Béisbol

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—¿Entonces no te importaría venir conmigo? Me voy a morir de aburrimiento.— Dijo Paulina recostándose en su cama, con su teléfono en mano.

—No, no me importaría. Nunca antes había estado en un juego de béisbol.— La voz de T/N sonó desde su teléfono, que estaba en el altavoz.

—Me han obligado a hacerlo muchas veces antes. Estoy bastante segura de que es el deporte más aburrido que existe. Pero a mi papá le encantan los Sultanes, así que vamos al partido inaugural casi todos los años.—Miró al techo. —Aunque la comida es bastante buena.—

—Bueno, en ese caso.— Rió T/N. Paulina sonrió para sí misma.

—Muchas gracias, cariño. No sé qué haría sin ti.— Dijo Paulina, sentándose de nuevo.

—Lo sé, estarías yendo a un partido de béisbol y estarías siendo miserable mientras tu papá hablaba demasiado del juego, Ale pasaría toda la noche en el celular, tu mamá charlando con las personas sentadas a su lado, y Daniela acabaría escabulléndose a quién sabe dónde.— Dijo T/N, recordando claramente lo que Paulina le contó sobre el último juego al que fueron.

—Vaya, es como si conocieras a mi familia.— Paulina sonrió.

—Nah.— T/N se rió.

—Bueno, te veré entonces, supongo.— Dijo ella, inclinándose hacia adelante en su cama.

—¡Voy a preparar mi gorra de béisbol inexistente!— Paulina puso los ojos en blanco y sonrió.

—Está bien, chico deportivo, haz eso. Te veré mañana. Te quiero.—

—Yo también te quiero.— dijo T/N, y terminó la llamada.

Después de un largo y bastante incómodo viaje en coche, con T/N, Paulina, Alejandra y Daniela todos apretados en el asiento trasero. Los Villarreal más uno llegaron al Estadio Monterrey. Las multitudes alrededor del estadio eran enormes. Al menos 1000 personas justo fuera de las puertas. T/N rápidamente tomó la mano de Paulina para asegurarse de no perderla. Una vez que les escanearon los boletos, Luis los reagrupó.

—Bien, ya saben cómo va esto. Son libres de hacer lo que deseen mientras estemos aquí, pero nadie me molesta mientras el juego esté en marcha, y nadie dice nada que pueda echar la sal al juego.— Paulina puso los ojos en blanco y miró a T/N.

—¿Salar el juego?— T/N susurró a Paulina.

—No digas nada como '¡definitivamente van a ganar esto!' o '¡van a hacer un hit ahora!' Mi papá es muy supersticioso. Y con los Tigres es peor.— Paulina susurró de vuelta. T/N asintió rápidamente.

—Y Daniela, no salgas del estadio de nuevo.— Comenzó Mony. Daniela gruñó y cruzó los brazos. T/N levantó las cejas hacia Paulina, quien se encogió de hombros. —Paulina, solo una bolsa de algodón de azúcar por favor, no quiero tener el mismo problema que la última vez.— Paulina resopló y puso las manos en las caderas.

—¿Necesito saber?— T/N susurró mientras se inclinaba hacia Paulina. Ella negó con la cabeza.

—Bien, nos reuniremos aquí después del juego.— Dijo Luis, ya caminando hacia su asiento.

—O cuando se ponga tan mal que no pueda soportar verlo más.— Mony susurró en voz alta a los niños antes de girarse para seguir a Luis. Los cuatro se quedaron en silencio de manera incómoda.

—Bueno, si no puedo irme, simplemente los seguiré a ustedes. No hay mucho más que hacer.— Dijo Daniela, encogiéndose de hombros. Paulina hizo una mueca.

—Realmente no tienes que hacerlo, Daniela.— Dijo Paulina entre dientes.

—Está bien, pero si no puedo, me iré de todos modos, y puedes explicarle a mamá a dónde fui.— Paulina frunció el ceño y se volvió hacia T/N. Ella levantó las cejas mientras metía las manos en los bolsillos.

One-Shots (Pau Villarreal)Where stories live. Discover now