31.- Un encuentro inesperado

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Mobei-Jun se retorcía en la cama, pese al clima frío que había a su alrededor creado por talismanes de temperatura. Durante el ataque había sido envenenado, no tan severo como para poner en riesgo su vida, sí lo suficiente para ser una molestia constante. Sin embargo, lo que le tenía más preocupado en ese momento era el saber que su esposo estaba justo en la boca del lobo... por su culpa.

Si su tío llegaba a verlo, tal vez lo mate. O peor: aprovechará que Shang QingHua no tenía su marca y lo reclamaría como suyo. Ambas opciones le hacían hervir de furia.

—¿Puedes dejar de moverte? —le replicó Hua Cheng.

—¿Por qué lo dejaste ir? —replicó a su vez Mobei-Jun.

—Fue su decisión. ¿Acaso no confías en tu consorte?

—No es eso.

Hua Cheng rodó el ojo con fastidio y dijo:

—Entonces confía en mi hermana. CangSe SanRen es lista y diestra, lo mantendrá a salvo. Y entonces podrás ir a recuperar tu trono y verás a tus hijos de nuevo.

La sola mención de sus cachorros bastó para tranquilizar al demonio de hielo. Ellos eran la razón por la cual estaba resistiendo el tormento que sufría: no iba a abandonar a su consorte, y tampoco a sus cachorros. La puerta del cuarto se abrió, y Yin Yu irrumpió en el interior diciendo sucintamente:

—Señor, su hermano está aquí.

Una alarma similar recorrió el rostro de los dos presentes. Hua Cheng dejó el cuarto y se dirigió a su despacho, donde Hua PoAn esperaba. Apenas se vieron, el menor preguntó sin ambages:

—¿Dónde está Shang QingHua? No lo tienes oculto aquí, ¿verdad?

—¿Por qué de repente tanto interés? —preguntó a su vez Hua Cheng—. Además, ¿qué haces viniendo aquí? Alguien pudo haberte visto.

—Nuestra hermana está preocupada —dijo Hua PoAn, un poco a la defensiva—. Te recuerdo que los niños del Desierto del Norte están en su casa. Han pasado meses y no ha habido ninguna otra pista. ¿Qué está pasando y qué tanto nos afecta?

De repente, Hua Cheng desconfió de Hua PoAn. ¿Por qué de repente le hacía tantas preguntas? ¿A qué venía todo esto?

—Shang QingHua no está aquí —dijo el mayor, aliviado de estar diciendo la verdad—. Lo que sea que esté pasando, no les afectara mientras no llegue a Chonghua.

—¿Cuánto tiempo podrás mantenerlo alejado de la capital? —insistió Hua PoAn.

—El suficiente para que puedan volver aquí.

Para sorpresa de Hua Cheng, Hua PoAn pareció satisfecho. Poco después, el ministro se inclinó a manera de disculpa y dijo:

—Extrañamos a nuestro hermano mayor.

Hua Cheng aceptó sus disculpas, aunque no pudo evitar sospechar un poco de su actitud.

❁❁❁❁❁

Juro que este encuentro va a tener relevancia más adelante, promesita.

Ahora, cuestiones. Platíquenme, ¿qué les ha parecido el fic hasta este momento? ¿Les gusta, les disgusta algo? Díganlo con confianza, cualquier cosa que sirva para mejorar es bien recibida.

La fabulosa transmigración de Shang QingHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora