Dieciséis

76 16 20
                                    

— Muchas gracias por traerme, ¿quieres pasar a tomar un café? —dijo Joaquín con una sonrisa nerviosa.

— Pero solo un rato, debo regresar al taller — murmuró el rizado, cerrando el camper con llave.

Entraron a la casa, el ojimiel fue de inmediato a la cocina a preparar el café, siendo seguido por Emilio quien se sentó frente a la barra de la cocina.

Tras los múltiples besos que compartieron la noche anterior, obviamente sin ninguna doble intención. Esta mañana se levantaron muy temprano para regresar a Foleskelt, para su desgracia una llanta de poncho y la de refaccion esta un poco dañada.

Afortunadamente llegaron con bien pero Emilio pidió llevarse el camper a revisar al taller y el castaño no pudo negarse, así que lo llevaron a casa.

— ¿Qué tal esta tu madre? —intrigó el rizado, realmente no sabía que decir.

— Lo mejor que puede estar, sigue viviendo con su hermana, un día de estos vendrá a Foleskelt, quiere visitar a mi padre y ver la casa —murmuró Joaquín.

— Eso es muy bueno, de seguro se sentirá mejor de estar contigo —dijo.

— Eso espero, de hecho dude en venir por su salud, pero ella me convenció, quería que arreglara las cosas contigo — confesó el ojimiel, mirando como el contrario se sorprendía.

— ¿Tú madre quiere que estemos juntos? —preguntó, no lo mal entiendan la señora no le ha hecho nada, pero pensó que sería la última persona en querer que regresaran, ya que siempre quería "lo mejor para su hijo".

— Sí, vez que te conté que le dije lo que sentía por ti. Días después me pidió que luchará por mi felicidad e incluso me ha dicho que cuando seamos novios quiere que cenemos los tres ¿no es increíble? —intrigó el castaño con gran emoción, el apoyo de su madre es todo lo que necesita.

— Es genial, realmente genial — susurró Emilio aún sin poder creerlo.

El ojimiel asintió levantándose para servir el café, para volverse a sentar tras extender la taza al contrario.

— ¿Qué planes tienes más tarde? —intrigó el rizado, tras beber un poco de su café.

— Quede de comer con Danae y Valery, pero en la noche no tengo nada que hacer, ¿por qué? —intrigó Joaquín con gran emoción.

— Me alegro, estaba pensando si podríamos cenar juntos, una vez que termine de trabajar —murmuró Emilio.

— Me encantaría, podría llevar algo de comer de Boss, ¿qué te gustaría que llevara? —intrigó el ojimiel.

— Lo que decidas esta bien, te veo a las nueve, ya debo irme —susurró el rizado.

Joaquín asintió se levanto para salir afuera de la casa, donde se despidiria de Emilio.

— Te un lindo día —murmuró el ojimiel, antes de darle un corto beso en los labios.

Al menos esa era la intensión ya que Emilio lo tomó de la cintura profundizando más el beso, dejandolo sin aliento y las mejillas sonrojadas.

— Te veo a las nueve aquí en tu casa —agregó el rizado antes de retirarse.

Joaquín solo asintió torpemente, aquel beso le había sorprendido demasiado, no lo habían besado con tanta intensidad y eso le sorprendió demasiado.

Entro a la casa para cambiarse y avanzarle un poco a lo que le faltaba de la nueva canción, en lo que llegaba la hora de reunión.

Afortunadamente termino poco antes de la hora, así que sólo subió por un suéter para subirse a su automóvil, al entrar a Boss se encontró con las dos jóvenes sembradas en una mesa así que de inmediato se acercó a saludarlas con un beso en la mejilla.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora