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Joaquín se adentra en su estudio en casa, rodeado por las suaves notas de música que flotan en el aire. La habitación está llena de instrumentos y equipos de grabación, creando un ambiente íntimo para la creación. Se sienta frente al piano, sus dedos danzan sobre las teclas con destreza, buscando la melodía perfecta que ha estado flotando en su mente.
Sin embargo, a medida que las horas avanzan, la inspiración parece esquivarlo. Se siente atrapado en un laberinto musical, buscando la salida que le conducirá a la armonía deseada. Mira fijamente la hoja en blanco, tratando de plasmar sus emociones en palabras, pero las ideas parecen dese parecen de inmediato.
El estrés comienza a apoderarse de él. Golpea suavemente las teclas del piano, como si intentara persuadir a las musas a aparecer. Las partituras arrugadas y las notas desechadas se acumulan a su alrededor, reflejo tangible de su frustración. El castaño suspira profundamente, cerrando los ojos en un intento de buscar la inspiración en su interior.
La presión de crear algo nuevo, algo que resuene en el corazón de quienes lo escuchen, lo abruma. Los acordes, que normalmente fluyen con naturalidad, parecen enredarse en un nudo intrincado. La tensión se refleja en su rostro, y sus dedos, una vez ágiles, ahora se sienten pesados sobre las teclas.
Finalmente, Joaquín se levanta y camina inquieto por la habitación. Las paredes del estudio, que solían ser testigos de su magia creativa, ahora parecen cerrarse a su alrededor. La melodía que busca está en alguna parte, pero simplemente no llega. Siente la necesidad de liberar esa música, pero la ansiedad bloquea su flujo creativo.
Vuelve a sentarse frente al piano, intenta por no sabe cuanta vez escribir la melodía, al ver que simplemente no podía avanzar, hizo bolita la hoja lanzandola al piso de la habitación.
— ¿Todo bien cariño? —intrigó Emilio, acercándose a su esposo, sentándose junto a él, abrazándolo un poco para intantar qué se calmara un poco, se le nota el estrés desde que entró.
— Sí —mintió Joaquín, haciendo un puchero.
— No me mientas tan descaradamente— pidió Emilio dejando un corto beso, en los labios contrarios— Sí no puedes escribir la canción, no te estreses demasiado, la inspiración llega cuando tiene que llegar.
— Es que tengo la letra en mi cabeza pero no se plantearla —se quejó el ojimiel más que frustrado.
— Entonces tomate un respiro y regresa más tarde así que vamos a comer que la comida que compre se enfría — pidió Emilio, levantándose para guiar a su esposo a la planta baja, específicamente la cocina.
La pareja se sentó a disfrutar de su hamburguesa con su malteada tranquilamente, mientras platican un poco.
— Pensé que llegarías más tarde del taller —murmuró el castaño.
— Sabia que no habías comido, así que me di un tiempo, sabes que no me gusta que comas a deshoras — dijo el rizado.
— Amo que me conozcas tanto, me moría de hambre y ni si quiera lo había notado —comentó Joaquín con una gran sonrisa.
— Eso se logra en un año cinco meses de matrimonio — dijo orgulloso.
El ojimiel sonrió ampliamente, no ouede creer que el tiempo pasó tan rápido.
Este último tiempo habían pasado tantas cosas, vivieron dos giras por parte de Joaquín, incluyendo muchísimas premiaciones, presentaciones y por supuesto varios discos.
Mientras que de parte de Emilio vivieron la apertura de más de diez talleres nuevos e incluso la colaboración para tener sus propias refacciones para automóviles.
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La Euforia De Enamorarse
FanfictionFoleskelt un pequeño pueblo que se volvió testigo de una historia de amor. Emilio se quedo en aquel pequeño pueblo, en espera a que regresara, tal como se lo prometio hace cinco años.