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Fue una noche desastrosa, le arruiné el cumpleaños a Cole y aunque me cayera regular no merecía eso. La aparición de Megan y Chad me dejaron hundida, no puedo negar ese hecho. Corté lazos con Megan, porque mi salud mental no daba para más y era ya una situación crítica. Daba rabia intentar hacer las cosas bien y que la gente no te dejara.

La semana pasó tranquila después de aquello, todos optamos por apagar los móviles y cuando estuve de vuelta al apartamento había mil paparazis. Tuve que entrar como pude, mientras Sarah decía que por favor dejaran de hacer fotos y de intentar meterme el micrófono en la boca para responder. No escuché nada entre tanto barullo, de todas formas, al abrir el móvil ya obtuve las respuestas que no buscaba pero que, me acabaron encontrando.

―Ayer casi podrían haberte herido de gravedad con un micrófono, hablo en serio ―comentaba Sarah, iPad en mano.

―Estoy segura que tú me hubieras defendido ―dije haciendo alusión a la pelea con Megan.

―Por supuesto, soy tu ayudante de seguridad en funciones ―decía toda convencida.

Era casi la hora de la comida, si me asomaba por las grandes cortinas blancas que tapaban la cristalera seguía viendo la multitud de paparazis y reporteros en los alrededores. Con mi pijama de cuadros de color negro y estampado de Halloween en naranja, en la cual, la parte de arriba de este era una sudadera con capucha naranja del mismo estampado; las trenzas de raíz deshechas para estar cómoda por casa y desmaquillada, sonó el móvil. No lo tenía agregado, lo cual fue extraño.

―¿Sí? ―Dije al cogerlo, Sarah estaba organizando no sé qué del bolso de Doraemon.

―Addison, necesito que me abras la parte trasera. La de emergencia de tu edificio ―dijo una voz masculina, Cole.

―¿Qué? ―Salí de mi asombro―. ¿Cómo tienes mi número?

―Tengo un buen mejor amigo, pero no es el caso, necesito que me abras con urgencia, Addison ―decía nervioso.

Sarah vocalizó "¿quién es?" y yo dije "Cole". Su cara de asombro y de querer reírse eran simultaneas.

―Cole... ―Suspiré.

―Por favor, después de esto te deberé una si así te quedas más tranquila. Déjame entrar.

―De acuerdo, dame un par de minutos ―accedí.

Ella, me miró extrañada y aunque cierto es que Cole ya me vio en pijama aquella vez que me vio en pijama y sin maquillaje, me seguía dando vergüenza que viera esta parte de mí.

―¿En serio vas a abrirle? ―Seguía sorprendida.

―No puede entrar por delante, Sarah.

―Yaaaa pero es Cole ―hizo hincapié en el nombre.

―Y yo Addison, un placer ―dije poniéndome unas zapatillas, en este caso tocaban las peluditas en forma de fantasma.

Salí del apartamento con el móvil en el interior del bolsillo delantero de la sudadera, joder qué puta vergüenza. Bajé por las escaleras de emergencia, las cuales daban a una calle donde los coches no podían acceder. ¿Cómo habrá llegado hasta ahí sin que nadie lo viera? Tardé un rato en bajar las escaleras ya que mi apartamento estaba ubicado en una de las plantas más altas.

Abrí con fuerza la puerta con el mango rojo en horizontal y ahí estaba Cole. Con una bolsa de deporte, chándal, gafas de Sol (hoy estaba nublado) y una gorra con la visera hacía delante. Entró como si alguien le estuviera persiguiendo con un arma.

―¿Pero de dónde mierdas te has escapado? ―Inquirió sacándose las gafas de Sol y metiéndolas en la bolsa de deporte.

―¿Qué de dónde me he escapado yo? ―Bufé subiendo las escaleras―. Lo dice el que se cree que está en una película de acción, escapando del asesino.

TOUCHDOWN AL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora