Veintisiete

76 13 22
                                    

Planear una boda en tres semanas resultó ser una verdadera odisea para la pareja. Con el reloj en su contra, se sumergieron en un torbellino de decisiones, proveedores y detalles que debían ajustarse a un tiempo ajustado.

La elección del lugar fue el primer desafío. Corrieron de un lado a otro, visitando locaciones en busca del sitio perfecto que pudiera albergar el día más importante de sus vidas. La lista de invitados fue otro rompecabezas, tratando de equilibrar familiares, amigos cercanos y colegas, sin olvidar a aquellos que llevaban tiempo esperando ser testigos de su amor.

Los trajes también se convirtieron en una tarea urgente. Mientras Joaquín buscaba un atuendo que reflejara su estilo y la ocasión, el rizado buscaba el traje ideal para la ocasión. Las pruebas se apilaron, y las decisiones sobre flores, decoración y catering se volvieron cruciales.

La logística de la ceremonia y la recepción ocupó gran parte de sus días y noches. Reservar fotógrafos, músicos y el oficiante se volvió una carrera contra el tiempo.

A medida que se acercaba la fecha límite para la boda, el estrés y la emoción se entrelazaban. Aunque la urgencia era palpable, la pareja se encontraron momentos de risas y complicidad en medio del caos. Se apoyaron mutuamente, recordándose constantemente que lo más importante era el amor que compartían.

Finalmente, el día de la boda llegó, y con él, una mezcla de alivio y nerviosismo.

Emilio fue el primero en llegar al lugar donde sería la fiesta. El camino central, decorado con telas, conduce a un altar decorado con enredaderas verdes y más flores blancas. En los laterales, sillas blancas alineadas con cintas sutiles ondean suavemente.

La zona de la recepción está adornada con mesas redondas cubiertas de manteles blancos y arreglos florales que siguen la misma paleta de colores.
Grandes arcos florales de rosas blancas y lirios enmarcan el área donde se realizará la ceremonia, proporcionando un trasfondo etéreo y romántico.

Ademas de una posta de baile con luces, qué se encenderá más tarde.

Todos los invitados ya se encontraban sentados en sus respectivos asientos, esperando a que la ceremonia comenzará. Una vez que el ministro se coloco en su lugar, tan solo unos segundos después, entro Emilio acompañado de Joy y la esposa de esté.

Emilio concidero el simplemente esperar en el altar al castaño, pero una vez que Joy y su esposa se ofrecieron, no se pudo negar, al final es lo más cercano que tiene a una familia.

El rizado, nervioso pero radiante, estaba impecable en su elegante traje oscuro. Llevaba un esmoquin perfectamente ajustado, resaltando su figura. El chaleco a juego y la corbata negra completaban su atuendo. Su nerviosismo se manifestaba en pequeños gestos mientras esperaba en el altar.

No tardo más que unos instantes en ver a Joaquín quien  caminaba hacia el altar con su madre a su lado. Llevaba un traje claro que resaltaba su elegancia y estilo único. El esmoquin blanco contrastaba con su cabello castaño y ojos mieles.  Cada paso reflejaba una confianza serena, a pesar de los nervios internos.

El corazón del rizado su corazón latía con fuerza al verlo tan increíblemente guapo. El traje blanco de Joaquín, elegido con esmero, realzaba su figura esbelta.  Sintió una oleada de emoción al ver lo acercarse, una combinación de amor y asombro ante la belleza de ese momento.

El ojimiel al cruzar la mirada con el rizsdo, notó el brillo en sus ojos y la sonrisa que iluminaba su rostro. Se sentía abrumado por la felicidad y el amor que irradiaba Emilio. El traje blanco se movía con gracia mientras caminaba hacia su futuro esposo. La conexión entre ellos era palpable, y la vestimenta se convirtió en un reflejo externo de la profunda conexión emocional que compartían.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora