Veintinueve

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La luz tenue de la mañana se filtra a través de las cortinas, pintando suavemente la habitación de la pareja. Emilio fue el primero en despertarse, disfrutando del calor que le da el cuerpo de su esposo, quien duerme plácidamente en sus brazos.

En el reloj miró qué pasa por unos minutos después de las siete, pensó en levantarse para preparar el desayuno dejando dormir al castaño, pero fue imposible levantarse sin despertarlo

— ¿A dónde vas? —intriga Joaquín aun adormilado.

— A preparar el desayuno tu duerme cariño — susurró dejando un beso en la frente del contrario,  iba a levantarse, pero lo tomaron del brazo impidiendolo.

— No vamos a hacerlo ambos, solo deja me pongo algo de ropa —dijo, levantándose para vestirse con algo de ropa.

Los dos bajaron silenciosamente a la cocina para comenzar a preparar el desayuno, aunque claro mientras esperan a que los mufins de frutos rojos estén, les es imposible no besarse.

Aunque aquel beso terminó en el castaño sentado en la barra de la cocina, con Emilio entre sus piernas, mientras que le acaricia la cintura por debajo de la playera.

— Me gustas mucho sabes —susurró el rizado dejando suaves besos en la mandíbula de su esposo.

— Lo sé, me lo demostraste anoche
—murmuró Joaquín con una gran sonrisa.

Emilio sonrió ampliamente, iba a unir de nuevo sus labios, cuando escucho ruidos, por lo que de inmediato fue a ver de quien se trataba, siendo seguido por su esposo, quien se bajo de la barra de la cocina.

Lo que menos esperaron fue a ver a Naomi y Noa bajando las escaleras tal como les habían enseñado, poniéndose de espaldas, quedando hincados en cada escalón, para bajar cada uno con seguridad.

De inmediato ambos se acercaron para ayudarlos, cargándolos en brazos, Emilio tomó a la pequeña, mientras que el castaño tomó al pequeño.

— ¿Qué hacen? Nosotros los hacíamos dormidos — murmuró Joaquín.

— Los fuimos a buscar y no estaban — contestó la pequeña.

— De acuerdo, el desayuno esta casi listo, mientras pude jugar un rato —dijo el castaño, mientras bajaban a ambos niños, quien fueron corriendo a jugar.

Mientras tanto, la pareja continua preparando todo lo del desayuno.

— ¡Papá! ¿Podemos ver caricaturas? —preguntó la niña, entrando a la cocina.

— Solo en lo que esta el desayuno — murmuró Emilio, viendo como su hija se retiraba más qué feliz.

Así es, hace tres años había llegado Naomi, una pequeña de en ese entonces dos años, se volvió un rayo de sol que iluminó cada rincón de su hogar. La adopción de Naomi no fue un camino fácil; hubo trámites, entrevistas, y el corazón de la pareja latiendo al ritmo de la incertidumbre. Sin embargo, superaron cada obstáculo con amor y determinación.

El principal problema de la adopción fue la carrera de Joaquín dudaba que este tuviera suficiente tiempo para cuidar a un niño, pero tras mucha insistencia y tramites lo lograron.

Naomi, es una niña vivaze y con mucha imaginación de cinco años, su cabello es rizado y negro. 

La llegada de Noa, el pequeño tesoro que adoptaron siendo un recién nacido, marcó otro capítulo emocionante en sus vidas. La decisión de adoptar a Noa no fue simple, implicó coraje y paciencia aunque no tanta como con la pequeña, ya que ya había un antecedente.

La Euforia De Enamorarse  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora