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Estaba en mi apartamento, corrijo, en mi gran apartamento. Era demasiado grande para una sola persona, pero, era precioso. Todo estaba decorado a mí gusto, eso es cierto, llevo años viviendo en este apartamento. Es más, llevo años que me puedo permitir un apartamento como este y más. En soledad. En cierta medida está bien puesto que, tengo la libertad de hacer lo que me dé la gana, pero, no me ha caído del aire, llegó de una forma curiosa.

Todo empezó con diez años, cuando le dije a mi madre que quería ser actriz y ella, toda ilusa pensó que era un sueño tonto y, a pesar de ello, me apuntó a varios castings. Yo creo que lo hizo porque rozaba la pesadez, y en cambio a mi padre, no le hacía ni pizca de gracia. En uno, me dijeron que sí y el resto me dijeron que no era adecuada o vaya, que no era apta para ningún tipo de papel, que era increíblemente horrible. Empecé con un papel muy secundario en una de las cadenas más famosas de la época pero que, me llevó al estrellato. Todo muy irónico.

La gente que veía la serie, empezó a fijarse más en la chica del fondo, aquella de cabellos castaños y ondulados, con los ojos tirando a verde, pero de una tonalidad marrón. La que sonreía como el personaje requería, con soltura y desparpajo. Pedían más, querían ver más a aquella niña de diez años que se movía por el plató como si fuera suyo. Solía ser la bailarina de fondo, la que hacía los coros o el personaje secundario que veías a lo lejos y que apenas lograba tener más de diez frases y, aun así, querían más de Addison.

La cadena empezó a ponerme de protagonista en muchas series, con ello se sumaron las clases de canto intensivas junto a las de baile. Por no olvidar que, seguía yendo a clases y que no dejaba de tener diez años. Tuve que hacer la mitad de secundaria desde mi casa, con un profesor que venía a darme clases, haciendo así que mis "amistades" fueran actores del momento. Creo que realmente nunca tuve una amistad verdadera, la gente con la que me rodeaba era famosa por así decirlo, y, la que intentaba acercarse a mí no eran por los motivos pertinentes, eso me hizo desconfiar de absolutamente todo el mundo. La mayoría de fuera, pero, la gente que también era de mi mundo... querían algo de Addison no a la propia Addison. La fama, me golpeó tan duramente que no la vi venir, pero, el bolsillo de mi madre durante el tiempo que fui menor sí que lo vio venir desde un principio. Hasta que cumplí los veintiún años y tuve todo aquel dinero que me merecía, el que yo, me ganaba diariamente.

Tenía la fama de haber sido una de las actrices más jóvenes del momento y que, tiempo después empecé una carrera como cantante a la par que hacía series y películas, sobre todo esto último. Mis shows eran épicos decían los canales de televisión, mis looks marcaban tendencia y que todas las adolescentes querían llevar. Me convertí en un icono adolescente sin buscarlo, y eso, es una responsabilidad enorme. Había que andar con pies de plomo.

Con la aplicación de TikTok rondaba los 400.5M y en Instagram algo más de lo mismo, salir a la calle era un panorama puesto que se podían aglomerar bastantes personas a nuestro alrededor y eso que llevaba siempre seguridad a una distancia prudente. Varias veces, la persona que me acompañaba me instaba a moverme, pero yo, me debía a toda aquella gente, porque sin su apoyo yo no estaría donde estoy. Me podía pasar más de una hora en una calle firmando camisetas, brazos, libretas, haciéndome fotos e incluso me enseñaban tatuajes referentes a alguna canción mía, serie o película que hubiera protagonizado. Eso, me llenaba de orgullo.

A mi mánager le gustaba ver aquella faceta tan humana que yo tenía, la fama a veces me sobrepasaba, pero ver a mis fans tan entregados era algo que, con solo verlo, me entraba la morriña y quería ponerme a llorar. Veía las redes sociales, donde subían los selfies, vídeos, fotos, todo lo que tuviera relación conmigo y me emocionaba como el primer día que alguien me paró en la calle.

Todo eso, todo mi esfuerzo me llevó a este apartamento ubicado en el Upper West Side en Manhattan. A todo lujo, con un portero que tenía una lista de la gente que podía subir a mi apartamento y mucha vigilancia en la entrada. El listado de gente que podía acceder era bastante breve, no cualquiera podía subir.

TOUCHDOWN AL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora