Prologo : Desafortunado accidente

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Lalabel se encontraba caminando por la solitaria calle que conducía a su modesta casa, con la mente absorta en sus pensamientos. La tarde estaba envuelta en una tenue bruma que lentamente se apoderaba de la ciudad, sumiendo las calles en una atmósfera de misterio. Las luces de farolas comenzaban a parpadear, iluminando el camino que serpenteaba entre los viejos árboles y las antiguas casas de ladrillo.

Sin previo aviso, el destino decidió jugarle una cruel pasada a Lalabel. Tropezó con una desigual baldosa y, en un torpe intento por recuperar el equilibrio, cayó al suelo con un estruendo. La joven yacía en la acera, su chaqueta ligeramente rasgada y su mano izquierda sangrando levemente. Con el corazón latiendo con fuerza y el rostro arrebolado por la vergüenza, levantó la mirada al cielo en busca de una explicación. Pero lo que encontró fue algo que la dejó sin aliento.

Unas luces cegadoras inundaron su visión, y por un instante, Lalabel sintió que el suelo se desvanecía bajo ella. Gritos de sorpresa y asombro llenaron el aire mientras el mundo a su alrededor se retorcía y se desvanecía en un torbellino de colores.

Para su sorpresa, cuando finalmente logró enfocar su entorno, se encontraba en un espacio vacío y silencioso. Todo a su alrededor era un lienzo en blanco, sin edificios ni calles, solo una especie de niebla que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Su corazón latía con fuerza, y una sensación de desconcierto la invadió.

De repente, una voz resonó en la nada, rompiendo el silencio absoluto. "¡Felicidades!", dijo la voz con un tono misterioso, como si se deleitara con un secreto. Lalabel giró en círculos, buscando el origen de esa voz, pero no veía a nadie.

Unos segundos después, como si se hubiera materializado de la nada, un hombre apareció frente a ella. Era un hombre de edad avanzada, con una larga barba grisácea que caía en mechones desordenados y un cabello igualmente desaliñado. Vestía una túnica que parecía hecha de materiales naturales, y en su mano derecha sostenía un bastón de madera desgastada, que emanaba un aura de poder inexplicable.

El rostro del hombre estaba surcado de arrugas que contaban historias de un tiempo inmemorial. Sus ojos, profundos y sabios, observaban a Lalabel con una mezcla de seriedad y benevolencia. Una sonrisa enigmática se formó en sus labios, y sus ojos parecieron destellar con un conocimiento que trascendía la comprensión humana.

Lalabel no sabía si estaba soñando, en medio de una alucinación o si aquella experiencia era real. Pero una cosa era segura: había sido arrancada de su mundo cotidiano y se encontraba en un lugar inexplicable y mágico, frente a un hombre que emanaba una presencia extraordinaria.

El misterioso hombre con la barba grisácea la miró fijamente y, en un susurro, pronunció palabras que resonaron en lo más profundo de su ser: "Has sido seleccionada para reencarnar en un mundo diferente, Lalabel. ¿Estás lista para emprender este nuevo viaje?" Sus palabras llenaron el ambiente etéreo, ella se quedó suspendida en el tiempo, enfrentando una elección que cambiaría su vida para siempre.

El misterioso hombre con la barba grisácea la miró fijamente, sus ojos centelleando con un brillo que parecía provenir de un lugar más allá de la comprensión humana. Su mirada era intensa, como si pudiera ver a través de cada pensamiento y temor que albergaba Lalabel. El ambiente en el que se encontraban era etéreo, un espacio misterioso y sin tiempo, lleno de una luz suave y dorada que parecía emanar de ninguna parte en particular.

Lalabel, una joven con ojos curiosos y cabello oscuro, estaba decidida a obtener respuestas. Con valentía, interrumpió al anciano misterioso, cuya presencia parecía trascender la realidad misma.

"Tengo cuatro preguntas que hacer", declaró con una determinación que no se correspondía con su juventud.

El anciano se quedó en silencio, esperando con paciencia las preguntas de la joven mujer, como si hubiera previsto este momento desde el principio.

El ultimo paraíso de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora