Lo que es y lo que debió ser.

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"El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos"

Henry F. Amiel

Capítulo 10

El frío aire que hacía calaba hasta los huesos, Candy acomodó el cuello de su abrigo, de manera que le cubrieran el cuello del aire que se colaba entre él, el memorial en honor a Stear se había alargado, ya que no solo estaban recordando a su querido amigo, también se estaba celebrando el término de la gran guerra.

Al terminar, una cena familiar fue ofrecida en la mansión de Lakewood, Candy estuvo acompañada por sus queridas Annie y Patty, platicándoles a detalle lo que había hecho en esos siete meses en su nuevo hogar.

-Ustedes serán mis invitadas de honor, así que, cuando gusten pueden ir a visitarme-le dijo sinceramente Candy.

-Tal y como lo relatas, tu hogar debe parecer un castillo-expresó con aire soñador Annie.

-Sinceramente, aún no he terminado de revisar cada una de las habitaciones, pero si lo que aún falta es igual que lo que he visto, entonces supongo que sí, parece un castillo.

Elisa escuchaba discretamente aquella plática, la cual solo provocó que su enojo y envidia creciera más y más, por lo pronto, ya tenía algo planeado para lastimar a la rubia indirectamente.

-Mira, el señor Legan y Neil no se despegan de tu marido ni un solo instante-murmuró Annie, y ciertamente, desde su llegada a Chicago, los hombres Legan se habían mostrado bastante amistosos con Christopher.

-Seguramente, intentan convencerlo de invertir en un proyecto hotelero-respondió Candy.

-¿Tú marido te habla de sus negocios?-preguntaron bastante sorprendidas sus amigas.

-Pues... si ¿no debería?

-Eso está bien, es solo que... un hombre nunca comenta sus negocios con su esposa... eso no es correcto... bueno, al menos papá nunca lo ha hecho con mamá-dijo Patty.

-Ni tampoco mi padre, y debo decir que, no solo maneja su fortuna, sino también la de mamá-secundó Annie.

Candy decidió omitir lo que había dicho Christopher, ya que sus queridas amigas lo podrían tomar a mal "todo lo mío ahora es tuyo, así que, no veo por qué no debas saber lo que hago con nuestra fortuna", esa había sido su respuesta, cuando Candy, le preguntó por qué quería saber su opinión respecto a los negocios que él tenía.

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-No sé cómo hay gente de tan dudosa procedencia, crea que puede estar a nuestra altura, ¿no lo cree, tía abuela?-hasta ese momento, la cena había transcurrido de manera normal, al ver a Candy tan sonriente, Elisa supo que había llegado el momento de poner en marcha su plan.

-¿A qué te refieres Elisa?-preguntó la tía abuela.

-Ahora que ha terminado la guerra, muchas personas se han hecho de una cuantiosa fortuna, y creen que solo por eso, se pueden igualar con nosotros. O como otro ejemplo, podemos tomar a aquellas personas que son sacadas de un hospicio por personas finas y de familia honorable, las cuales les dan educación y bonita ropa, pero eso nunca les quitará su dudosa procedencia-Elisa miraba a Annie, la cual repentinamente había agachado la mirada-¿o tu qué crees querida Candy?

Candy comprendió su juego al instante, seguramente pretendía que, al ser supuestamente Candy una autentica Andrey, estaría de acuerdo con lo que pensaba ella, hiriendo de esa manera a Annie. Que te puedes ir al infierno, pensó Candy, mientras sostenía fuertemente su tenedor y cuchillo. Christopher colocó su mano sobre la de ella, mientras le hacía señas con los ojos de que guardara la compostura.

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