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El pequeño pueblo constituye de pequeños negocios que eran llevados por los mismos pobladores del lugar, mis padres algún día tuvieron también un puesto en el que vendíamos ropa, mi madre le encantaba diseñar algo de ropa y más para la época de invierno que en este lugar duraba un largo tiempo. Ahora ya no existía ni un pequeño rastro de que en ese lugar se vendiera ropa, ahora lo llevaba un señor con una pésima actitud y se dedicaba a vender carne fresca.

Mire la carne que le compre, no tenía un aspecto espectacular, pero esto me tendría que servir porque no había otra carnicería en todo el lugar. El centro cambió demasiado, parecía que me fui durante siglos, por qué no reconoció a la gran mayoría de vendedores; los puestos tenían una capa de pintura nueva y tenían nuevos carteles. No me parecía mal los cambios que habían hecho, anteriormente a pesar de que muchas personas vienen a comprar parecía un poco lúgubre el lugar, caminabas un poco lejos de alguna tienda y estaba a un paso de entrar al bosque. Y las personas no eran las mismas, ahora cada vez que entraba a algún lugar recibía miradas extrañas.

Guarde la bolsa con la carne en una pequeña caja de cartón que traje de casa para poner todo los artículos comprados, con el poco dinero que tenía compre lo indispensable y esto me duraría mínimo para una semana después tendrán que averiguar qué hacer con mi vida. Me detuve un momento asegurando de que no se me olvidara nada, no quería dar más vueltas, ayer no pude salir de la casa porque me sentía lastimado y lo mejor que pude hacer es entrar a mi casa, prender la chimenea y dormir. Tenía ya tiempo sin nada de alimento en mi organismo.

Escuche a alguien hablando cerca de mí, pero lo ignore sin darle mucha importancia, cargue la caja con mis dos manos, era hora de por fin poder comer, nada podía hacerme más feliz en este momento que hacerme unos tacos.

Comencé a dirigirme hacia mi vieja camioneta, hasta que sentí un brazo posarse en mi hombro y me giró inmediatamente, encontrándome con una cara conocida. —¿Checo? ¿Qué haces aquí?

Y sin poder responder me envolvió en sus brazos al castaño omega, y sin pensarlo dejé la caja en el suelo para devolverle el abrazo.

—Creí que nunca volverías. — Hablo, aferrándose a mí; agradecía poder ver una cara conocida. —Te extrañe.

—Yo igual te extrañe hermano. — No sé cuánto había durado el abrazo, pero era un lindo sentimiento al que me quería aferrar así durara un minuto más. No era mi hermano en realidad, pero nos conocimos a tan corta edad que ya nos considerábamos hermanos. —No has cambiado en nada Carlos.

—Lo mismo digo. — Me separe de él para verlo, parecía que el tiempo no habían pasado.

—¿Por qué no me avisaste que habías llegado? — pregunto, resentido dándome un leve golpe en el hombro, provocando que gimiera de dolor.

—Llegó hace un día y medio, no vuelvas a golpearme porque no me molestaría darte una lección. — Dije burlón.

—Desde el segundo que pusiste un pie aquí, debiste haber ido a buscarme. Quería ayudarte a desempacar... — Lo conocía desde que éramos niños y podía ver que trataba de ocultar algo.

—Se lo de Carola... — Mostré media sonrisa. —, no te preocupes.

—Yo traté de hablar con ella, siempre le dije que tú regresarías para que pudieran casarse. Por qué le recordé, todo lo bueno que hiciste por ella y lo feliz que fueron cuando eran novios. — Hablo rápido, no se le entendía ni la mitad.

—Ella se fue. — Fue lo único que le pude decir, me agaché para tomar la caja y acercarme al coche.

—Hija de perra.

—Olvídalo, tengo que seguir adelante y concentrarme en otras cosas. — Dije, sin darle importancia, a pesar de sentirme mal al escuchar sus palabras. Era tanto la indiferencia de Carola hacia mí, que no le importó que mis amigos le recordarán lo nuestro y siguió engañando. Deje la caja en la parte del copiloto, quitándose la chamarra que traía encima.

Say You Are Mine?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora