28.- La esperanza de una carta

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La voz animada de Shang HuaiSang llamó la atención de sus hermanos mientras corría a su encuentro.

—¡Hay correo! —exclamó feliz—. ¡La dama Hua me dio una carta de Baba!

Mo Ran, Mo Xi y Shang Jie voltearon a verlo con una mezcla de sorpresa y esperanza en sus miradas. El segundo hermano fue quien se hizo cargo del asunto: Mo Xi se acercó y tomó el pergamino enrollado, abriéndolo lentamente.

—Es la letra de Baba —dijo con emoción.

—¿Qué dice, Xixi? —preguntó Shang Jie.

—Papá y él están bien.

—Espera —dijo Mo Ran de repente.

El niño se dirigió a la parte exterior de su improvisado refugio y miró alrededor con sospecha, señalando hacia un lado al tiempo que exclamaba:

—¡Salgan de ahí!

Mo Xi y sus hermanos menores se acercaron, mirando al sitio señalado por el niño, donde se encontraban los hermanos Shi. Mo Ran se cruzó de brazos mientras los seguía mirando con sospecha y dijo:

—Nos están espiando.

—Estamos en su casa —susurró Shang HuaiSang con temor.

Shi WuDu dio un paso adelante, seguido por Shi QingXuan y Shi Mei, su medio hermano.

—Tengo interés en saber si Shang-daozhang se encuentra bien.

—¿Por qué? —preguntó Mo Xi con curiosidad.

—Le debo la vida de mis hermanos.

Esta sencilla declaración sorprendió a los niños, pero aligeró las sospechas. Mo Ran los dejó entrar a la habitación y Mo Xi comenzó a leer la carta.

—Mis queridos niños... —el menor estaba seguro de que, si se concentraba lo suficiente, podría imaginar a su madre escribiendo la carta mientras él leía.

Me duele en el alma imaginar lo desesperados que deben estar por lo sucedido, en la incertidumbre de qué ha sucedido o si nos volveríamos a encontrar. Es por eso que les escribo: quiero disipar momentáneamente sus temores, asegurándoles que su padre y yo estamos bien. En este momento seguimos en riesgo, pero tengan por seguro que no los abandonaremos, mis pequeños milagros.

Su padre está aún débil, por lo que debo cuidar de él hasta que se ponga mejor, y entonces podremos ir a buscarlos. Mientras tanto, les pido que confíen en la familia Shi, estarán a salvo a su lado. No teman, y mantengan un perfil bajo.

—Con amor, Baba.

Mo Xi sonrió, dejando que tanto sus hermanos como los niños Shi vieran la carta.

—Te lo dije —dijo Mo Xi, dirigiéndose a Mo Ran—. Baba y papá están bien.

—Pero... no dicen donde están.

—Bueno... —intervino Shi Mei, bajando la voz, de modo que los niños se acercaron a él para escuchar—. Llegó con la correspondencia de mamá, así que deben estar con mi tío.

—Eso sigue sin decirnos dónde están.

Esta vez, fue Shi WuDu quien se asomó a mirar alrededor y también susurró:

—¿Quieren ver un truco de magia?

Ante la afirmativa del grupo, el niño juntó las manos creando una pequeña fracción de energía, y la dejó rodear la habitación., atrayendo la atención de los demás para explicar sucintamente:

—Ahora estamos seguros de que nadie nos escuchará.

—Escuchen —dijo Shi Mei—. Mamá me ha dicho que mi tío mayor es el... el...

—Monarca —dijo Shi QingXuan con alegría, consiguiendo un asentimiento por parte de Shi Mei.

—Eso, gracias, QingXuan-gege —dijo—. Es el monarca de un sitio llamado Ciudad Fantasma. Si alguien está bajo su protección ahí, nada le pasará. Así que ellos estarán a salvo hasta que vengan a buscarlos.

—Deben prometer que no dirán nada a nadie —dijo Shi QingXuan, enérgico—. O si no, nosotros también estaremos en peligro.

—No diremos nada —dijo Shang Jie. Su mirada se dirigió a Shi WuDu, y una sonrisa tímida se dibujó en sus labios cuando él la miró.

Ante el repentino silencio, Mo Ran dijo:

—Hagamos un juramento —y como si esa sola acción enfatizara sus palabras, extendió una mano con el puño cerrado.

Esto era algo que Shang QingHua le había enseñado cuando tenía cuatro años. En ese entonces, su Baba había hecho el mismo movimiento que él mientras explicaba:

—De donde vengo, la gente hace un juramento poniendo las manos sobre el puño de alguien. No hay ninguna atadura más que la más pura lealtad entre las personas involucradas.

Todos los niños a su alrededor lo miraron con curiosidad cuando terminó de explicar su cometido, y Mo Ran añadió:

—Juremos mantener en secreto lo que nos digamos unos a otros, hasta volvernos hermanos jurados.Tendremos una relación de total confianza entre nosotros.

—¡Acepto! —exclamó Shi QingXuan con alegría, poniendo su mano sobre la de Mo Ran.

Shang Jie y Shang HuaiSang pusieron sus manos sin decir nada. Shi Mei sonrió levemente haciendo lo mismo y Mo Xi dudó un poco antes de imitar su movimiento. Shi WuDu ladeó la cabeza, pensativo, y después sonrió, diciendo:

—Todos, recuerden este momento.

Entonces, colocó su mano sobre las de los demás, sellando el juramento infantil creado en un momento de necesidad.

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Disculpen ustedes el retraso en esta publicación, me quedé sin Internet. Jeje (?)

La fabulosa transmigración de Shang QingHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora