El ultimo paraíso de las bestias

Capitulo 4: Tomando un baño

¡Gracias por ayudarme! —dijo tartamudeando. "ahora te comportas como una chica adolescente, reprendiéndose así misma". —enderezo su cuerpo.

—¡Hembra te llevare al río, para que te bañes!—recogió las pieles del suelo y volvió a envolverla.

Lalabel...—Frunció el ceño y le dijo: ¡Me llamo lalabel! — apuntándolo y tocando el pecho musculoso de Noir.—asintió con la cabeza y se transformó en una águila gigante. Con habilidad y confianza, Lalabel se subió a la espalda del águila, aferrándose con fuerza a sus poderosas plumas. En su otro brazo sostenía con cuidado un paquete de pieles. El águila, sintiendo el peso de su intrépida pasajera, comenzó a caminar con cuidado hacia la salida de la cueva, acercándose al borde de la cima, eligiendo sus pasos con precisión. Cada movimiento del ave resonaba en la mirada concentrada de Lalabel, quien ajustaba su posición para mantener el equilibrio. Los músculos del águila se contraían y se relajaban, transmitiendo la armonía de una simbiosis única entre la mujer y la bestia.

A medida que descendían por la ladera de la montaña, el viento silbaba a su alrededor, llevándose consigo risas de alegría y gritos de emoción de Lalabel. Sus cabellos ondeaban en el viento, liberados de cualquier atadura, mientras ella experimentaba la libertad de volar sin tener alas propias. Los ojos de la joven mujer brillaban con la intensidad de la aventura, saboreando la emoción del viaje en cada latido de su corazón.

Después de un tiempo el águila comenzó a descender hasta alcanzar el suelo, desplegando sus garras con precisión. Lalabel se mantuvo firme sobre su espalda, sintiendo la conexión entre ellos mientras el águila caminaba con cuidado hacia el río cercano.

El sonido del agua fluía como una melodía suave mientras el águila se detenía junto a la orilla. Lalabel, con ojos brillantes y una sonrisa de satisfacción, descendió con gracia de la espalda del majestuoso ave.

Ella se quedó allí, observando el río y el bosque que la rodeaban. La naturaleza la abrazaba con su belleza y misterio. —"Hasta ahora nunca había estado en lugar tan bonito".

—Lalabel, antes que te vayas a bañar, necesito tomarte las medidas de tu cuerpo para poder coserte la ropa.

—"¡kyaaaaa! grito mentalmente en su cabeza, no puede ser esto también me está pasando a mí", —¿Como piensas tomar mis medidas?—pregunto curiosa y ligeramente sonrojada.

—Necesito que te quite toda la ropa que llevas puesta y luego rodearte con mis brazos a la altura del pecho y la parte baja.

Al terminar de escucharlo, su cara estaba totalmente roja, —le dio la espalda por un momento a Noir y se abanicó con la mano para bajar su sonrojo, respiro y exhaló profundo para calmarse.

—"se ve bonita cuando se sonroja, están expresiva y agradecida", —¡te prometo que no te hare nada malo! — llevo su mano derecha al corazón, como significado que mantendría su promesa. —tranquila no hay nadie por los alrededores.

¡Confió en ti Noir!... —lo primero que hizo fue desabotonarse el jean y dejarlo caer al suelo, solo quedándose con la braguita, levanto un brazo y luego el otro brazo y se saco la franela y seguido se desabrocho el sujetador. Lalabel se sentía incomoda al estar desnuda en medio del bosque, "es la primera vez desde soy adulta, aunque cuando era niña no importa mucho". —Por ultimo se quito las medias y las zapatillas deportivas.

—Las pupilas de Noir se dilataron y los latidos de su corazón aumentaron loco, al ver a lalabel sin extraña ropa le pareció la mujer más hermosa del continente. —"debo emparejarme con ella, mi instinto, me decía que era el tipo de hembra que tanto había esperado". Noir se ubicó detrás de ella, pasos sus fuerte y fornidos brazos alrededor del pecho suave de ella, "que suaves son sus pechos, no son ni muy pequeños y ni muy grandes, mmm el tamaño ideal", se agacho.