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Sabía que estaría en problemas después de pasar la noche en la casa de sus padres de Carlos después de nuestro pequeño viaje al lago, después de la confesión qué me hizo no tenía ganas de ver a él alfa rubio. Mi amigo no estaba convencido, pero después de rogarle por hora el acepto, por fin después de días pude descansar mucho mejor, estaba tan cansado de la caminata que solo tocar el colchón me dormí.

Desperté temprano y limpie todo lo que ocupe, no quería dejarle nada sucio a mi amigo. Cerré bien las puertas, escondí la llave donde él me había pedido, pase a la cafetería y unas galletas llenos de chispas qué desde que las vi se me antojaron, compre unas cuantas más para llevarlas a casa. Así fue como empecé mi camino rumbo a la casa de Max.

Escondí mi camioneta en el bosque como antes lo había hecho, bajé mi mochila y caminar a la cabaña. El lugar parecía estar en silencio, la camioneta de Max estaba frente a la entrada mal estacionado, no había señal del alfa.

Me aferre a mi mochila con algo de miedo, tratando de mentalizarme para los gritos que me daría. Abrí la puerta, pero no se escuchaba ningún ruido dejé mi mochila en el suelo y comencé a caminar rumbo a mi cuarto, si Max no estaba aún tenía tiempo de poder estar tranquilo un momento más.

—¿Dónde estabas? — Fue lo único que escuche al pasar por la cocina, detuve mi andar y trague saliva.

Max estaba sentado en la mesa, tenía al lado el teléfono de la casa y algunos cigarrillos junto a un vaso, desde que conocía a Max nunca lo vi fumar siempre parecía cuidar mucho su salud. Los ojos de Max estaban rojos como si llevara horas llorando, mi mirada viajo a sus labios que ahora estaban secos y su piel parecía pálida. Era un completo desastre todo su aspecto, la ropa era la misma que tenía antes de que se fuera al trabajo, escuchaba como su pierna se movía sin parar golpeando el piso.

—Solo di una vuelta.

—¿Dónde fuiste? — Volvió a repetir con su voz áspera.

—Di una vuelta...

—¡¿DONDE MIERDA FUISTE?! — Se levantó golpeando la mesa tan fuerte que provocó que el vaso cayera al suelo, mi reflejo fue hacerme para atrás.

—Tu no me dejabas salir y decidí ir a ver a Carlos.

—¡No ME MIENTAS A LA PUTA CARA! Hable con Charles y me confirmo que su omega durmió en su casa.

Di otor golpe en la mesa y su cara comenzaba a tornar se roja, sus ojos se oscurecieron. —Me quede a dormir en la casa de sus padres.

—¿Quién coño te dio permiso de salir de la PUTA casa? — Max lanzó lejos la mesa junto a las sillas, abriéndose camino hasta poder llegar a mí. Las feromonas de Max eran pesadas, mi lobo comenzó a temblar por su actitud.

—Yo creí...

—Tu creíste... — Dio uno fuertes golpes al mueble que estaba junto a nosotros, me fui haciendo para más atrás. —Llevo desde el mediodía de ayer buscándote por todos los malditos rincones de este lugar, así que será mejor que me expliques porque no tengo paciencia ahora mismo. Estaba asustado tu lobo comenzó a llamarme porque se sentía triste.

Me sentía tan diminuto al lado de Max y más ahora, agache la mirada. —Ayer fui al bosque desde hace días quería ir, le pedí a Carlos que me acompañará y cuando se hizo tarde decidí quedarme en la casa de sus padres.

—¿Acaso no tienes casa? Creíste que no me daría cuenta de tu ausencia o que mierda paso por tu cabeza.

—¿Por qué chingados me gritas? Todo el maldito día estoy encerrados en este lugar de cagada y creíste que te iba a esperar hasta que te dignes a venir. — Ahora yo comencé a reclamarle, dando algunos empujones. —Estoy hasta la verga de dar vueltas en este lugar, me siento asfixiado y siento que si sigo así me comenzaré a marchitar hasta morir.

Say You Are Mine?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora