Erika y Hermione no notaron en qué momento exacto se quedaron dormidas aquella noche, no fueron conscientes de sus posiciones hasta escuchar un carraspeo que hizo que abrieran sus ojos lentamente, despertando de, quizás, un dormir no muy cómodo pero sí agradable por parte de ambas.
Apenas Erika abrió sus ojos se topó con la imagen de Hermione levantando su cabeza adormecida, con sus ojos acostumbrándose a la luz y estirando su cuerpo levemente aún con su índice entrelazado con el suyo. Su corazón pegó casi diez mini saltos en un segundo, ahora que era consciente sobre sus sentimientos, sus emociones estaban desbordadas. Sintió como sus manos comenzaron a sudar a causa de los nervios y rápidamente alejó su mano para evitar avergonzarse con algo tan tonto como sudar por las manos, pero aquel movimiento hizo que Hermione despertara totalmente y también se diera cuenta de la situación en la que ambas estaban.
Se quedaron mirando por unos cuantos segundos en silencio, Hermione no podía creer que se había quedado dormida fuera de la sala común y Erika no podía creer que se dió cuenta que le gustaba Hermione cuando estaba cubierta de sangre y al borde de morir horas atrás.
— Por si no lo notan, no están solas, señoritas. -Una voz avejentada las sacó de sus pensamientos.-
La dueña de aquella voz era Minerva McGonagall, jefa de la casa Gryffindor, y a quien menos quería ver Hermione en esos momentos. La prefecta de la casa de los leones miró a la mujer totalmente en blanco, y levemente atemorizada enderezó su espalda y se puso de pie para comenzar a explicarse, estaba segura que la mujer estaba allí porque no había vuelto a su sala común durante la noche.
— Profesora McGonagall yo...
— Me alegra saber que está bien luego de no terminar su patrullaje y menos llegar a su sala común, señorita Granger. -Las palabras de la mujer provocaron que Hermione se encogiera un poco en su lugar y tragara saliva nerviosa.- No estoy molesta con usted y no se le quitarán puntos, pero le recomiendo comenzar a caminar hasta la sala común antes de que cambie de opinión.
Hermione asintió inmediatamente y volteó su cabeza para despedirse de Erika, cuando ambas juntaron sus miradas sus respiraciones se cortaron sin que se dieran cuenta.
— Tengo que...
— ¡Sí!, claro...Ve...-Le contestó un poco tensa y torpe mientras que con sus manos hizo unos movimientos extraños como incitando a que Hermione hiciera caso.-
— Yo...Luego...-Balbuceó Hermione, moviendo sus manos hacia las puertas de la enfermería y luego apuntar entre ella y Erika también de forma torpe debido a la incomodidad que repentinamente había nacido allí.-
— Ah, sí...Está bien...
Luego de asentir en silencio, mientras apretaba sus labios intentando llevar la incomodidad, la Gryffindor salió del lugar a pasos rápidos ignorando que su retirada era observada por la Hufflepuff quien la siguió con la mirada hasta que pasó el umbral de la puerta perdiéndose por completo. Hermione salió totalmente abrumada al no darse cuenta cómo una pequeña visita había terminado en algo...así entre ambas.
McGonagall mantuvo su mirada seria en Erika todo el tiempo, la Hufflepuff no pudo evitar asustarse un poco cuando volvió a mirar al frente y se topó con el rostro inexpresivo de la mujer.
— B-Buenos días. -La saludó con la voz tensa por la situación anterior.-
— Y vaya que buenos días son para usted, señorita Frukke. -Dijo McGonagall acercándose a la pequeña mesa a los pies de la camilla.- ¿Se siente bien?
— En excelentes condiciones, profesora. -Respondió inmediatamente ignorando el sonrojo en sus mejillas.-
— Pude verlo. -Por un momento la mirada de la mujer se dirigió hacia la silla donde Hermione había estado durmiendo.- Madam Pomfrey me comentó que ha dormido bien, quiero confiar en que contó la verdad.
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Dark Red || Hermione Granger.
FanfictionErika Frukke es una Hufflepuff que pasó totalmente desapercibida hasta su cuarto año donde en los eventos del mundial de Quidditch se vió metida en un problema junto al trío de oro peligrando que su secreto familiar fuese revelado. Todo cambia en su...