9.- Las habladurías habían recorrido la capital

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Duan YiHan se asomó por la puerta de la habitación de Shang QingHua. Ese era su día libre, y como los días libres son sagrados desde la perspectiva del venerable Avión-juju, se había quedado en casa a rajatabla. Habían adelantado muchísimo trabajo, así que se lo podía permitir.

En los últimos días, y sin que nadie se enterara, había comenzado a difundir rumores sobre la distinguida señora Mo, que solía aprovechar la ausencia de su marido para verse con un amante desconocido y hacer cosas indecentes con él; faltando a su moral. Las habladurías habían recorrido la capital en poco tiempo y Shang QingHua se había regodeado de ver como Shi MingHua trataba de disimular al respecto, dando toda clase de excusas sobre lo que hacía cuando Mo Qingchi no estaba en casa.

Como resultado, Shi MingHua había empezado a pasar más tiempo en casa de su hermano, visitando a su cuñada y sus sobrinos, algo dicho por Shi Yan mientras seguían trabajando en la corte.

—Por alguna razón, A-Du no dejá solo a A-Xuan cuando su tía está en casa —había dicho el ministro, negando con la cabeza—. Debo hacer algo con él.

—Seguro es el instinto de hermano mayor —lo tranquilizó Shang QingHua—. Cuando se familiarice con la presencia de su tía, dejará de hacerlo.

—Eso espero, realmente.

"Pues espere sentado", pensó Shang QingHua. Ahora, mientras seguía a Duan YiHan con cuidado de no hacer ruido por los pasillos de la mansión Mo, Shang Qinghua se preocupó de no haber llevado el suficiente polvo medicinal para el joven QingXuan. Un ruido para nada decente con el que estaba familiarizado cortó sus pensamientos y tanto él como Duan YiHan se detuvieron de golpe.

—Vete de aquí —susurró el señor de An Ding—. ¡Pronto!

La doncella asintió y se fue, tan silenciosamente como llegó. Shang QingHua respiró hondo y se asomó a la puerta de la habitación, donde la distinguida señora Mo estaba en pleno acto carnal con un señor Mo... que no era su señor Mo: el que estaba en el lecho nupcial era Mo Xianting, el flamante cuñado de la flamante señora. Shang QingHua negó con la cabeza fingiendo indignación y se retiró a su cuarto.

—YiHan, voy a tener que pedirte algo muy ingrato —dijo, con resolución.

•••••

La pluma ingeniosa del gran Avión Disparando hacia el Cielo se ponía en acción de nuevo.

A Shang QingHua le sorprendió lo famosas que eran sus novelas en Chonghua. Eran novelas simples y llenas de porno sin gracia, pero le servían como ingreso secundario para sobrellevar las cosas en la montaña Cang Qiong. Y, hasta ese momento, solo servían para eso. Ahora iba a sacar su mejor prosa para aumentar los rumores que había mandado difundir. Cambió los nombres, claramente, pero el mensaje estaba claro: Mo Qingchi era un buen hombre al que su malvado hermano y su pérfida esposa le veían la cara de idiota, montándole los cuernos en su propia cama.

Sobra decir que la novelita se vendió como pan caliente, a tal grado que incluso Shi Yan llamó a su hermana para rendir cuentas al respecto. Por supuesto, Shi MingHua negó todo, incluso lloró un poco... según lo que Shi WuDu le había dicho a Shang QingHua. Mientras tanto, había pedido a Duan YiHan que mirara las horas en las que Mo Xianting aparecía en la casa familiar para buscar a su cuñada.

Fue cuestión de tiempo para que el mismo Mo Qingchi comenzara a dudar de su esposa. A Shang QingHua le rompía el corazón ver al hombre tan cabizbajo, pero aún así no cedió en sus esfuerzos, sino que decidió dar un paso adelante y se encontró con alguien que podría ayudarle a poner los últimos clavos en el ataúd de la mujer.


La fabulosa transmigración de Shang QingHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora