Capítulo 18: Mascota o quizás...

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Capítulo 18: Mascota o quizás...

Desde que encontré el intrigante rastro de esa mujer en el bosque, decidí seguirlo con la intensidad que solo un reptil como yo podía sentir. Mi instinto me impulsaba, guiándome a través de la espesura del bosque con sigilo y paciencia. El aroma de su presencia se filtraba entre las hojas y se volvía una melodía que me invitaba a seguir adelante.

Con cautela, me aventuré en la aldea donde residía esa hembra. Cada paso era una danza silenciosa entre sombras, esquivando miradas curiosas y evitando a los aldeanos que podrían descubrir mi presencia. El susurro del viento me advertía de posibles peligros, pero mi determinación no flaqueaba.

Después de superar algunos obstáculos, llegué al hogar de la hembra. Me deslicé por callejones estrechos y me arrastré entre los muros, manteniéndome invisible a los ojos de los demás. Al fin, alcancé la cálida seguridad del patio trasero de su hogar. Mi lengua bífida danzaba en el aire, recogiendo cada matiz del aroma que flotaba a mi alrededor.

En el rincón del patio, descubrí su arenero. El suave crujir de la arena bajo mi cuerpo no me detuvo; ansioso por conocer más sobre ella, me deslizaba en el lugar, dejando que la arena se adhiriera a mi piel escamosa. Aunque sabía que la suciedad se acumulaba en mi cuerpo, la necesidad de entender su esencia era más fuerte.

La esencia de la hembra impregnaba el aire del arenero, envolviéndome en su fragancia única. Cerré los ojos reptilianos, dejando que las emociones recorrieran mi ser. ¿Era curiosidad lo que me impulsaba? ¿O tal vez una conexión instintiva con esa presencia que me atraía de una manera inexplicable?

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pov lalabel

En un tranquilo día de verano, el sol se filtraba suavemente por la ventana de la habitación, un suspiro escapó de sus labios mientras se despertaba casi al mediodía, sumida en el cálido abrazo de su suave y cómoda cama de pieles. Al extender los brazos en un gesto de pereza, se levantó con la gracia de quien se siente en su propio reino.

Con pasos silenciosos, se encaminó hacia la puerta trasera de la cabaña. Al abrirla, una suave brisa acarició su rostro y despeinó ligeramente su cabello. Sus dedos se deslizaron hacia el collar que yacía en su cuello, y en un parpadeo, la figura humana se transformó en la elegante silueta de una pantera, ágil y majestuosa.

La pantera se deslizó con gracia hacia el patio trasero, su pelaje negro brillando con destellos bajo la luz del sol que se filtraba entre las hojas de los árboles. Siguió su instinto felino, moviéndose con agilidad en dirección a su arenero, un rincón apartado donde satisfacía sus necesidades fisiológicas.

Mientras se acercaba al lugar designado, sus sentidos felinos se agudizaron, alertando la presencia de algo inusual. A pocos pasos del arenero, sus ojos verdes se posaron en una serpiente pitón albina amarilla. La pitón zigzagueaba con una elegancia propia, deslizando su cuerpo con movimientos gráciles.

La pantera observó con curiosidad a la serpiente, notando cómo está sacaba la lengua bifurcada en dirección al arenero. Una tensión silenciosa se tejía en el aire, un encuentro entre dos criaturas depredadoras. La pantera, ahora alerta, evaluó la situación antes de decidir su siguiente movimiento.

En un instante, la pantera y la pitón albina amarilla compartieron un intercambio de miradas intensas.

La pitón albina amarilla con su lengua bifurcada, detectó el distintivo aroma de una pantera hembra que se deslizaba en ese espacio. Aunque la serpiente no se movió de su posición, sus ojos centelleaban con la alerta de un depredador. Se mantenía quieta, pero su atención estaba clavada en la pantera, evaluando la situación con cautela.

El ultimo paraíso de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora