Consolar (+17)

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Punto de Vista de T/N:

Abro la puerta y la veo. Está en un rincón sentada en el suelo, abrazándose a ella misma con su cabeza posada entre sus rodillas. Balanceándose de un lado hacia otro. La veo y siento que aunque esté triste se ve tan hermosa como aquella vez en su cumpleaños número veintidós. 

Oh, Paulina. 

Si supieras cómo es que me haces sentir, ni yo mismo sé hasta qué extremos puedo llegar con tal de amarte. Mi Paulina. Me acerco hasta quedar a su altura. Su rostro se levanta y creo que voy a besarla. Sus ojos buscan los míos y logran encontrarlos.

Mi querida, Paulina. No llores.

Caen como lluvia, aquellos luceros que me encantan están siendo opacados por las aguas salinas de sus ojos. Acerco mi mano hacia su rostro para limpiarlas. Después bajo hasta sus labios y con el dedo pulgar acaricio la leve herida.

—¿Te has estado mordiendo?— Pregunto. 

Ella murmura algo que no logro entender. Sé porque lo ha hecho, ella sabe que no me gusta cuando se muerde su labio porque se hace daño. Pero también sé que lo hizo porque estaba molesta, y porque está muy triste.— Paulina, cuéntame lo que pasó.—

Me mira y sabe que no tiene otra opción, sabe que si no me lo cuenta yo mismo lo averiguare, siempre termino averiguando.

—Tenías razón, él nunca me quiso. Lo odio.— Quiero saltar de alegría ante lo que me está diciendo. Si ella lo odia puede que tal vez tenga una oportunidad. Puede.— Y yo que lo amaba tanto, me mintió.—

—Descuida, lo vas a superar, siempre lo has superado... ¿recuerdas? No es la primera vez.—

—No es fácil.— Me interrumpe.

Tengo miedo de lo que vaya a decir. Aparta su mirada, está nerviosa y muy asustada. Sus manos se entrelazan y empiezan a temblar, abre la boca peor no dice nada. Silencio. 

¿Qué pasa, Paulina? No tengas miedo. 

Su boca se abre otra vez y logra decir dos palabras. No entiendo porque dice eso. No entiendo porque dice Lo siento. Nuevamente un río sale de sus ojos, se disculpa de nuevo. No entiendo... Oh, ya veo.

Me acuerdo que hace tres meses le dije a Paulina que se cuidara, que tuviera cuidado. Se le veía tan feliz con aquel desgraciado que rompió su corazón, aunque se lo advertí no me hizo caso. No pude hacer nada. Le dije que aunque sintiese amor; cosa que no creo que haya sentido, que no se dejase guiar por esos confusos sentimientos y no cometa una estupidez. 

Para ser más claro, le dije que no se entregara a él. Porque eso era lo más valioso que podría tener. Ahora sé que no valió mucho el esfuerzo que hice. Si alguien te ama no te está presionando para que vayas a la cama.

—Entiendo.—

Me siento al lado de ella. Sabe que estoy furioso pero tengo que controlarme. No puedo creer. En realidad sí, Paulina ¿Por qué eres tan ingenua?

—T/N, lo siento.—

No te disculpes conmigo.

—Si tan solo te hubiera hecho caso.— Siguió.

Basta, por favor.

—Fui una tonta. Creí que él me amaba pero solo me...—

—¡Cállate!— Simplemente no puedo mirarte mi querida Paulina. —Te lo advertí, tantas veces. Pero no. Tú nunca haces caso, nunca entiendes.— No quiero mirarla es por eso que prefiero contemplar el piso de la habitación.

Su llanto es fuerte, muy fuerte. No voy a mirarla porque si la miro sé que... sé que... Soy tan débil. Soy débil ante ti, mi querida Paulina. Se acerca y posa su cabeza en mi hombro, hago lo único que siento que debo hace. La rodeo con mi brazo izquierdo; sigue llorando. Acaricio su hombro, y con la otra mano alcanzo su cara y la torno en mi pecho. No puedo mirarla pero al final lo haré.

Levanto su barbilla y me mira como pidiéndome que la besara. Eso es imposible. Pero sus ojos eran extraños, eran raros; tenían un brillo desconocido. Un brillo diferente a lo que siempre estaba encantado.

—T/N, ¿me quieres?—

—Sabes que sí.— En realidad no sabes cuanto te amo.

—Consuélame. —Pau tomó mi mano derecha y la colocó sobre su mejilla. —Por favor.—

—Eso hago.— Suelta una risita. —Sabes que siempre estaré para ti.—

—Lo sé. Siempre para mí, solo para mí, ¿verdad?—

Yo simplemente asiento.

—T/N. Consuélame como un hombre lo haría cuando quieres que su amada esté feliz.— Soltó Pau en un momento.

¿Amada? Ella, acaso.

—Paulina... ¿tú?—

—Sé que no me quieres como a una simple amiga, sé que tú me amas. Lo sé desde hace tanto tiempo. Es solo que no sabía cómo enfrentarlo, ¿sabes por qué? Porque yo también te amo.— Me confiesa.

—Pero... tú...— Trato de decir, mi mente está en blanco.

—Lo que hice con aquel idiota, es algo de lo que me voy arrepentir para toda mi vida.—

No sabía qué decir, ella ¿sentía lo mismo que yo? Ella dijo que sí. Quería que la consolara, pero de otra forma. Puede que sea un sueño, si lo es tengo que aprovecharlo.

—No lo estas soñando.— Bromea. —Sólo tócame.—

Tomo su rostro entre mis manos y la acerco para besarla. Son suaves, húmedos. Deliciosos. Perfectos. El primer beso con la persona a la que amo. 

No lo voy a negar ya he besado antes, pero siempre he soñado besar a Paulina. Ahora la tengo aquí, conmigo, sus labios sobre los míos. Siento como abre más la boca para que su lengua salga y encuentre a la mía. ¿Un beso francés? Mejor que eso.

Su mano recorría mi cuello hasta bajar al borde de mi cintura. Enrojezco porque Paulina ha metido su mano debajo de mi playera. Acaricia mi estómago y sube a mi pecho.

Sus labios se separaron de los míos. Es hermosa, rastros de saliva caen de su deliciosa boca.

—T/N, ¿puedo tocarte?—

—Ya lo has hecho.— Bromeo.

Nuevamente nuestras bocas se unen para dar batalla entre sí. Nuestras lenguas quieren reinar sobre el otro. Mis manos bajan hasta su cintura y la acaricio. Tengo que volver a repetirle a Paulina que ya no use esos suéteres, son muy molestos para quitárselos. 

Su cuello es muy tentador así que lo saboreo. Me encanta más porque hago que Paulina jadee. Me encanta escuchar como gime al sentir mi lengua en su cuello. Lo lamo una vez más y vuelvo a besarla.

—Paulina.—

—¿Si?— Está impaciente.

—Te amo.—

La amo. Y es solo mía.

Durante media hora nos dedicamos a hacer el amor, la hago mía; ella me hace suyo. Sus ojos se conectan con los míos y destilan fascinación. Se ve tan hermosa, toda sudada, y desnuda de la cintura para arriba con la falda subida, montándome sin parar. Sus ojos se conectan con los míos y se prepara para decir algo. Mi corazón se acelera.

—Yo también te amo.—

Este es mi paraíso.

One-Shots (Pau Villarreal)Where stories live. Discover now