Capitulo 20: Entrenamiento y cacería.

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Capítulo 20: Entrenamiento y cacería

—Noir tengo algo importante que decirte! - Lalabel acurrucada en los brazos de noir, - voy emparejarme con Teru.

—¿Lala estás segura quieres hacer lo tu segundo compañero a Teru?,— pregunta con dudas y cierto reproche en su tono de voz.

—Si,dale una oportunidad a Teru, solo necesita entrenamiento y una arma para defender, — el tono de voz de lalabel, era optimista y cariño cuando se refirió sobre Teru, —Además necesito un guia para el viaje que necesitamos ayer para la aldea de los pavo reales, tengo que hablar con el curandero Lao para investigar más sobre Alfas y Betas. — La voz de Lalabel está llena de compromiso y determinación para descubrir más información sobre esas hembras especiales.

Noir y Lalabel tomaron asiento en la cama de pieles, — Haremos ese viaje, como tu lo deseas mi lala. La aldea de los pavo reales se encuentra a cuatro días de camino de aquí, entonces comenzaré a cazar esta misma tarde. — Noir se pone de pie y acaricia el cabello de lalabel, atravesar el pasillo y dirigirse a la cocina, para preparar el almuerzo

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El sol brillaba con intensidad sobre nuestro pequeño patio trasero mientras me encontraba en la cocina, sumergida en la preparación del almuerzo. El aroma del asado de carne me envolvía, impregnando el aire con su tentador perfume, mientras exprimía jugosas naranjas para preparar un néctar fresco y revitalizante.

Mis manos trabajaban con destreza, entre los cuchillos afilados y los ingredientes frescos que había recogido con amor del huerto de la aldea. La ensalada cobraba vida bajo mis manos, una sinfonía de colores y texturas que celebraba la generosidad de la tierra. Cada hoja verde, cada tomate maduro, era un tributo a la abundancia que nos rodeaba, una bendición que no tomábamos por sentada.

Mientras mis manos se movían con destreza entre cuchillos, verduras y especias, podía escuchar el sonido de Lalabel y Teru entrenando en el patio. Sus pasos resonaban en el suelo, acompañados por el murmullo de sus conversaciones y el ocasional golpe de práctica.

Observé a través de la ventana de la cocina, viendo cómo Lalabel, se movía en una danza de gracia y fuerza. La admiraba desde la ventana, observando cómo su espíritu libre se fundía con la naturaleza, recordando la belleza efímera de cada instante compartido.

Y allí, a su lado, estaba Teru, su figura se erguía con determinación, practicando el arte de defensa. Cada movimiento era preciso y poderoso, un recordatorio de que la fuerza y la resistencia son parte esencial de nuestra existencia en este mundo salvaje.

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Mientras observo a Teru practicar los movimientos que le enseñé, mi mente se sumerge en un mar de recuerdos que parecen bailar al ritmo de sus pasos en el patio. Los movimientos fluidos y precisos de Teru me recuerdan tanto a mí misma cuando aprendí estos mismos movimientos de defensa personal junto a mi padre.

Cierro los ojos por un momento y puedo sentir la suave brisa acariciando mi rostro, transportándome de vuelta a aquellos días de mi infancia. Recuerdo la sensación del suelo bajo mis pies, la tensión en mis músculos, el latido rápido de mi corazón mientras me sumergía en el arte del combate, con la guía amorosa y sabia de mi padre a mi lado.

Cada lección era un tesoro que atesoraba en lo más profundo de mi ser. Recuerdo las risas compartidas, las horas interminables de práctica, el vínculo inquebrantable que se forjaba entre nosotros con cada movimiento compartido.

Miro a Teru con orgullo, admirando su determinación y su compromiso con el arte que estamos practicando juntos. En cada movimiento, veo un destello de su propia fuerza y ​​resiliencia, una promesa de que estará preparado para enfrentar cualquier desafío que la vida le depare en su camino.

El ultimo paraíso de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora