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Lo ocurrido anoche parecía toda una ilusión por más que lo recordaba era todo tan surrealista, cuando el loco ese se retiró de mi propiedad por que el muy hijo de su... de su mamá, dio vueltas alrededor de mi propiedad durante horas, cuando deje de escuchar pasos me arrastre a mi habitación y dejé caer mi cuerpo a la cama que aún estaba desordenada. Mis ojos parecían estar pegados por las lagañas que tenía y abrí los ojos hasta que llego el medio día, estaba agotado tanto mental como físicamente; una vaca parecía haber caído sobre mí y yo no me di cuenta.

En la cabaña no tenía nada de comida para hacerme un desayuno decente, todos los alimentos estaban echados a perder, la cocina era un asco, decidí limpiarlo antes de que eso se transforme en un nido de alimañas por que vi un par de cucarachas rondando el lugar. Tendría que ir al centro del pueblo y comprar comida por lo menos la necesaria para no morirme, tampoco tenía dinero o algo con que hacer un buen trueque, no tenía nada en este lugar, además no estaba listo para encontrarme con mis viejos conocidos y eso también significa tener que ver al jefe.

Desempaqué todo lo que tenía en mis maletas, tratando de mantener mi mente distraída, limpiando el caos que provocó ese alfa. Estaba acomodando todo en el armario y fue cuando encontré una pequeña caja donde Carola dejó mis cartas sin abrir y un sobre con mi nombre escrito en cursivas. En el interior encontré el anillo qué le di cuando le pedí que se casara conmigo, junto a una foto de nosotros. Me hubiera encantado al menos una explicación para tomar su decisión, eso aliviaría un poco mi corazón porque los innumerables recuerdos, vivir con ella hizo que ya no me sintiera tan solo.

Hice algo más de aseo, esta cabaña iba para largo y quería volver a arreglarla porque se estaba cayendo a pedazos parecía que nadie le daba mantenimiento, en mi interior comencé a sentir un gran rencor hacia Carola. La dejé vivir bajo mi techo y lo pagaba así. Salí de la casa, porque a donde volteara provocaba que el coraje fuera creciendo.

Fui a buscar leña, la temperatura era muy baja y si seguía así tendría un resfriado. Conocía muy bien el bosque, mi padre siempre me traía con él a buscar leña siendo el momento más divertido porque me contaba todo tipo de historias. Deje esos pensamientos aun lado, no me servía ahora de nada sentirme de forma tan melancólica, recolecte algunos troncos y los cargue en mi espalda para regresar a la cabaña.

Y fue cuando me di cuenta de que alguien de arriba me odia en verdad, o la persona que se encargó de escribir mi vida, la escribió con el culo. Yo que mal le había hecho a dios para que me odie de esa forma, en el pórtico se encontraba sentado el mismo loquito que vino ayer en la noche. Quería salir corriendo y adentrarme al bosque esperando no ser atrapado, pero sabía que él era más rápido que yo, me alcanzaría en un segundo.

Tiré la madera y sin darle importancia a su presencia fui por el hacha qué preparé antes de ir al bosque. Cortar la leña era la actividad con la que mejor odia aliviar el estrés que podía hacer en este instante para no ir a mentarle la madre a el alfa que no desvía su mirada de mí, solo esperaba que se fuera por el aburrimiento de ver lo que hacía.

—Te dije que volvería para escuchar del paradero de mi prometida. — Se paró frente a mí y cruzó sus brazos alzando el pecho, tratando de intimidarme.

—Anoche te dije todo lo que sé, lo siento por no ser de ayuda. — Dije con tranquilidad, porque eso era la verdad, si le mentía o inventaba el paradero de Carola saldría aún peor.

—Tal vez no sabes quién soy, ya que eres nuevo, pero te lo dejaré claro... — Y en ese momento, mi cerebro se desconectó pensando en que comería más tarde, mi estómago me rugía por todo el esfuerzo del día de hoy.

—No soy nuevo. — Fue lo único que contesté después de su larga introducción. —Vivo aquí desde hace años, mis abuelos fueron los primeros de mi familia en unirse a la manada qué iniciaron tus bisabuelos, mis abuelos eran alfas. Y se quién eres, no necesitas darme ese resumen de tu vida, puedo reconocerte a kilómetros, cabello rubio, piel clara y ojos azules.

—Y aun así te niegas a contestar a mis preguntas.

Deje la leña a un lado y me recargue en mi hacha.

—Ya te contesté, sé que no me puedes creer porque no me conoces; por qué tendría que ocultarme algo. La misma chica al parecer nos traicionó a los dos, deberías de buscarla a ella no a mí.

—No creo que ella me traicionara, nos íbamos a casar en unos días. — Note como apretó los puños mostrando su molestia por mis palabras.

—¿Cómo te llamas? Sé que eres el sucesor de Jos Verstappen pero...

—Me llamo Max.

—Yo me llamo Sergio, pero puedes decirme Checo así es como me conocen todos, como sea.... — explique amigablemente, quería relajar la tensión del momento. —, hace dos años le propuse matrimonio a la omega qué tu estas cortejando ahora mismo. Fui desterrado por tu padre como castigo por dos años etcétera, etcétera, es una historia larga y aburrida.

—Y eso a mí en qué me afecta — Dije, de mala forma el chico parecía no relajarse con nada.

—Siempre le mande cartas a Carola y ella me confirmaba qué nos íbamos a casar en cuanto regresara, hay pruebas de lo que te estoy diciendo. Tengo tantas preguntas como tú, estoy igual de confundido que tú.

—Eso es gracioso porque ella nunca te mencionó. — dijo, con aires de grandeza el pinche chamaco engreído, como si ella estuviera para ver lo ridículo que se ve actuando así.

—Tampoco te menciono en los cientos de cartas qué me mandó, solo mencionaba lo ansiosa que estaba por sentirme de nuevo. — Sonreí ante mi respuesta, no me rebajaría ante él sin importar quién era su padre.

—Pues ella estaba dispuesta a entregarse completamente a mí, dejando por fin que la marcará como mía.

—Adelante, márcala, pero primero tienes que buscarla. Mira, esta pelea no llegará a ningún lado, yo opino que los dos nos vayamos a beber unos tragos, hasta caernos muertos y lamentemos nuestras penas con esas canciones viejitas de fondo para al final volvernos buenos amigos.

Parece ser que a todos los Verstappen al nacer les quitaron el sentido del humor, porque no pude reaccionar cuando su cuerpo cayó sobre el mío. A mis treinta años tenía que pensar aún más, yo ya no estaba para estas cosas, solo quería sacarle una sonrisilla y esto es lo que me gano. —Te parece esto muy gracioso, haré qué mi padre te destierro ahora si por el resto de tu vida.

Su mano estaba sobre mi cabeza evitando qué la levantará o hiciera cualquier movimiento, yo no hacía el intento de pelar, mi cuerpo estaba resentido por los golpes de anoche.

—O mejor aún, haré qué te maten frente a todo el mundo, para que se den cuenta que no tiene que joder conmigo ni con mi familia.

—¡¿Por qué tanto afán de encontrar a Carola?!, debes de tener asiento de omegas detrás de ti y con un solo chasquido te abrirán las piernas para su majestad. — Grité harto, al menos él tenía más opciones, en cambio yo...

—Por tradición solo puedo pasar mis celos con una omega dominante. Espero que a pesar de ser un estúpido beta te hayas enterado de que ella era una omega dominante. — Ahora lo comprendía, Carola me dijo eso cuando nos conocimos, yo no le di mucha importancia porque era un beta, eso no me afectaba en nada. —Los omegas normales no pueden soportar mi celo, podrían morir asfixiados por mis feromonas.

—Tu padre... encontrará a una chica ideal... — Yo no entendía nada de las feromonas, ni los celos, nunca pase los celos de Carola junto a ella. Pero sabía que Jos le encontraría una omega a su "tierno" hijito, buscaría en cielo, mar y tierra.

—Cada vez que abres la boca me molestas aún más, ahora todo se volverá más complicado por tu culpa. — Hizo mayor presión en mi rostro, cerré los ojos evitando qué la tierra entrará en ellos. —Me encantaría destrozarte ahora mismo. Espero no verte nunca cerca de mí nuevamente porque no me detendré en golpearte.

Y por fin me soltó, podía ver un lado positivo, al menos no me había lastimado demasiado. Tenía un hacha a su alcance y la pudo ocupar en cualquier momento, sentía un gran alivio. Me quedé tirado un rato, sabía que la amenaza era porque existía la posibilidad de que no volveríamos a vernos, lo mejor era olvidar lo ocurrido con ese chico, mi único objetivo en el que tenía que enfocarme era en no morir de hambre.  

Say You Are Mine?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora