Catorce

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El día de ir a acampar había llegado, Joaquín fue el encargado de organizar todo lo que harían en esos dos días, también se encargo de comprar todas las cosas necesarias, entre ellas comida dulces y demás.

El castaño se levantó muy temprano para acomodar todo en el camper, para si poder pasar por el rizado a las siete de la mañana tal como acordaron, ya que el viaje es de casi dos horas.

Una vez que todo estuvo acomodado, subió al camper conduciendo directo al taller, al llegar no vio señales de Emilio así que bajo para tocar la puerta, esperando unos segundos antes de que fuera abierta.

— Hola, pasa ya casi estoy listo — murmuró Emilio con una sonrisa, regresando a la cocina de inmediato, para terminar los bocadillos qué está preparado.

— Hola, ¿qué es lo que haces? —intrigó al ver que metían los bocadillos a una gran lonchera qué al parecer ya traía más cosas.

— Prepare un poco de comida para el camino, hay sandwiches, algunos jugos, un poco de queso, se que amas comer queso con galletas, algo de fruta y ese tipo de cosas —dijo el rizado con una sonrisa emocionada mientras terminaba de empacar todo.

— Gracias — susurró el ojimiel, el que se tomará la molestia de pensar en sus galletas con queso se le hizo un lindo gesto—  Yo que pensaba desayunar una sopa instantánea —bromeó un poco aunque en realidad si compro varias sopas.

— Podemos dejar la sopa para después —murmuró con una sonrisa, le fue imposible no recordar cuando comían sopas instantáneas en el camper, después de ya saben.

— De acuerdo, es hora de irnos —dijo el castaño tomando la lonchera para que el contrario cargará su mochila.

Subieron al camper donde acomodaron la comida y las pertenencias, al terminar Joaquín miro al rizado, sin decir nada, pero esté sabía que quería.

— De acuerdo, yo manejo —aceptó Emilio, desde la preparatoria el manejaba el carro del castaño, ya que a esté no le gusta y él no tenía problema.

— Gracias —susurró con una gran sonrisa, sentándose en el asiento del copiloto.

Emilio negó mientras sonreía, no puede creer que aún no sepa decirle que no, después de tantos años. Sin más se sentó en el asiento del copiloto para comenzar con el trayecto.

— ¿Te costó demasiado tomarte estos dos días libres? —intrigó el castaño tras unos minutos en silencio.

— Fue más organizarme, debía dejar unas cosas listas, confío en la persona que deje encargado, el fue mi primer empleado en el taller —dijo manteniendo su mirada en el camino — Además en estos días tuve tiempo para capacitar a mi contador, me mericia un descanso.

— Sí te mereces un descanso, he visto que trabajas demasiado, espero y disfrutes estos días de vacaciones —murmuró Joaquín con una gran sonrisa.

— Así será —aceptó de inmediato.

Así continuo el trayecto, en algún punto de este, Emilio le dijo a Joaquín que podía comer lo que quiera de la lonchera, esté no lo dudo y comenzó a comer, aunque también le daba en la boca al rizado, ya que por obvias razones no podía comer.

Llegaron a su destino tras una hora cuarenta de camino, al estacionar el camper se dieron cuenta que no había nada más y siendo honestos eso les agrado aun más.

El lugar esta repleto de árboles, cerca de ahí esta un lago bastante grande y hermoso, el clima era ni cálido ni frío era un equilibrio muy bueno.

— Esta hermoso —admitió Joaquín, hace años no había venido a un lugar así, bueno desde que se despidió del rizado hace 5 años.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora