Capítulo veintiséis.

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Lying man.

Scarlett.

-Gracias -asiento en agradecimiento hacia Jackson, el asistente del director de arquitectura.

Reviso por encima el folder que me entregó mientras me encamino a mi puesto. Son unos planos base para el primer gimnasio, tengo que reformarlos a mi manera.

-Tengo hambre, ¿quieres ir con nosotros a almorzar? -me sobresalto un poco cuando se me acerca Audrey por atrás junto a un chico menudo y castaño cuyo nombre no recuerdo.

-Anda, vamos -insiste el sin nombre.

Me la pienso un poco hasta que decido aceptar cuando caigo en cuenta que llevo algunas horas sin comer.

-Está bien, vamos -les digo y Audrey me sonríe aplaudiendo poquito.

Dejo los planos resguardados en un cajón bajo llave, tomo mi cartera y me dejo guiar por ellos.

-Primero buscaremos a Ela -dice Audrey-, ella avisó que almorzaría con nosotros.

-Debe estar ocupada, ya sabes cómo -el chico ríe pícaro codeándose con la castaña rojiza.

-Oh, sí. Acá entro nos, Ela es amiga del jefe -ella se dirije a mí, una vez ya dentro del elevador.

-¿Con Liam? -frunzo el ceño, preguntando.

-No, el de más arriba -me sonríe pero no le presto atención a lo que dice. No es de mi interés quién se coje con quién- Ahí debemos buscarla, está en el último piso.

-¿Demorarémos? -cuestiono, sin darle mente a aquello-. Muero de hambre.

-No te preocupes -ella sacude la cabeza.

Al cabo de unos pocos minutos llegamos a nuestro destino. Salimos del elevador y nos encaminamos por un extenso pasillo con secretarios hasta una oficina en concreto, la del CEO.

Frunzo el ceño un poco más a medida que vamos llegando.

Unos pasos antes de llegar a la puerta, se levanta de un escritorio y nos detiene una bonita mujer de cabellos negros y curvilínea que ya he visto antes, es la asistente de Azael.

-No pueden pasar, el señor se encuentra ocupado -nos hace saber con expresión seria, inexpresiva.

Ésto me huele mal, muy mal.

-Oh, venimos por una amiga -Audrey habla señalando las puertas de la oficina- Está allí dentro y nos dijo que la viniéramos a buscar para almorzar.

-Si, anda, déjanos llegar -pide el castaño-. Solo le haremos saber que la esperamos y ya, no creo que...

Sus palabras son interrumpidas cuando un sonoro gemido resuena detrás de las puertas. El sonido es acompañado con el choque de carnes.

«¿Pero qué mierda?».

-¡Oh Dios, Azael! -gime desesperada el nombre del puto demente.

Jódanme.

Maldito.

Maldito y estúpido hombre.

Me embriago con amargura, una amargura que me hace ver que en realidad le había dado un gramo de mi confianza a ese tipo.

Pero bueno, es hombre, ¿qué se espera de seres dominados por su propia polla?

Bufo, rodando los ojos.

-Vámonos ya, tengo hambre -hablo lo suficientemente alto para que mi voz se filtre por la puerta y se escuche dentro.

Me encamino devuelta al elevador sin esperarlos pero aún así noto que me siguen cuchicheando y riendo.

Scarlett's Desire [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora