10.- El enemigo de mi enemigo...

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—Maestro Shang, ¿qué lo trae a mi hogar? —preguntó Hua PoAn con una mezcla de desconcierto y enojo—. Estas no son horas de trabajo.

—No deseo hablar de trabajo, ministro Hua —dijo Shang QingHua con tranquilidad—. Le aseguro que no le quitaré mucho tiempo. ¿Puedo pasar?

Hua PoAn dudó por unos momentos, pero al final se apartó para dejar pasar a Shang QingHua, cerrando la puerta tras él, y lo guió al vestibulo; donde vio a una mujer con un niño de cinco años en el regazo. La mirada de QingHua se encontró con la del niño, y el señor de cumbre le sonrió.

—Ella es mi esposa, Mu Sanzhi, y mi hijo, Hua BiNan —presentó Hua PoAn con reticencia.

—Un placer conocerlos —dijo Shang QingHua.

—El placer es todo mío —dijo Mu Sanzhi.

El recuerdo de esta mujer en la otra vida apareció en la mente de Shang QingHua. Ella había salido de esta casa desaliñada, clamando su inocencia una y otra vez, desdeñando incluso a su hijo, y de no ser por la intervención de su hermano, la habrían ejecutado junto a Hua PoAn. Esto provocó que, años después, su propio hijo le sacará el corazón como venganza por su abandono. ¿Quién diría que el niño inocente entre sus brazos terminaría por ser el titiritero en un escenario sangriento? La mujer y el niño salieron del lugar, y una vez a solas, Hua PoAn preguntó:

—¿Qué es lo que quiere? Y hable rápido.

—Quiero ayudarle a deshacerse de Shi MingHua —dijo Shang QingHua sin rodeos.

La expresión severa de Hua PoAn se diluyó, sustituida por una de sorpresa. Antes de seguir con la conversación, se aseguró de que nadie estuviera cerca y, una vez seguro, dijo:

—Esas son palabras muy graves.

—No tan graves como envenenar a Lin Xiaonan estando embarazada —replicó Shang QingHua bajando la voz, de tal modo que solo el ministro pudo escucharlo.

Le había tomado bastante adivinar que la señora Shi había sido intoxicada, dado que el veneno se alojaba todo en el vientre para que fuera absorbido por el bebé, que nacería con problemas de salud. Pero lo había conseguido gracias, entre otras cosas, a las observaciones de Shi WuDu.

En serio, ese niño era demasiado avispado para tener solo tres años.

Shang QingHua saboreó la expresión descolocada de Hua PoAn, regodeándose silenciosamente con su momento de victoria, y dijo:

—Fue un muy buen truco para incriminar a Shi MingHua, pero no ha sido suficiente. Solo necesita un empujón más.

—¿Y usted me ayudará a darlo? —dijo Hua PoAn, la burla era patente en sus palabras.

A Shang QingHua no le gustaba este señor, pero si estaba aquí era por causa de ese viejo dicho que había aprendido en la escuela cuando todavía era el hermano Avión. Además, tener cerca a Hua PoAn significaba tener acceso a Hua BiNan y eso era lo que realmente le importaba. El señor de An Ding se cruzó de brazos, seguro de sí mismo, y dijo:

—Ministro Hua, ¿quién cree que comenzó los rumores contra la señora?

—¿Y qué gana usted? —preguntó Hua PoAn.

—Muchas cosas, que no son de su incumbencia.

Para empezar, lo primero que ganaba era dejar a Duan YiHan con Mo Qingchi. Lo segundo que ganaba era asegurar la lealtad de la familia Shi y lo tercero era la posibilidad de contar con el apoyo tanto de Hua BiNan como de su primo, para evitar que ambos afectaran a Mo Ran del mismo modo en que lo hicieron en la otra vida. Todo esto era un gran ganar-ganar para él; incluso si tenía que soportar a este idiota arrogante.

—¿Qué gano yo en esto? —dijo el ministro, a lo que Shang QingHua solo respondió:

—Proteger a su hermana y mantener su secreto.

Todo rastro de hostilidad en el porte de Hua PoAn se desvaneció de un plumazo.

—Realmente lo sabe todo, ¿no es así? —dijo con dureza.

—Todo lo que sé es que le conviene ser mi aliado —dijo Shang QingHua—. Y a mí me conviene ser su aliado.

"Hasta que deje de convenirme", pensó. Porque el enemigo de tu enemigo... no siempre tiene porqué ser tu amigo. Finalmente, Hua PoAn lo llevó a su despacho para tener más privacidad y dijo:

—Debo asumir que tiene un plan.

—Claro que lo tengo —le aseguró Shang QingHua—. Solo necesita ir a la mansión Shi para visitar a su hermana cerca del medio día, cuando Shi MingHua esté por allí, y lo demás correrá por mi cuenta.

La fabulosa transmigración de Shang QingHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora