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Los flashes, las cámaras apuntando a cualquier movimiento que hacíamos Chad y yo al salir de aquel restaurante, el cual, por un motivo u otro yo ya le estaba cogiendo manía. Adoraba la comida italiana, pero... bueno, es un tema distinto.

A la salida, había fans que sabían que este era el restaurante predilecto de Chad, por lo cual, tenían constancia de que me encontrarían allí. No lo dudé, me detuve a firmar autógrafos y hacerme fotos. Él no se quedó atrás, también se sumó a unos cuantos, no con tanta devoción como yo.

Me apremiaba para irnos, alegando que teníamos una fiesta a la que acudir, cuando le interesa sí quiere irse de fiesta... tenía huevos el asunto. Me despedí de la gente y me introduje dentro del coche, Ted estaba al volante con media sonrisa.

―¿De fiesta pequeña Addy? ―Decía con aquel tono dulce.

―Vamos a romper la tarima, Ted ―me reí.

―No lo dudo, es visible que allá donde vas dejas a todos boquiabiertos y rompiéndoles los esquemas ―reía Ted.

Chad no entendía por qué me llevaba tan bien con todos mis trabajadores, a él le gustaba separar los sentimientos del personal que trabajaba para él. Dice que, mezclar luego conlleva problemas, pero, no lo veo así. Son mi familia, de momento la única que me queda. Sarah es como mi hermana mayor, no solo me organiza la agenda y hace de alarma para que no me olvide nada, es la persona que me ha levantado del suelo cuando no quería volver a hacerlo. Y Ted, ha hecho de padre, me ha escuchado llorar en el coche en condiciones que mejor ni nombro. Ha venido a verme cuando he estado enferma y junto con Sarah me han preparado sopa para los resfriados. Ellos, han hecho la función que otros tenían como obligación.

―No creo estemos mucho rato, señor Ted ―comentaba Chad.

―Y tanto que sí ―renegué yo―. Hace tiempo que no salgo de fiesta con Sarah.

―Fuiste de fiesta hace dos semanas y te recuerdo que no acabó bien Add, de verdad, has de controlar el problema...

―Como vuelvas a llamarme alcohólica, sales por ese lado ―señalé la puerta a su izquierda―. No salgo cada fin de semana, pero, cuando lo hago me gusta hacerlo a lo grande Chad. No es ser alcohólica. Ted, ¿ves alcohol en mi casa?

―Solo Martini para Megan ―aportó.

―¿Algo más? ―Inquirí.

―Cerveza con el nombre de Sarah porque las tiene contadas, llega cansada de organizarte la existencia. Palabras textuales de ella, no mías, por supuesto ―seguía diciendo Ted, en su línea.

―Muy bien Add, ¿también he de recogerte el pelo cuando vomites de tanto alcohol? ―Decía Chad, con ironía.

Eran estos momentos los que hacían que replanteara el hecho de casarme con él. ¿Motivos? Unos cuantos, pero, chocábamos mucho en momentos como este y no sé cómo a seguir el asunto.

―Gracias Ted, no sé si podré llamarte yo, pero alguien lo hará ―le aseguré entre risas.

―Disfruta Addy, que eres joven y tienes toda la vida por delante. No te frenes y pásalo bien, la vida es una jovenzuela.

La mirada de Chad mataría a alguien, pero lo ignoré juntándome con Sarah, la cual me abrazó después de Megan. Ella siempre primero en todo, hasta para darme un abrazo.

―¿Va a entrar con ese traje? ―Señaló Megan a mi acompañante.

―Voy impoluto, Megan. Se llama tener clase ―rebatió Chad―. Vamos a un reservado, es hecho a medida y me queda como un guante, así que sí, voy a entrar con este traje.

TOUCHDOWN AL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora