Veintidós

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La mañana del viaje a la ciudad, Emilio y el ojimiel se prepararon para el día con una mezcla de nerviosismo y emoción. Después de desayunar en una acogedora cafetería del pueblo, donde se quedaron de ver, se dirigieron al auto de Emilio, que estaba lleno de las maletas.

— ¿Listo para la aventura? —preguntó el castaño, sonriendo mientras abría la puerta del auto.

— Totalmente. No puedo esperar para explorar la ciudad contigo. —respondió el rizado, ajustando el espejo retrovisor antes de arrancar el motor.

Durante el viaje, las risas y charlas llenaron el auto, creando un ambiente de gran felicidad. Hablaron sobre recuerdos compartidos, sueños futuros y todo lo que se interponía en su camino.

— ¿Recuerdas la primera vez que me invitaste a la ciudad? —preguntó Emilio, mirando de reojo a Joaquín.

— Claro, fue para visitar universidades y aun así estuviste dispuesto a acompañarme, al menos hasta que tu abuela se puso grave—respondió, con una sonrisa nostálgica.

— Lo sé, gracias por comprender — murmuró el rizado, con una gran sonrisa.

Tras un viaje de poco mas de dos horas por fin llegaron a la ciudad, a Emilio le fue imposible no sorprenderse con  lo lindo que era el lugar, además de los grandes edificios que había.

Llegaron al edificio donde vive el ojimiel, y el rizado quedó asombrado por la elegancia del lugar.

— Joaquín, esto es impresionante. —exclamó Emilio, mirando a su alrededor, esto no era un departamento sino un Penhouse.

— Me alegra que te guste. Bienvenido a nuestro hogar temporal en la ciudad. —dijo Joaquín, abrazándolo, para darle un beso.

— Me sorprende, pero no demasiado —admitió el rizado.

— No sé como tomar esas palabras —murmuró el ojimiel, jalando la maleta de Emilio hacia su habitación— Aquí dormiremos, espero te guste la vista —agregó señalando el gran ventanal frente a él.

—Es una hermosa vista — admitió el rizado, acercándose a su pareja para abrazarlo por detras— Quizá podríamos disfrutarla, mientras hacemos algo interesante —agregó besando suavemente la oreja del contrario.

— Eres un sucio — dijo Joaquín riendo divertido.

— Lo dices como si no te lo hubieras imaginado — agregó Emilio alejándose de su novio completamente sonrojado.

Se quedaron un rato más en el departamento a acomodar las cosas, hasta que llegó el momento de ir al estudio de música.  La atmósfera vibrante y creativa los envolvía mientras Joaquín se preparaba para grabar su nueva canción.

El rizado se quedo sentado en el sofá del lugar una vez que lo presentaron como su novio, obviamente esa presentación le hizo sonreir. Esta más que encantado de ver como trabaja y por supuesto canta.

Su voz es más que perfecta, le deleitaba en cada nota que cantaba, en especial aquellas que eran altas.

Así pasaron unas cuantas horas más hasta que Joaquín logró grabar la ultima nota.

— Felicidades Joaquín, esta todo listo — dijo el productor, dándole un corto abrazo, dejando que el resto del equipo lo abrazaran.

— Emilio, gracias por estar aquí. Tu apoyo significa el mundo para mí. —comentó Joaquín, abrazando a su novio, quien le correspondió.

— Estoy aquí porque quiero estar, Joaquín. Tu música es parte de nuestra historia y estoy emocionado de ser parte de este nuevo capítulo. —respondió el rizado, sonriendo con cariño.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora