Capítulo 2.2

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Aquella noche, cercana la madrugada, Remus Lupin llegó a los cuarteles de la órden del fénix. Fue recibido cálidamente y no pudo evitar sorprenderse al ver a Erika entre la gente que lo recibió, asomada desde la baranda de la escalera.

— Profesor Lupin. -Saludó con una sonrisa la ojiazul.-

— ¡Frukke! Que agradable sorpresa.

Remus Lupin sabía cuando un mago era especial y apenas supo sobre Erika y su historia su intuición no falló. La chica era bastante buena en defensa contra las artes oscuras y en hechizos en general, además de que era agradable tenerla en clases puesto que no se negaba cada vez que le pedía algún tipo de demostración o le hacía alguna pregunta.

Pero lo que le hizo tener un ojo específico en ella fue en aquella clase donde enseñó la defensa contra los boggarts. Aquella clase donde la chica quedó petrificada un buen tiempo frente a, quien indudablemente reconoció, la figura de Nathaniel Frukke. Era más bien una silueta un tanto distorsionada que, en silencio, comenzaba a avanzar hacia ella como una especie de niebla oscura. Sabía que aquel hombre era un ser despreciable, era obvio el hecho de que había asesinado a su propia esposa, pero no sabía el impacto que tenía en la vida de su hija menor. Pero a pesar de haber estado en un estado de shock total logró levantar su varita y realizar el hechizo para después salir rápidamente del salón. Aquello era algo que Lupin valoraba bastante.

Por eso a la mañana siguiente, bastante temprano, una vez Erika bajó a desayunar fue recibida de forma amable por Lupin, Shacklebolt y Sirius quienes estaban comiendo en la mesa de la cocina. Se sintió un poco avergonzada al bajar con ropa simple cuando ellos estaban totalmente vestidos, ella había bajado con su camiseta sin mangas que usaba para dormir y unos pantalones holgados, no quería ensuciar su ropa linda si es que pensaban limpiar una casa.

— Oh...buenos días. -Saludó tímidamente a los adultos buscando con la vista a Danielle y Penny quienes no estaban en la habitación cuando despertó.-

— Buenos días, Frukke. Tu hermana y Penny salieron a buscar ingredientes para hacer Doxycida. -Explicó Remus con una sonrisa.- Las cortinas están llenas pero no lo suficiente como para llamarlo plaga por ahora.

— Apenas termine aquí iré a limpiar el salón antes de que lleguen los Weasley. -Dijo Sirius bebiendo de su café para luego mirar a Erika.- ¿Te gustaría ayudarme?

Erika asintió inmediatamente, no podía evitar sentirse un poco intimidada por Black. No por su pasado de ex convicto en Azkaban sino porque el hombre imponía bastante respeto con su apariencia.

La ojiazul se sentó luego de prepararse un café, era extraño comer en un lugar que no fuera su hogar o Hogwarts. Aquella casa estaba en unas condiciones inhabitables, le sorprendía que Dumbledore lo hubiera aceptado como cuartel general. Aunque si lo pensaba bien, nadie sospecharía de la casa inhabitada de los Black siendo que Sirius seguía prófugo y nadie más tendría acceso a esta.

Dejó de recibir cartas de sus amigos en su totalidad, sabía que no era simplemente porque no se encontraba en el edificio de su hermana sino porque sus amigos se habían rendido con contactarla. Y si lo pensaba bien era lo mejor, al fin y al cabo no quería tener contacto con otras personas porque no se sentía lista para afrontar gente cuando aún pensaba en el cuerpo inerte de Cedric frente a ella. El apoyo de sus amigos había sido genial, no podía negarlo, pero el tiempo que necesitaba a solas era necesario y esperaba que las personas que le escribieron lo entendieran.

Tonks llegó al comedor después de un rato lista para servirse un café, se ofreció a ayudar a limpiar el salón junto a Sirius y Erika inmediatamente apenas preguntó qué hacer aquella mañana. Lupin limpiaría los boggarts que encontró en unas habitaciones y Shacklebolt las limpiaría del polvo. Erika no podía evitar sentirse un poco extraña al estar rodeada de tantos adultos, no era aburrido, solo extraño.

Dark Red || Hermione Granger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora