Rezar

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Punto de Vista General: 

T/N tenía 8 años cuando conoció a Paulina Villarreal, a T/N lo habían molestado constantemente en sus antiguas escuelas por cualquier motivo que se les ocurriera a los niños ese día. Cuando se transfirió a Monterrey esperaba más de lo mismo. Su madre no ayudó en nada siendo autoritaria, una de las principales fuentes de su tormento junto con su interés por las computadora, música y videojuegos, por lo que no tenía esperanzas reales de hacer amigos en esta escuela.

Su primer día fue a la vez asombroso y horrible, la primera persona que conoció fue Dany Villarreal, una niña bully de 9 años y medio, a quien sabía que llegaría a despreciar considerando que ella parecía decidida a hacerle la vida imposible.

Luego, después de que Dany se aburriera de insultarlo y arrojarle cosas, se acercó a él. —¿Estás bien?— Preguntó amablemente otra niña mientras él estaba de mal humor en un rincón.

—E-estoy bien.— Respondió nervioso, nunca nadie habló con él y nadie le preguntó si estaba bien excepto su madre.

Ella sonrió. —Soy Paulina.— Dijo, —Lamento que Dany haya sido malo contigo, luego hablaré con ella sobre eso.—

Él asintió con la cabeza. —Um...soy T/N.— Dijo nervioso. —Soy nuevo aquí—

—¡Un placer conocerte T/N!— Exclamó alegremente y sonrió. —Te veré luego, ¿vale? Espero que podamos ser amigos.— Dicho eso, la niña se despediría del T/N. 

Habían pasado diez años desde que Paulina y T/N se conocieron y tres años desde que comenzaron a salir, y T/N nunca había estado más feliz. Hacía mucho que se había acostumbrado a las bromas pesadas de Dany, ignorándola si eso significaba estar en presencia de Paulina. Inclusive conoció a su hermana menor, Ale, quien era más reservada pero con un sentido del humor único. 

Esta noche acababan de salir de una película, la elegida por Paulina, por lo que era una película romántica, cuando de repente Paulina lo agarró con fuerza del brazo.

Él se volvió para mirarla. —¿Qué pasa?—Preguntó rápidamente, notando el miedo en sus ojos. Señaló sus pulmones y hizo clic, su asma, lo había mencionado hace años pero en realidad no había tenido un ataque en años. —Dios mío, estás teniendo un ataque de asma ¿no?—Preguntó, tratando de no entrar en pánico. —Algo en el aire debe haberlo desencadenado.— Murmuró, sabiendo que Monterrey era mala para la contaminación.

Paulina continuó luchando por respirar y él no sabía qué hacer, su auto estaba a la vuelta de la esquina pero Paulina necesitaba ayuda ahora. Cerró los ojos, tratando de pensar con claridad. 

—Voy a buscar el auto, solo tardaré un segundo— Prometió y se dirigió al auto. Mientras conducía, se detuvo a su lado y abrió la puerta para que ella pudiera entrar. —Te llevaré al hospital.— Le dijo.

Ella asintió y él salió corriendo, ansioso por llevarla allí, sabía que ella estaría bien pero aún así dijo una pequeña oración, como lo había hecho cuando la conoció. —Por favor no me la quites.— Susurró, esperando ella no lo oyera.

Habían pasado otros cinco años y Paulina estaba sentada en la sala de espera del hospital con T/N, no pudo evitar sentirse nerviosa por estar ahí, y T/N se dio cuenta por lo tensa que estaba. T/N la rodeó con un brazo y le susurró palabras de aliento, lo que la hizo sonreír y besó su mejilla suavemente.

Hace dos semanas le habían diagnosticado cáncer de mama y hoy era su primera dosis de quimioterapia, esperando para destruir las células cancerosas. Ella tomó su mano con fuerza entre las suyas y sonrió cuando su nombre fue pronunciado. —Ahorita regreso.— Dijo suavemente mientras se levantaba, podía decir por la mirada en sus ojos que él quería volver allí con ella pero no dijo nada.

Cuando Paulina desapareció de su vista juntó sus manos y suspiró, inclinándose para que su frente quedara apoyada en sus manos comenzó a orar nuevamente —Por favor no me la quites.— Susurró. —Daré mi propia vida si necesito hacerlo, pero por favor no me la quites.— Levantó la vista y suspiró, solo el tiempo diría si su oración se haría realidad...

One-Shots (Pau Villarreal)Where stories live. Discover now