Nueve

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Emilio soltó un suspiro armandose de valor para levantarse, no sin antes apagar sus alarma, comenzó a vestirse, notando que seguía oscuro, se dirigió a la cocina para prepararse un sandwich y un café.

Tomo su desayuno antes de colocar una chamarra, para bajar al taller, encendió las luces para ir a su oficina qué está al fondo.

Comenzó a leer algunos papeles importantes y a trabajar en su computadora, mientras desayuna tranquilamente.

Los últimos días después de lo ocurrido con Joaquín ha decidido enfocarse en el trabajo por completo, desde muy temprano hasta muy noche.

Aquella última platica lo llevo a darse cuenta que no había ninguna razón para insistir en tener algo, solo que ahora era tanto por lo que hizo, como por la situación del castaño. Ahora solo quiere terminar cualquier pendiente.

Pasando las ocho de la mañana fue que los empleados del taller comenzaron a llegar, saludándolo amablemente como cada mañana, bueno eso cuando iba a trabajar, ya que falto varios días por obvias razones.

Afortunadamente este día al igual que los anteriores, había demasiado trabajo. Tanto que Emilio debió ayudar, algo que en el fondo agradeció, si mantenía su mente ocupada, pensaba menos en lo ocurrió y eso era lo que más deseaba. Aunque siendo honesto no funcionaba por completo.

Pará cuando el taller dio por terminado su día laboral y que todos los empleados se fueran, Emilio estuvo completamente tentado a volverse a meter por completo en el trabajo hasta que la madrugada llegara.

Sin embargo decidió que era momento de enfrentar el último pendiente que le quedaba. Subió de nuevo a su casa, para darse un baño quitando todo el sudor del cuerpo, se coloco una sudadera y unos jeans, antes de salir, no sin antes tomar el folder con lo necesario.

Condujo directo al hotel tomándose un momento en la camioneta para armarse de valor, tras hacerlo entró, tocó suavemente la puerta aferrándose al folder en su mano. Espero unos segundos para ver al castaño abrir la puerta, mirándolo confundido, siendo honesto el tampoco imagino regresar pero debía hacer esto.

— Emilio, no esperaba verte —susurró Joaquín.

— Lo sé —dijo el rizado— ¿Me permites pasar?—agregó tras un silencio incómodo, señalando el interior de la habitación.

El ojimiel de inmediato asintió haciéndose a un lado para que pudieran pasar, cerrando la puerta después.

Emilio intento no ver más de lo necesario, tampoco desea parecer un chismoso, sin embargo no pudo evitar ver las maletas sobre la cama con mucha ropa al rededor, no estsba seguro si desempacaba o empacaba. De solo pensar la segunda su pecho dolió.

— ¿A que debo tú visita? Siendo honesto no pensé que volvieras a venir —murmuró el castaño, tras sentarse en el sofá frente al contrario.

— No estaría aquí de no ser necesario — confesó Emilio, mirando por unos segundos el folder en sus manos— Para que entiendas a lo que vengo es necesario contarte algo.

— Habla, si estas aquí debe ser importante — murmuró el castaño bastante serio.

— Una vez que nos despedimos, tú padre volvió pocos días después, con una carta de aceptación de la universidad del pueblo de alado, para estudiar mecánica. Consiguió una beca completa y un horario bastante cómodo para poder estudiar, trabajar y dedicarle tiempo a mi abuela —dijo Emilio, comenzando a contar su historia.

» Nos mantuvimos en contacto y venia al pueblo bastante seguido, tanto a verme a mi como a mi abuela, por supuesto también me hablaba de ti, así supe de cada uno de tus éxitos — agregó con una sonrisa nostálgica.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora