- 𝘗𝘳ó𝘭𝘰𝘨𝘰

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Ivette miraba a su alrededor asustada, confundida, agotada y cansada. Ese lugar no parecía el palacio en el cual vivió por más de 20 años, era más bien una casa algo descuidada pero modesta de cierto modo. Podrían verse mal los alrededores, pero en la cama la cual estaba recostada era bastante cómoda, incluso más cómoda que la suya cuando vivía en aquel palacio.

Por un momento olvidó la situación y comenzó a recordar su ahora pasado. La muerte de sus tres hijos e incluso la de ella misma, un momento, se suponía que ella estaba muerta. ¿Entonces como era posible que estuviera viva? Perfectamente recordaba el veneno que ella misma había ingerido, ¿acaso alguna criada o guardia la encontró con vida y decidieron tirarla a la calle para ver si alguien se hacía cargo?

La mujer de ojos azules claros niega ante sus pensamientos, no debería importarle. Realmente ella prefería estar en ese lugar que en la comodidad del palacio otomano, aquel lugar donde fue robada su inocencia teniendo que sobrevivir todo el tiempo. Ni siquiera su estatus o poder político fueron suficientes para salvar a sus querido hijos. De solo recordar el cuerpo sin vida de ellos hacía que sintiera un fuerte dolor en el corazón.

— Albus ya te lo dije, esa mujer apareció de la nada frente a mi puerta. — Se escucha la voz de un hombre ya mayor del otro lado de la habitación.

La castaña deja sus pensamientos de lado al escuchar la voz, normalmente uno se asustaría y tomaría lo primero que fuera para defenderse. Pero Ivette no lo haría, creía que no valía la pena, no cuando ya intento morir para estar al lado de sus hijos.

Su vista apagada y llena de sufrimiento se centra en la puerta de aquel cuarto siendo abierta donde pudo ver con claridad a dos hombres bastante mayores. Ambos tenían una barba bastante larga y aunque no se notaba de lejos de cerca habían uno que otro rasgo que daba a entender que eran familiares.

— Muy buenas noches señorita. — Uno de ellos, quién la miraba compasivo, habla cortésmente y amable. Se podía notar que no quería asustar a aquella mujer quien apareció de forma tan inesperada.

Ivette no dijo nada pero si los miro detenidamente, había algo en ellos que la hacía dudar pero a su vez tenía que confiar en ambos. Pues probablemente uno de ellos la salvó de quedar en la calle.

— Aberforth, dejemos descansar a la joven. Tiene que aclarar su mente. — El mismo hombre que la saludo vuelve a hablar para tomar del hombro a su acompañante.

— Esperé.

La voz suave, amable y directa de Ivette se escucha por primera vez llamando la atención de ambos ancianos.

ɢöʀɢüʟɛʀ || 𝚜𝚎𝚟𝚎𝚛𝚞𝚜 𝚜𝚗𝚊𝚙𝚎 [𝙷.𝙿]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora