Veinte

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Aquel beso se torno aun más intenso, sus lenguas jugueteaban ente si, mientras sus cuerpos comenzaban a calentarse. Moviendo sus manos sobre el cuerpo contrario acariciando, Emilio no dejaba de acariciar y apretar la cintura, cadera e incluso trasero del castaño, mientras que esté acariciaba el cuello e incluso tiraba suavemente del cabello de la nuca.

Se alejaron para recuperar un poco el aliento, pero eso no implicó que dejaran de acariciarse, ni que Joaquín aprovechará para besar suavemente el cuello y mandíbula del rizado, escuchando pequeños suspiros y jadeos de satisfacción.

— Quizá deberíamos entrar — murmuró Emilio entre jadeos.

— O podríamos recordar los viejos tiempos — susurró el castaño deteniendo los besos, pero sin quitar sus labios sobre el cuello del contrario.

— Me encantaría, pero aquí no tengo lo necesario — dijo el rizado, apretando el trasero de su "novio" se escucha bien decile así.

— Quizá si —comentó Joaquín, sacando del bolsillo de su pantalón varios sobres de lubricante y unos cuantos condones.

— Al parecer estabas esperando que sucediera esto —murmuró con una sonrisa cómplice.

— Digamos que fui muy precavido — dijo el castaño, con una sonrisa amplia.

Emilio decidió no hablar más, volvió a unir sus labios, escuchando un jadeo sorprendido, antes de que el beso fuera correspondido con la misma intensidad.

Pronto la ropa comenzó a estorbar por el calor que se acumulaba en el cuerpo. Se sentaron en el sofá, el castaño sobre las piernas de su novio. Lentamente  entre besos y jadeos se quitaron la camisa mutuamente, tomándose un momento para apreciar el cuerpo contrario y quizá también para acariciar.

Joaquín fue el que se alejo del beso para comenzar a desabrochar, el pantalón del rizado, quitándose un segundo de encima de esté para poder quitar el pantalón. Regresó a la posición anterior no sin antes también desacerse de su propio pantalón.

Volvieron a unir sus labios disfrutando de la calidez de estos, mientras continúan acariciando sus cuerpos semidesnudos, disfrutando de cada caricia y beso.

Emilio bajo sus manos aun más apretando el trasero del ojimiel, al escuchar un gemido decidió que era momento de llevar sus manos debajo de la tela del bóxer, acariciado la zona, incluyendo la entrada del mismo.

— Solo quitalo —pidió el castaño separando sus bocas, para hacer la petición.

El rizado acepto de inmediato, quito la tela del bóxer, vacío un sobre de lubricante en sus dedos, llevándolo a la entrada de su novio, empezando a prepararlo. Sintiendo como se aferraban por completo a sus hombros, soltando pequeños gemidos qué fueron aumentando a como iba agregando un dedo más.

— Creo que estoy listo —susurró el ojimiel con la voz agitada, soltando un jadeo cuando sacaron los dedos de su interior, sintiendo sus piernas débiles se levanto para que su novio se quitara la ropa interior y se colocará el condon.

El rizado ayudo al Joaquín a colocarse encima de él, vacío un poco o mejor dicho bastante más de lubricante, lo que menos quiere es lastimarlo. Guió su miembro a la entrada de esté, sintiendo como bajaba lentamente.

— Se siente bien — declaró el castaño al sentirse completamente lleno, tomándose un momento para acostumbrarse, antes de empezar a subir y bajar suavemente.

Emilio jadeo, manteniendo sus manos en la cintura del ojimiel para ayudarle con los movimientos, se inclino para unir sus labios en un beso desordenado, el cual fue correspondido.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora