Say You Are Mine?

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Durante los próximos tres no salí de mi casa, quería acabar de arreglarla porque me dolía saber que mis padres odiarían ver el lugar así y con el tiempo comenzaba a verse más confortable, aun necesitaba arreglos en los que ocuparía mucho dinero junto con más dinero, pero poco a poco quedaría como yo la recordaba. Era también obvio que muchos muebles eran viejos, la última vez que mis padres compraron un sofá fue cuando yo aun estudiaba la secundaria y ahora yo tenía treinta y dos años. Fui sacando algunos muebles qué ya no tenían remedio y otro los deshice ara ocupar la madera que me podían aportar o alguna parte que me sirviera para después.

Hoy iniciaría pintándola, Carlos compro pintura a pesar de yo negarme, pero decidido a no seguir mis palabras compro para poder iniciar. Sainz paso todos los días por aquí dejando comida o algo que me ayudará en la casa, haciendo más ameno el trabajo.

El día de ayer trajo plástico para tapar el piso y que no le cayera ninguna gota de pintura. Desde muy temprano me levante, tomando el chocolate caliente qué prepare y poniéndome un mono solo azul marino para no ensuciar la poca ropa buena que ocuparía para el diario.

Abrí todas las ventanas para dejar que el olor a pintura no se concentrara en la casa, y estaba decidido a terminar hoy la primera planta. Mañana seguiría con la planta de arriba y después con la parte de afuera que era la más desgastada por exponerse a el clima. Saqué la bocina qué tenía para poner música a todo volumen, me gusta cantar a todo pulmón canciones viejitas de esas que te dan ganas de ponerte una buena peda hasta que despiertes en otro continente desnudo.

En cuanto a mis sentimientos, cada vez estaba mejor, claro que aún me dolía y pasaría tiempo hasta que sanará, pero lo estaba manejando de buena manera. Solo quería pensar en los buenos momentos que Carola marcó en mi vida, porque antes de ser mi prometida fue mi amiga durante mucho tiempo y fue de las pocas personas junto a Carlos que me extendieron su mano para ayudarme tras la muerte de mi padre. Solo me quedaba perdonarla y desearle qué fuera feliz en donde quiera que esté de todo corazón.

Tal vez si esta ruptura hubiera ocurrido hace dos años, estaría completamente destrozado por dentro y no sabría cómo manejarlo. Agradecía que ocurriera en un momento donde he aprendido tanto y tengo mis emociones en completa sintonía que ni un huracán podría derribar.

Escuché el sonido del teléfono de la casa sobre ponerse de la música, fui a la bocina a bajarle para contestar la llamada, dejando la brocha qué tenía en la mano tomando un pequeño trapo para limpiar mis manos y evitar ensuciar. —Hola Carlos.

—Oye, ¿cómo sabes que soy yo? — pregunto, del otro lado de la línea Carlos.

—Eres el único que tiene mi número tonto.

—Yo no soy tonto, tu si quieres un tonto.

—¿Qué es lo que quieres? Estoy ocupado pintando, así que habla rápido. — Apresure, porque Carlos se podría quedar horas hablando.

—Llamaba para preguntarte, ¿A qué hora pintarías? pero veo que has decidido iniciar sin mí.

—Deja de ser una resentida, desperté con mucha energía y quería aprovechar los primeros rayos del sol.

—Está bien, cuando llegue a tu casa te golpeare, tratare de llegar rápido, voy a terminar de a hacer la comida y después iré por golosinas para los dos. Adiós popo.

Y me colgó sin dejarme contestar, a veces Carlos era un poco infantil con sus ofensas hacia mí.

Sin perder el tiempo le subí de nuevo a la música y seguí pintando por un buen rato. A veces paraba para mirar si la pintura estaba quedando parejo, el color que Carlos eligió eran colores cálidos en su gran mayoría, pero yo era prefería más los tonos fríos. Por lo que después de una exhaustiva charla conmigo mismo, elegí color blanco y el color gris. Sabía que cuando Carlos viera los todo so qué elegí se molestaría.