Trece

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Emilio tal como ya era costumbre se levanto muy temprano para trabajar en el taller, debía hacer algunos balances del taller y hacer pedido de las refacciones.

Este tiempo ha conciderado contratar a alguien que le ayude con las obligaciones del taller. Ya lo había pensado desde que "reinicio su romance" con Joaquín, si es que podía llamarle así. Pero ahora lo piensa más para tener un poco de tiempo libre y descansar más.

Pará cuando fue hora de que los empleados llegaron, bajo al taller para ver algunos pendientes y ayudar en caso de que sea necesario.

Obviamente no faltaron las burlas de parte de sus empleados, diciéndole ¿A que hora llega su novio jefe?, Debería invitarlo más seguido, cocina muy rico. Emilio no respondió ninguna vez, sabe que no tiene caso, simpre ha bromeado con sus empleados y ahora le toca aguantar las burlas.

Además no le veía caso negarlo, si no iban a creer y tenía razón en no creerle cualquiera que los vea diría que son novios. Si cuendo se escondían prácticamente toda la escuela sabía que algo traían ahora mucho más.

Al terminar el turno se despidió de sus empleados, para subir a casa, se dio un baño para colocarse su pijama, aun era temprano pero ya no pensaba salir así que se acostó en el sofá dispuesto a ver una serie.

Al menos así era hasta que escucho el timbre sonar, de inmediato se levanto para ver de quien se trataba, lo que no espero fue ver a Joaquín sonriendo ampliamente mientras carga varias bolsas del supermercado.

— Hola, ¿me dejas pasar? —intrigó el castaño con una sonrisa.

— Por supuesto, perdona las fachas pero no esperaba tu visita — murmuró Emilio cerrando la puerta tras dejar que pasara.

— Lamento no avisar, traje lo que ocupe de tu alacena ayer, pensé que si avisaba te negarías y es lo que menos quiero — dijo Joaquín dejando las bolsas sobre la mesa.

— Probablemente lo hubiera hecho — acepto el rizado — Ya que estas aquí, ¿quieres platicar un rato? Podríamos ver alguna película— agregó tras pensar mejor.

— Afortunadamente traje palomitas y algunos botanas —murmuró el castaño enseñandoo mencionado, siendo honesto había ido con la intención de que lo invitaran.

— No usaste eso de mi alacena ayer, pero lo dejaré pasar — dijo Emilio bastante resignado.

El ojimiel asintió, ya en confianza decidió hacer las palomitas en el microondas, mientras que el rizado buscaba una película. Para cuando las palomitas estuvieron listas, ambos se sentaron el sofá, a ver la película de acción que eligieron.

Ambos comían tranquilamente las palomitas y las demás botanas con tranquilidad, en ocasiones se volteaban a ver para sonreírse, en otras ocasiones hacían algún comentario de la película.

— ¿Te gustó? —intrigó el rizado una vez que terminaron de ver la película.

— Si, me gustó demasiado normalmente no veo ese tipo de películas pero me gustó —susurró Joaquín.

— Me alegro, tengo alfo de hambre ¿te parece pizza? —dijo con una sonrisa, poniéndose de pie para buscar su teléfono para marcar.

— Sí — respondió tras asimilar la pregunta, que el rizado tomara la iniciativa para pasar tiempo juntos, lo emociona.

— Mitad peperoni, mitad hawaiiana — murmuró Emilio con una sonrisa, así era como la pedían en sus días de camper.

Tras pedir la pizza, se volvieron a sentar en el sofá para continuar platicando en lo que esperan a que llegue.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora