14.- Todo había ido a la perfección

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Los últimos días del mes pasaron con la velocidad de un rayo, y Shang QingHua no podría estar más satisfecho con el resultado de sus acciones.

Shi MingHua había sido ejecutada. Mo Xianting había muerto en prisión (el buen hermano Avión apostaba un baozi que Hua PoAn estaba detrás de eso) y Duan YiHan se había acercado para decirle a Shang QingHua que deseaba quedarse en Chonghua junto a Mo Qingchi. Shang QingHua le dijo que entendía, pero por dentro festejaba interiormente porque eso significaba tenerla lejos de su bello retoño, lo cual a su vez significaba un paso adelante para evitar el futuro calamitoso que había presenciado en su vida anterior.

El día anterior a su partida, Duan YiHan le ayudaba a Shang QingHua a arreglar sus cosas, cuando uno de los sirvientes de la mansión Mo se acercó a él y le entregó un sobre, diciendo:

—Es una invitación de Su Majestad el Emperador. Demanda su presencia inmediatamente.

—Vaya, yo termino esto —dijo Duan YiHan.

Shang QingHua decidió tomarle la palabra y se dirigió al palacio imperial, presentándose ante el emperador Murong, quién le dijo que como agradecimiento por su ayuda (además de pagarle con dinero), le cumpliría cualquier cosa que pidiera; lo cual era justamente lo que esperaba. El señor de An Ding sonrió taimadamente y dijo:

—Espero que Su Majestad no me considere arrogante. Hay una esclava de la casa de Wangshu-Jun que tiene potencial para ser discípula de mi cumbre. Quiero llevarla conmigo.

—Hablaré con Madame Murong.

El venerable Avión-juju supo que tenía la partida ganada al recordar la conversación que había tenido con la señora Zhao.

—Quiero llevarme conmigo a su doncella —había dicho Shang QingHua, sin ambages, sin irse por las ramas, directo al punto.

Como era de esperarse, las dos mujeres actuaron sorprendidas, un sentimiento que aumentó cuando QingHua les dijo que también quería llevarse al niño. Ninguna de esas personas lo sabía, pero ese niño que crecía como un pequeño esclavo de la casa Wangshu iba a cambiar el destino de Chonghua, de la futura guerra que se le venía al lugar... y de la importancia que tendría para su pequeña familia.

Ese niño se merecía toda la felicidad del mundo y Shang QingHua se la iba a dar. Por supuesto, la señora Zhao sospechó de sus intenciones porque, siendo honestos, era demasiado bueno para ser verdad. El hermano Avión necesitó una sola frase para convencer a ambas señoras.

—Señora Zhao, me los llevo a los dos y dejan de ser una amenaza para su hijo.

De ese modo, Shang QingHua salió de Chonghua llevando sus modestas cositas, una señora Lin y un pequeño niño de tres años. Y claro, llevándose la amistad de la familia Shi, que sería importante para él en un futuro. El niño en brazos de la doncella lo miró con una sonrisa brillante, y Shang QingHua le sonrió de vuelta.

—¿Cuál es tu nombre, pequeño? —preguntó.

El niño miró a la mujer, quien asintió con calma, y dijo:

—Me llamó Gu Mang. ¿Iremos a un lugar bonito?

—Claro que sí —le aseguró Shang QingHua, feliz de constatar que todo iba a la perfección.

La fabulosa transmigración de Shang QingHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora