Ocho

85 14 23
                                    

La vida de Emilio jamás fue como hubiera querido, desde que tiene memoria solo eran su padre, su abuela y él. Al menos así fue hasta que falleció su padre y solo se volvieron su abuela y él.

Forelsket al ser un pueblo pequeño, prácticamente todos se conocían, pero que se conocieran era diferente a tratarse.

Pará cuando el rizado entró a la preparatoria, ya contaba con cierta fama de "chico malo" bueno el que siempre se vistiera de negro y sus tatuajes a los dieciseis, no ayudaban. Siendo honesto no tenía muchos amigos, no tenía demasiado tiempo para pensar en eso.

Pará mediados del segundo año de preparatoria, fue cuando realmente se acercó a Joaquín, éste desde siempre fue conocido por su padre y aún así se volvió muy papular en la escuela por su talento.

Cada año la escuela organizaba un concurso de talentos y como era de esperarse todos esperaban que el ojimiel diera una gran presentación. Aunque para su desgracia su compañera de duetos y la encargada de tocar el piano se fracturó la mano.

Intento cambiar su acto a un solo, pero le fue imposible, así que recurrio a su padre para ver si conocía a alguien con el suficiente talento para aprenderse la canción en dos días.

Roberto siempre estuvo cerca de Emilio y conocía su talento para el piano, así que fue a buscarlo, primero como un favor, pero como se negaron decidió ofrecerlo como trabajo, al cual no se pudo negar para ayudar a su abuela.

El primer encuentro fue algo tenso, aun así el ensayo salio más que bien, para el segundo ensayo que era el mismo día de la presentación, la tensión bajo, Joaquín reconoció el gran talento del rizado quien agradeció, alguien que no lo juzgará.

La presentación fue un completo éxito, como era de esperarse ganaron el primer lugar, para celebrar hicieron una reunión en la casa de Roberto.

— Gracias por aceptar ayudarme, no se que hubiera hecho sin ti —susurró Joaquín acercándose a donde esta el rizado, alejado de todas las personas.

— No lo hice tanto por ti, recuerda que tu padre me pagó y ayudó con la cuenta del doctor de mi abuela — respondio de manera tosca.

— No debes ser tan brusco, se que te pagaron, pero aún así debo agradecerte, si necesitas algo con gusto puedo ayudarte — murmuró el castaño.

— No intentes hacer tu obra de caridad conmigo, estoy muy bien, solo vine por cortesía a tu padre, él siempre se ha portado muy bien conmigo — dijo Emilio.

— No te tengo lástima, ni mucho menos miedo, solo me gusta ser amable pero eso no te da derecho a tratarme mal — se quejó Joaquín bastante molesto, llendose lo más rápido posible.

De ahí no volvieron a hablarse en algunas semanas, al menos hasta que Emilio recibió la advertencia del director que tenia que mejorar sus notas en química o no podría seguir en la escuela.

Con su orgullo más que dolido no tuvo opción más que pedirle ayuda a la única persona con la que había mantenido una conversación que era bueno en química, Joaquín.

Al principio esté se negó, pero tras una disculpa y una breve explicación de parte del rizado donde le contaba como varias personas se habían acercado a él solo para usarlo, entonces lo entendió y acepto.

Las primeras sesiones de estudios, fueron en la casa de Joaquín, pero Roberto trabajaba ahi por lo que no podían concentrarse demasiado, así que Emilio propuso su camper, ya que su casa no era buena opción, su abuela comenzaba a perder la memoria y era algo complicado, afortunadamente lograba apagar una enfermera con algo de trabajo.

Siendo honesto pensó que el castaño saldría corriendo al ver el viejo camper pero fue todo lo contrario, quitándole por completo esa imagen de niño mimado que tenia.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora