Capítulo 19.2

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En su rostro sintió como un aire frío y denso le hacía despertar, en un principio se veía borroso y estaba totalmente desorientada. El lugar donde se encontraba estaba oscuro, frío y solo. No podía mover su cabeza hacia ninguna dirección, pero la sensación era como si estuviera allí. Sus pasos resonaban con gracia, a paso lento y con una notoria intención.

Repentinamente su visión se tornó negra por unos segundos y cuando nuevamente logró tener visión su corazón pegó un salto al ver a un hombre en el piso totalmente aterrorizado pero sus ojos expresaban odio total hacia ella.

— No deberías estar aquí. -Gruñó el hombre mientras buscaba su varita con su mano sin dejar de mirarlo. Erika lo reconoció, había estado en más de una reunión de la órden del fénix.-

— Lo sé, ¿no lo hace más interesante? -Escuchó la voz de su padre con aquel tono presuntuoso.-

Apenas escuchó la voz de su padre tan cerca se asustó, intentó despertar, abrir sus ojos pero era imposible, se sentía como si estuviera amarrada y en cada intento la sensación apretara mucho más.

Tienes que ver esto. Escuchó la voz tosca de su padre, como si la regañara.

Ahora, ¿serías tan amable de mostrarme dónde está lo que busco? -Preguntó Nathaniel apuntando su varita como si estuviera jugando.-

El hombre seguía intentando buscar su varita en el piso pero esta vez de forma más desesperada lo que causó una risotada en Nathaniel. Su visión se fue entrecortando con cada paso que daba, casi como si fuera una película y le hubieran cortado algunas partes para que se viera más tétrico.

Llegó un punto en el que aquel hombre, Hopkins, según recordaba Erika, no pudo seguir moviéndose cuando chocó con una especie de estante donde habían bolas de cristal que brillaban sutilmente, algunas cayeron a su lado sin romperse pero rodando por el piso. Erika notó y sintió a su padre molestarse, vió como su varita lo apuntó y un silencioso rayo verde salió de la punta impactando a aquel hombre el cual ahora yacía en el piso sin vida.

Las ganas de despertar en ese instante eran desesperantes, no quería ver eso pero no podía apartar la mirada, estaba congelada y odiaba sentir la misma satisfacción que recorría por el cuerpo de su padre.

Nathaniel se agachó para mirar más de cerca al hombre, Hopkins yacía inerte con una expresión llena de furia que era opacada por el terror de saber que iba a morir a manos de él. Frukke chasqueó la lengua y con la punta de su varita comenzó a observar el rostro del hombre.

Entre esto o la serpiente te hice un favor. -Murmuró fingiendo tristeza para luego ponerse de pie lentamente.-

A lo lejos se escuchó un gritó, Nathaniel giró su cabeza y de forma inevitable se reflejó en las bolas de cristal frente a él. Al notar aquello comenzó a sonreír de forma cínica, esa sonrisa ladeada con la cual Erika estaba bastante familiarizada. Un parpadeo. Piso. Otro parpadeo. Ella.

El reflejo había cambiado totalmente, ya no estaba el rostro de un hombre de ojos filosos y verdes llenos de maldad con aquella sonrisa ladeada que lo caracterizaba. Ahora estaba una chica de cabello corto, ojos suaves y azules que mantenía aquella sonrisa ladeada. Sonrisa que, para su pesar, había sido heredada de él. Ahí cayó en cuenta de lo que todos hablaban.

Sí se parecían.

Erika Frukke era igual a su padre.

Sintió como si ganara el control de la situación, bajó su mirada y era ella quien tenía la varita y estaba frente al cadáver de Hopkins en el piso. Como si ella lo hubiera asesinado a sangre fría.

Dark Red || Hermione Granger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora