritor le hizo pensar que tal vez, solo tal vez, Hua Gui no había tenido nada que ver con la muerte prematura de Shi QingXuan y había sido una simple víctima de las circunstancias. La cuestión era, poder comprobarlo.

O podría hacer algo mucho mejor.

—¿Me deja cargar al niño? —preguntó a Lin Xiaonan, quien le entregó a su hijo.

A pesar de llevar solo dos semanas en Chonghua, la familia Shi le había depositado toda su confianza, por lo que fue cuestión de tiempo para que lo dejaran solo con el pequeño QingXuan. Shang QingHua sacó del bolsillo de su túnica un pequeño chupete que le dio al niño, quien comenzó a chuparlo con particular gusto.

—Eso, come todo —dijo. Entonces, escuchó una voz infantil que le hizo sobresaltarse.

—¿Qué le estás dando a mi hermano? —dijo un niño que apareció repentinamente frente a él.

Shang QingHua no pudo evitar sonreírle al niño con algo de afecto. En realidad, tenía una deuda con este niño... o la tendría. Detalles.

—Tú eres Shi WuDu, ¿cierto? Ven, acércate. Te mostraré lo que está comiendo tu hermano.

Shi WuDu entrecerró los ojos, acercándose con sospecha. Mo Xi había crecido creyendo que estos dos niños eran sus primos, por lo que se volvió especialmente unido a WuDu tras la muerte de QingXuan. Sin contar que WuDu estaría más unido a su familia más adelante, pero no iba a pensar en eso todavía. Shang QingHua le entregó una pequeña bolsita al niño y le dijo:

—Esto es un medicamento especialmente hecho para niños, refinado por uno de mis hermanos de secta. ¿Puedes hacer algo por mí?

—Depende —dijo Shi WuDu, olisqueando el interior de la bolsita, y Shang QingHua pensó que era muy perspicaz para tener solo tres años.

—Dale esto de comer a tu hermano todas las noches. Mejorará su salud. Y esto... —añadió el señor de cumbre entregándole al niño otra pequeña bolsa—. Dáselo después de que tu tía le dé algo de comer.

El niño dio un respingo, guardando ambas cosas rápidamente, e inquirió en voz baja:

—¿También sospechas de la tía? Ella no me gusta.

—A mí tampoco me gusta —susurró Shang QingHua—. Así que si ves algo sospechoso, no dudes en decirme.

Shi WuDu sonrió, un gesto correspondido por Shang QingHua; que no dejaba de preguntarse qué tan desesperado había que estar para hacer un trato con un niño avispado de tres años.

•••••

—YiHan, ¿qué piensas de Fuling-Jun?

Shang QingHua observó atentamente a Duan YiHan mientras la muchacha terminaba de arreglar su cama. La asistente pensó en ello y dijo finalmente, en voz baja:

—Es amable, gentil, y atento. Se asegura de que no me hagan pasar malos ratos mientras usted no está. Creo que es un buen hombre... y me gusta. Y creo que le gusto a él.

—Pero... —dijo Shang QingHua.

—Está casado —dijo Duan YiHan—. Desde que terminé mi relación con NanGong Yan me hice la firme promesa de no volver a involucrarme con alguien casado. Además, la señora Mo me intimida. No parece feliz de querer una concubina.

—Comprendo. Ahora descansa.

Shang QingHua se acostó en la cama con un gran gesto de satisfacción. Todo iba de acuerdo al plan.


La fabulosa transmigración de Shang QingHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora