26.- Plan de contingencia

50 10 1
                                    

—Necesito supresores para alfas —fue lo primero que dijo Shang QingHua apenas salió de su estupor—. De los más fuertes que encuentren.

—A la orden —dijo Yin Yu, desapareciendo silenciosamente.

El hermano Avión comenzó a dar vueltas de un lado a otro con la mente a mil por hora, ante la mirada cada vez más impaciente de Hua Cheng, y se detuvo de golpe mirando al señor de la ciudad.

—Necesito que averigue qué sabe Linguang-Jun —dijo apresuradamente.

—¿Qué sabe de que? —preguntó Hua Cheng.

Por un momento, Shang QingHua lo miró como si se hubiera vuelto reverendamente idiota, pero su sentido común actuó antes de hacer algo que le costara el refugio en el que se encontraban y dijo, resoplando con paciencia como si estuviera lidiando con uno de los discípulos cabeza dura de la cumbre Bai Zhan.

—Señor, si usted acaba de echar a la familia real fuera de su reino para usurpar su lugar, ¿qué es lo primero que intentaría averiguar? —inquirió.

—Si están todos muertos —dijo Hua Cheng.

—¡Exacto! —exclamó Shang QingHua.

—Y si las personas que estoy desplazando tienen herederos, trataría de averiguar su paradero para asesinarlos —prosiguió Hua Cheng—. Sin una línea de sangre, el reino se verá resignado a aceptar al usurpador.

—Exacto —repitió Shang QingHua—. Tengo un plan de contingencia, pero necesito saber qué es lo que sabe Linguang-Jun para actuar en consecuencia.

Era una de las tantas cosas que había pensado hacer en caso de que su plan inicial no tuviera éxito y volviera a perder a su esposo. Aun si perdía a Mobei-Jun, no iba a renunciar a sus hijos nuevamente. Se hallaba tan inmerso en sus pensamientos, que no notó la forma en la que era observado hasta que Hua Cheng habló nuevamente.

—Realmente lo tiene todo pensado, ¿verdad?

Había un tono de sospecha en su voz que no pasó nada desapercibida para Shang QingHua, y el venerable hermano Avión había leído las suficientes novelas de transmigración para saber que no era buena idea que personas ajenas al círculo cercano supieran de dicha transmigración. Así que suspiró con pesadez, relajó su postura, y dijo:

—Honorable señor, soy un humano viviendo entre demonios. Llevo pensando en un motín prácticamente desde que me casé.

El ojo de Hua Cheng lo observó con perspicacia, y después se relajó tomando por ciertas sus palabras. Después de todo, era comprensible que no muchos demonios vieran con buenos ojos la idea de un humano como su consorte y el solo hecho de que Shang QingHua, siendo beta, hubiera sido capaz de sobrevivir en la corte de hielo y engendrar cuatro herederos... honestamente, era digno de admirar.

Este mundo era una perra demasiado cruel para algunas personas.

—Es probable que Linguang-Jun venga en son de guerra —dijo.

—Es probable que crea que su sobrino está aquí —dijo Shang QingHua, mostrándose de acuerdo.

—Déjeme adivinar, ¿tiene algo planeado para esto?

Shang QingHua solo sonrió.

La fabulosa transmigración de Shang QingHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora