Dos

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La puerta de la habitación fue tocada, de inmediato Emilio se puso de pie para colocarse una bata y asi poder abrir la puerta, encontrándose con servicio a la habitación, el tomó la comida lo que menos quiere es que vean semi desnudo al castaño, intento pagar pero le dijeron que se cargaba en automático en la cuenta de la habitación.

— Eres un tramposo, sabias que yo no iba a poder pagar la comida —reclamó el rizado colocando la comida en el buro de la habitación, acostandose de nuevo en la cama.

— No entiendo tu obsesión por pagar las cosas —murmuró Joaquín acomodando su cabeza en el pecho contrario, tambien rodeandolo con su pierna.

— Es que ahora puedo costear el invitarte y tu simplemente quieres pagar todo—admitió Emilio.

Joaquín solto un suspiro mientras negaba, por una parte entiende la actitud del rizado.

En su época de preparatoria Joaquín era el hijo de un gran músico, por lo que su familia estaba bien económicamente, por no decir muy bien. Mientras que Emilio debía trabajar para ayudar a su abuela con los gastos ya que esta solo tenia su pensión que no era demasiado.

Por lo que Joaquín siempre era el que pagaba, obviamente el rizado se negaba, pero al final no tenía opción a Joaquín jamas lo haces cambiar de opinión.

No lo mal entiendan a Joaquín nunca le importo el hecho de que el rizado no tuviera dinero al contrario para el lo hacia mas sincero. Es mas si hubiera podido se la hubiera pasado mas tiempo en aquel viejo camper, siendo solo ellos dos siendo felices.

— Jamás te menosprecie por eso, ni te reclame por eso, sabes que yo era feliz de compar algo y compartirlo contigo —murmuró el castaño, levantando su cabeza para poder verlo a los ojos.

— Eso lo se, solo quiero que notes la diferencia de estar con un adolescente a un hombre que puede darte muchas cosas entre ellas comprate las cosas que mereces económicamente y sentimentalmente —al decir lo último tomó de la cintura mas posesivamente al castaño, haciéndolo reír.

— Se que ya eres un hombre, pero no te empeñes en demostrarlo demasiado —pidió Joaquín dejando un corto beso, para sentarse en la cama— Ademas lo acabo de comprobar, asi que anda pasame mi comida que muero de hambre.

Emilio soltó una risa por el comentario, se sentó de igual manera en la cama, recargando su espalda en la cabecera de la cama, pasándole su comida al castaño, tomando la propia después, comenzando a comer.

— Creo que debimos ponernos al corriente antes de tener sexo —murmuró Joaquín comiendo un poco de su platillo.

— ¿Enserio le seguiremos diciendo sexo? Digo lo entiendo porque éramos unos adolescentes que se negaban a aceptar sus sentimientos por que no podían estar juntos, pero ¿ahora qué nos lo impide? —intrigó Emilio, sin embargo no recibió respuesta, así que tomo el rostro del castsño para que lo mirara a los ojos— ¿Acaso no me sigues amando? —preguntó, sintiéndose algo estúpido, por esperarlo por cinco años, en caso de que la respuesta fuera no.

— Por supuesto que te sigo amando, solo en este momento tengo mil cosas en mi cabeza —admitió el castaño, realmente sintiéndose mal por lo que le oculta al rizado.

Emilio asintió terminaron de comer en completo silencio, al terminar  de comer, se metió a dsrse un baño y después de el, Joaquín decidió también ir a darse una ducha, no sin antes prometer que se pondrían al corriente de lo ocurrido en estos años una vez que saliera.

Casi en cuanto el castaño se metió al baño, el teléfono de Emilio sono, este de inmediato se terminó de colocar el pantalón para contestar. Se sorprendió al ver de quien se trataba, "Roberto" el padre de Joaquín

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora