Dos semanas habían transcurrido desde el último encuentro de Lalabel con Tarish y Orus, la luna colgaba en el cielo como un testigo silencioso de la noche, y la aldea estaba sumida en un profundo sueño. Lalabel esperó pacientemente a la medianoche, cuando el velo de la oscuridad envolvía cada rincón.
Silenciosamente, Lalabel se deslizó por la ventana entreabierta y descendió al suelo con la gracia de un depredador nocturno. Las sombras de los caminos se convirtieron en su refugio, y la pantera se movió con destreza, su pelaje oscuro fundiéndose con la negrura de la noche.
El bosque la recibió con susurros de hojas y murmullos de criaturas nocturnas. Lalabel, ahora una pantera, observó los movimientos del caracal con atención. Su cola ondeaba con agilidad, sus músculos tensos, listos para la caza. Los ojos de la pantera brillaban con una mirada despiadada. Mientras se adentraba en el bosque, aprendiendo a utilizar los instintos salvajes.
A lo largo del río, la pantera se movía con gracia, las patas delicadamente posadas sobre la tierra húmeda. Lalabel experimentaba la libertad de la forma animal, su agudo sentido del olfato captando los rastros de pequeñas presas en la oscuridad. La expresión de Lalabel, ahora pantera, era una mezcla de concentración y asombro ante la experiencia adquirida.
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Por otra parte , Yang yacía despierto en su cabaña. Incapaz de conciliar el sueño, decidió buscar consuelo en el patio trasero. El frescor de la noche lo abrazó, pero algo más lo llamó.
Un aroma embriagador flotaba en el aire, seductor y misterioso. Yang, intrigado, siguió la esencia que lo seducía . se transformó en un lobo blanco, su pelaje brillando bajo la luz de la luna.
El lobo se deslizó por los caminos de la aldea con una elegancia propia de su forma animal, mientras el aroma dulce lo guiaba hacia la orilla del río. El misterioso rastro lo llevó hasta la presencia de la pantera hembra. Acompañada por los Tarshi y Orus, en un encuentro mágico entre depredadores nocturnos.
La pantera y el lobo se encontraron en la orilla del río, sus miradas entrelazándose en un reconocimiento mutuo. — "Espero que Yang no me reconozca"; Lalabel, con sus ojos intensos, transmitía una tranquilidad adquirida. La figura del lobo blanco, se aproximó con cautela a la pantera hembra. Sus orejas se erguían en atención, y su hocico se acercó con delicadeza al pelaje oscuro de la pantera. El aroma de la noche se entrelazan con las feromonas de la hembra.
Lalabel, en un gesto de aceptación, permitió que Yang olfateara su pelaje y por último su trasero. Sus músculos se relajaron, y sus ojos brillaron con una complicidad. Lalabel se movió hacia el lobo blanco y se frotó contra él, mezclando sus esencias en una danza.
Tarish, sintiendo el deseo de no quedarse al margen de la danza de cortejo, se acercó con gracia a la pantera y al lobo. Emitiendo un suave ronroneo, el caracal expresó su anhelo de participar en esta conexión. Su pelaje se erizó ligeramente mientras se aproximaba con una mezcla de curiosidad y determinación.
Lalabel, receptiva a las energías que fluían a su alrededor, permitió a Tarish acercarse. Sus movimientos eran elegantes, y sus ojos reflejaban la comprensión de que esta danza de cortejo era más que un simple intercambio de gestos animales. El caracal, con un ronroneo suave y melódico, se frotó contra el pelaje oscuro de la pantera.
La pantera, en su grandeza, permitía a sus dos pretendientes cortejarla, comprendiendo que esta conexión trascendía las expectativas de la realidad.
El búho, desde la rama cercana, observaba con ojos sabios, reconociendo la importancia de este encuentro. En su silencio, parecía guiarlos hacia una comprensión más profunda de sus propios lazos mágicos.
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El ultimo paraíso de las bestias
Roman d'amourLalabel una Estudiante de 3 er año de veterinaria, sufre un accidente en la calle y después de la caída conoce a un misterioso anciano, la transfiere otro mundo de Fantasía donde los animales se transformar en humanos. Lalabel y sus esposos reco...