Diecinueve

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Emilio esta terminando de revisar algunos papeles importantes, cuando escucho su teléfono sonar, de inmediato contesto, sin fijarse si conocía el número o no, a veces asi le marcaban sus clientes.

— Bueno, ¿quién habla? —intrigó.

— Soy Alan, lamento molestar pero quiero ver si te gustaría salir en la tarde en tomarnos alguna cerveza o simplemente a comer algo, para platicar —murmuró Alan, haciendo pequeñas pausas, las cuales confundió al rizado.

— Claro, el dia de hoy no tengo ningún plan, ¿te parece a las cinco? —dijo Emilio con una sonrisa.

— Me parece perfecto si quieres te veo en el restaurante junto a la lavandería, ahí venden alcohol y comida — comentó el joven.

— De acuerdo, nos vemos a esa hora — agregó antes de dar por terminada la llamada.

Siendo honesto le confundió la actitud de Alan, el normalmente no es de llamar para invitar, casi todas sus salidas eran de imprevisto cuando se encontraban, aun así decidió no pensar demasiado en eso y prefiero apurarse para salir a tiempo del taller.

Salio casi a las cuatro y media de la tarde, así que sólo le dio tiempo de darse un baño rápido y colocarse lo primero que encontró en su closet, lo cual era un pantalón y camisa negra, acompañada de unos tenis, para estar más cómodo, además ya era suficiente formalidad con la camisa.

Al llegar al lugar que le indicaron, se encontró no solamente con Alan, sino también con Jonathan, los saludo, para entrar y poder pedir algo para botanear mientras se toman un par de cervezas.

— ¿Y ese milagro que organizamos un plan? Siempre son de imprevisto — murmuró el rizado.

— Solo quería distraernos un rato, ¿verdad? —dijo Alan algo nervioso, buscando ayuda del contrario.

— Sí, hubo demasiado trabajo y queremos tomarnos un momento para platicar con los amigos — a completo Jonathan, con una sonrisa nerviosa.

Emilio no pregunto más, decidió disfrutar de la reunión con sus amigos, platicando cosas del trabajo e incluso personales. Obviamente le preguntaron sobre su situación con Joaquín, les dijo que estsban slsiendo oficialmente, pero aún no son novios, extrañamente los jóvenes se dedicaron una mirada que no supo como tomar.

— ¿Y que tal las cosas con Valery? —intrigó el rizado.

— Bien... Supongo —susurró Alan evitando levantar la mirada.

— ¿Cómo que supongo?, si ayer me dijiste que cenarian juntos y estsbas emocionado —comentó Jonathan.

— Es que todo iba bien, cenamos, platicamos y nos divertimos, pero al final de la noche me insinuó que quería que cenara con su padre y ella ahora que esté venga a la ciudad, entonces me negué y discutimos —confesó el joven.

— ¿Y cual es el problema de salir a cenar con su padre? —preguntó Emilio sin comprender el problema que había.

— Ese, cenar con su padre, vamos todos sabemos que su padre es prácticamente dueño de un tercio del pueblo y ni se diga en otras partes del país. Cenar con él lo haría demasiado formal y no quiero recibir amenazas de que cuidare a su princesa —murmuró el joven.

— Eres un imbécil —declaró Emilio sin más— Si no querías nada serio lo hubieras dicho desde un principio, no salgas con excusas tontas de que no quieres amenazas o que es rico —agregó.

— Tiene razón — dijo Jonathan al ver que Alan lo miraba, esperando que lo defendiera— Mira su padre tiene cara de matón, pero haría cualquier cosa por su princesa. Si no querías algo serio debiste ser honesto. Aprende de Emilio el no tuvo miedo que sus suegros fueran dueños de medio pueblo y hablo con honestidad, que no se admitieran su amor es otra cosa. —dijo.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora