One-Shots (Pau Villarreal)

La Banca

Notas extra: Uso de OC's

En un día triste en el que el cielo estaba gris y las nubes parecían tan llenas de agua que parecía que estaban a punto de llover a cántaros, Paulina Villarreal caminaba con paso saltado, balanceando los brazos de un lado a otro mientras hacía su camino. camino por los pasillos de su colegio. Mientras Paulina caminaba hacia su casillero y abría la puerta, miró una de las notas adhesivas al azar que estaban esparcidas por su casillero.

"No olvides sonreír"

Ella soltó una pequeña risa. —¡Diablos, sí, no lo haré!— Pensó mientras tomaba sus libros de texto para ir a clase.

Cuando cerró la puerta de su casillero, por el rabillo del ojo vio a cierto chico de cabello castaño. Estaba apoyado contra su casillero con un rostro sombrío que estaba tan pálido como un fantasma. Ella levantó una ceja con curiosidad, luego comenzó a caminar hacia el joven cuando de repente sonó la última campana, que indicaba que era casi la hora del primer período, y Paulina tuvo que caminar hacia el otro lado de la escuela.

Cuando terminó el fuerte timbre, ella sacudió la cabeza, dándose cuenta de que tenía que irse. Pero cuando la pelirroja comenzó a llegar al primer período, no pudo evitar sentir una sensación punzante en el fondo de su mente, que le decía que volviera y hablara con el chico.

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Mientras intentaba mantener el ánimo en alto con sus alegres notas en el casillero, el mal tiempo y la aburrida profesora que estaba dando el discurso más aburrido del mundo hicieron que el estado de ánimo de Paulina perdiera toda felicidad, y se quedó mirando aburridamente hacia afuera.

Mientras la pelirroja miraba las nubes de tormenta, que finalmente habían comenzado a llover, escuchó una conversación en voz baja detrás de ella.

—Me siento totalmente mal por él.— Susurró una compañera de clase.

Mientras que otro estudiante respondió.—Lo sé, es muy triste.—

—Sí, y todo el mundo lo sabe...—

—Lo cual no lo hace mejor—

Paulina no quería darse la vuelta, porque la maestra podría haberla visto y entonces estaría en problemas, pero lo que las dos personas detrás de ella estaban hablando era una historia, y Paulina había estado necesitando una para el chismógrafo escolar.

Se giró en su asiento para preguntar a los dueños de la conversación de quién y de qué estaban hablando, cuando el sonido de la maestra golpeando un escritorio con una regla de madera estalló en todo el salón de clases.

—¡Señorita Villarreal!— Gritó la maestra de Paulina, quien estaba furiosa con la pelirroja que parecía encontrar más importante hablar con sus amigos que poner atención a la clase.

La baterista se giró lentamente hacia atrás en su asiento y encontró a su maestra mirándola con una mirada gélida. La joven se sonrojó en su asiento antes de dirigirse —Lo siento, señora.—.

Sólo después de resoplar, la maestra volvió a la pizarra y continuó escribiendo su inútil opinión sobre el gobierno de la nación. Paulina dio un suspiro bajo, un poco avergonzada por haberse metido en problemas, pero sobre todo molesta por no descubrir de qué estaban hablando los alumnos detrás de ella. Y con ese pensamiento refrescado en su mente, dio otro suspiro.

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Cuando sonó la campana, para señalar el final del primer período, la acompañó un trueno que casi ahogó la campana. Mientras Paulina salía del aula arrastrando los pies, vio algo desconocido.