Lenin no dejaba de limpiarse el sudor de su frente, deseado que la bendita reunión matutina terminará lo antes posible. Tenía miedo de morir por esa presión infernal ejercida por Lavi.
Él no era él único sintiéndose como la mierda, los demás socios y accionistas también lo estaban. Ellos, se sentía todavía peor porque no tiene alguna habilidad como Lenin, para no sentirse tan sofocante.
Cada una de esas personas evitan hacer algún ruido, tenía miedo de alterar aún más a Lavi, quién tiene una expresión de querer matar a todo aquel que se le acerque.
Esa mirada filosa es escalofriante y ni se diga sus brazos desnudos sobre la mesa, esas venas azules están a segundos de volverse un fuente al igual que las de su cuello.
Los presentes querían bajarle las mangas de la camisa para no ver esos torneados brazos ejercitando fuerza sobre la mesa de vidrio que en cualquier momento podía volverse añicos.
Nadie entendía que lo tiene tan furioso a excepción de Lenin, el asistente personal de Lavi. Era la única persona de esa sala que sospecha el motivo de su sombría expresión.
—¿Ya no hay nada más de que hablar?—Preguntó fríamente.
¿Por qué Jaden permitió que lo abrazara? Debió de darle un golpe por tal atrevimiento, le dije que no debía sonreírle de esa forma a nadie, sin embargo estába sonriendo. ¿Qué causa está presión en mi pecho?
Mi sangre recorriendo mis venas nunca se sintieron tan caliente como lo están ahora, sediento de ver correr sangre por ejemplo.
—No, ya se dijo todo lo que teníamos que decir, Presidente Larson—Sus voces sonaron cómo a un coro.—La reunión se da por terminada.
Faltaba un par de cosas de las cuales hablar, sin embargo no tuvieron el coraje de decirle porqué presentía que algo atravesaría sus cuerpos. Es lo que podían deducir al ver esa mirada tan fría como un hielo. Por eso prefirieron discutir sobre eso más tarde o cuando su humor fuera mejor de como es ahora.
—Entonces, ¿por qué demonios se quedan callados?—Se pone de pie.—Me están haciendo perder minutos de mi valioso tiempo.—Salio de la sala de reuniones.
Todos ellos suspiraron aliviados al ya no sentir esa sofocante presión, fue como quitarse un gran peso de encima.
—Eso fue tan malditamente aterrador.—Comentó.
Busco en su bolsillo un pañuelo y así limpiarse el sudor de su frente, pero eso no iba a poder sacar su camisa de vestir la cual está húmeda en especial la parte de su espalda.
—Te entendió, Abdul— Concuerda con su socio—Solo estaba acostumbrado a ver su rostro serio.—Expresó.—Sin embargo, ver por primera vez una expresión en su rostro, fue horrible.
—Sí, de eso no hay duda.—Los vellos de mis manos aún siguen erizos—¿Sabes el motivo por el cual se encuentra tan irritante?—Preguntó un señor de unos treinta y tantos, bien parecido de ojos grises.—Eres su mano derecha, Lenin. ¿Debes de saberlo?
—Señor Abdul, no me pagan para chusmear.—Declaró.
Lenin no les prestó más atención y siguió con lo suyo. Recogiendo las carpetas de la mesa, quería salir lo más antes posible antes de que le pregunté más cosas.
—¿Lenin?—Suplican.
—Vayan y pregúntele.—Sugiere.—Tal vez les diga.—Salio de la sala.
¿Decirles? Sí cómo no, ya les va decir. Mucho antes de que ellos pregunte algo, sus cabezas estarán rodando por el frío suelo.
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¡Eres el padre, hazte responsable!
FantasiEstába tan emocionado, después de ahorrar tanto por fin podría ir a Alaska. Pero Dios, el destinó, no lo sé. Tenían unos planes completamente diferentes a los míos. El barco en el que iba terminó hundiéndose peor que el Titanic. Toda mi vida pasó fr...