Joaquín toco la puerta con la respiración totalmente agitada, al no recibir respuesta continuo tocando constantemente hasta que esta fue abierta por un Emilio que se notaba qué estaba llorando.
— Sabía que vendrías — murmuró el rizado entrando a su casa, siendo seguido.
— Déjame explicarte — suplicó el ojimiel, asutandose un poco cuando voltearon a verlo de mala manera.
— ¿Explicarme qué? ¿Cómo me usaste cuando tu tenias novio? ¿Cómo me ilusionaste? ¿O prefieres explicarme la razón por la que te acostarte conmigo? ¿O quizá me explicaras como te reíste mientras yo pensaba en un futuro contigo?, dime exactamente que me vas a explicar — dijo Emilio, alzando un poco la voz.
— No es como piensas — murmuró Joaquín.
— Dime si me equivoco. Llegaste al pueblo, te acostaste conmigo muchas veces, me hiciste pensar que habías regresado porque me amabas, te declare mi amor, te di todo de mi, incluso hable de un futuro contigo. Para enterarme que si hiciste una vida y solo me usaste como premio de consolación —comentó, aunque al no recibir respuesta continuo— ¿Acaso me equivoque en algo? —intrigó.
— Las cosas no fueron así, yo te amo — susurró el castaño, intentando tomarlo de la mano, pero de inmediato se alejaron.
— Yo no necesito que me mientas, se que no me amas, me lo dejaste muy claro en la mañana cuando jamás me lo dijiste de vuelta — comentó Emilio negando suavemente, simplemente no logra creerlo — Debiste reírte de lo iluso que fui, ¿te divertiste acaso reviendo tu amorío con el huérfano del pueblo? ¿O acaso no querías jugar como todos lo hacían, con el joven sin futuro?
— Sabes que jamás pensé eso de ti — murmuró el ojimiel llorando silenciosamente..
— Quizá no lo pensaste, pero me hiciste lo mismo que me hacía media escuela, burlarse de mi — reclamó Emilio, sintiéndose aun más traicionado— Pero ahora no soy un imbécil, tu ropa están en esas maletas, llevártelas y no regreses a mi vida nunca — pidió señalando las dos melestas cerca de la puerta.
— No hagas esto — suplicó Joaquín.
— Solo estoy haciendo lo que debí haber hecho desde que nos separamos hace cinco años... Sacarte de mi vida. No te preocupes toma la ropa que te compre como compensación por haberte causado tantos problemas con tu novio — murmuró antes de prácticamente correr al baño para encerrarse.
— ¡Emilio! Ábreme por favor — pidió Joaquín.
— Cierra la puerta cuando te largues — gritó, mientras intenta calmar el llanto qué se apoderó de él.
Joaquín se quedó unos momentos escuchando el llanto del rizado, sintiéndose aun peor por todo. Tomo las maletas y salió de la casa, subiendo a su auto para ahora si soltarse a llorar, lo había perdido de la peor forma.
El rizado se quedo en su baño un buen rato más, al menos hasta que su llanto se calmo, abrio un poco la puerta del baño para asegurarse que realmente se hayan ido, al ver que fue así, salió por completo.
Pensó en irse a acostar un rato a ver si de esa manera podía dejar de pensar en lo ocurrido, pero al parecer si mente no dejaba de hacerle recordar lo que vivió con Joaquín, los besos que compartieron, las risas mientras preparaban el desayuno y demás.
Harto de pensar en eso, salió de nuevo de la casa, subió a la camioneta sin ningún rumbo fijo, solo desea despejar su mente. Al menos así fue hasta que logró ver la florería y de inmediato se bajo a comprar tres ramos.
Subió de nuevo a su camioneta, para ir a su destino, al hacerlo bajo con una sonrisa nostálgica.
— Hola abuela, te traje esto, se que ha pasado algún tiempo, espero y te gusten las peonias — susurró Emilio, colocando las flores en el nicho— Te extraño demasiado, aunque a veces pensaras que era mi padre dabas buenos consejos... Consejos que necesito ahora —agregó bastante tristre.
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La Euforia De Enamorarse
FanfictionFoleskelt un pequeño pueblo que se volvió testigo de una historia de amor. Emilio se quedo en aquel pequeño pueblo, en espera a que regresara, tal como se lo prometio hace cinco años.