Capitulo 52: Primer Nacimiento

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Capitulo 52:

Pov Liam

Lala pasaba la mayor parte del tiempo descansando encima de un nido improvisado con cojines y pieles, moviendo distraídamente un abanico que había hecho con las plumas de pavo real que le di. Era hermosa incluso en su cansancio, con ese brillo especial que sólo tienen quienes están al borde de un cambio irrevocable.

—¿Te sientes bien? —le pregunté, sentándome a su lado mientras seguía con su abanico.

—Sí, sólo... pensaba —respondió con una sonrisa cansada. La tensión en su voz era casi imperceptible, pero yo lo notaba. Estaba tan nerviosa como nosotros, aunque no lo demostrara.

El aire estaba cargado de humedad, y la lluvia seguía golpeando con suavidad el techo de la cabaña cuando de repente escuché un grito. Me giré y vi cómo Lala se llevaba las manos al vientre. Una mancha de líquido había empapado las pieles donde estaba sentada.

—¡¡ahhh voy dar a luz!! —grité, alertando a los demás.

Teru, Yang y Noir llegaron corriendo, cada uno con una expresión de preocupación y determinación. Me agaché junto a Lala para sostenerla mientras respiraba profundamente. Su cuerpo temblaba ligeramente, y aunque trataba de mantenerse fuerte, el dolor era evidente en su rostro. Noir se colocó detrás de ella para sostenerla y darle estabilidad mientras se ponía en cuclillas.

En cuestión de segundos, todos entramos en acción.

—¡Tarish, trae los brebajes! —grité mientras corría hacia Lala para ayudarla a recostarse de nuevo.

—Ya voy —respondió Tarish desde la cocina, sus pasos apresurados.

Teru llegó casi al instante, con una manta en los brazos y un cubo de agua caliente. Noir y Yang aparecieron en la puerta, empapados de lluvia, con expresiones graves pero serenas. Cada uno sabía exactamente qué debía hacer. No había tiempo para dudas.


Lala respiraba con dificultad, su cuerpo tensándose con cada nueva contracción. La habitación, que normalmente se sentía cálida y acogedora, se había transformado en una especie de santuario donde la vida y el dolor se entrelazaban. Me arrodillé a su lado, tomándole la mano con firmeza.

—Lala, estoy aquí. Vas a estar bien —le susurré, limpiando el sudor de su frente.

Ella apretó mi mano con fuerza. —No me sueltes, Liam...

Yang encendió más  antorchas, mientras Noir  sujetaba del otro lado a Lala para mantenerla lo más cómoda posible. 

Tarish regresó con una taza de té humeante.

—Bebe esto. Ayudará con las contracciones —dijo, acercando la taza a los labios de Lala.

Tarish le dio de beber el brebaje en un cuenco, tenia un color verde oscuro y fragante olor a hierbas, Lala bebía aunque su expresión facial daba a entender que tenia un sabor amargo.

Entre gritos de dolor y palabras de aliento, el tiempo pareció detenerse. Cada minuto era eterno, cada respiración era una batalla. Afuera, la lluvia continuaba, como un latido constante que marcaba el ritmo de lo que estaba sucediendo dentro de la cabaña.

Pasaron veinte minutos que parecieron una eternidad. Entonces, hizo un esfuerzo adicional, Lala dio un jadeo profundo, y el primer huevo salió. Era grande, (del tamaño de una taza de cerámica), blanco con manchas marrones. Teru lo sostuvo en sus manos, incapaz de apartar la vista de aquella pequeña maravilla.

—Lala ya salio el primer huevo... —murmuré, mientras  seguía apretando su mano.

Teru lo colocaba cuidadosamente en una cesta con pieles suaves.

El ultimo paraíso de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora