Capitulo 12
La primera luz del día apenas se filtraba entre las ramas del espeso bosque cuando Yang salió de la cabaña donde vivía en compañía de lalabel y Noir. El aire fresco de la mañana acariciaba su piel y su cabellera suave y voluminosa, despertándose de un profundo sueño. En sus ojos brillaba la determinación, y en sus labios se dibujaba una sonrisa ansiosa. De poner en práctica una idea que se le había ocurrido la noche anterior de regreso a la cabaña.
Salió aún adormilado y despeinado de la cabaña un guapo y robusto hombre, este era el primer compañero de lalabel. Ambos se dirigieron por los senderos del bosque a buscar el material para crear un regalo para lalabel. Desde que llegó a sus vidas esa hermosa hembra, sabían que su cuerpo estaba siempre limpio y su piel al tacto era muy suave y tersa.
La sorpresa estaba envuelta en la forma de una enorme piedra que Yang había descubierto en uno de sus viajes al corazón del bosque. Con esfuerzo y destreza, logró cargarla con ayuda de Noir. Con paso cuidadoso, Yang y Noir llevaron la monumental piedra hasta el patio de la cabaña. El sol empezaba a disipar las sombras, revelando la magnitud de la roca que ahora yacía en el suelo, imponente y llena de posibilidades.
La mente de Yang ya tenía un propósito claro: tallar esa piedra para crear algo especial para su amada Lalabel.
Sin perder tiempo, Yang se sentó junto a la piedra y, con sus garras que parecían más cincel que extremidades, comenzó a esculpir con precisión y delicadeza. Cada movimiento era un gesto de amor plasmado en la piedra, tallando contornos suaves y líneas elegantes.
Noir observaba atentamente, durante un tiempo, después decidió dejar solo a Yang, mientras él se encargaba de preparar la comida de lalabel.
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El sol del mediodía bañaba el pequeño patio de la cabaña con su luz cálida y brillante. Lalabel despertó lentamente, su sueño se disipaba mientras los sonidos del exterior comenzaban a filtrarse en su conciencia. El sonido constante del patio, similar al cincel de un escultor trabajando en una roca, la arrancó de la quietud del sueño.
Aún adormilada, Lalabel abrió los ojos con pereza y dejó que un bostezo escapara de sus labios. La habitación acogedora la envolvía con la calidez familiar de su cama de pieles y la madera rústica de la cabaña. Decidió levantarse y explorar la fuente de aquel ruido intrigante que la había despertado.
Cruzó el umbral de su habitación y se aventuró por el pasillo, pero su andar era un tanto inestable, como si aún estuviera atrapada entre el mundo de los sueños y la realidad.
Justo a mitad del pasillo, su cuerpo se tambaleó, desorientada por la transición del reposo a la vigilia.
En ese preciso instante, un par de brazos fuertes la rodearon con delicadeza, sostuvieron su cintura con firmeza. Sorprendida, Lalabel se encontró con los ojos de su macho, quien la miraba con una sonrisa pícara en el rostro. Sin decir una palabra, él depositó un beso suave en su cuello, y las sensaciones se entrelazaron en un delicado equilibrio entre la sorpresa y la intimidad.
—Buenos días, susurró él, su aliento cálido acariciando la piel de Lalabel. La combinación de la luz del sol filtrándose por la ventana y la ternura de aquel gesto creó un ambiente especial en la cabaña. Lalabel, todavía aturdida pero encantada, devolvió la sonrisa mientras se dejaba envolver por la dulzura del momento. — "Joder este hombre es demasiado sexy".
Lalabel se giró lentamente para enfocarse en Noir, sumergiéndose en la mirada profunda de sus ojos azules. Sus labios se encontraron en un beso que, al principio, fue dulce y tierno, como una melodía suave que danzaba en el aire.
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El ultimo paraíso de las bestias
Roman d'amourLalabel una Estudiante de 3 er año de veterinaria, sufre un accidente en la calle y después de la caída conoce a un misterioso anciano, la transfiere otro mundo de Fantasía donde los animales se transformar en humanos. Lalabel y sus esposos reco...