Capítulo 14.2

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La mansión Frukke era helada, un frío que te rodeaba apenas ponías un pie dentro y la gran puerta de entrada se cerraba a tus espaldas. No era un fresco por el hecho de que estaba adornada principalmente de cerámicas sino que por ser bastante grande y usualmente estar vacía, sin ningún tipo de calor humano dentro.

Era invierno, vacaciones de navidad, las primeras desde que Erika había ingresado a Hogwarts. Era su primera vez en casa luego de haber sido seleccionada en Hufflepuff, su primera vez en casa sin Danielle alrededor. La mayor estaba haciendo su entrenamiento de auror mientras compartía piso con Penny y sus padres, se había ido en silencio despidiéndose de Erika cuando el sol recién estaba saliendo y los pájaros comenzaban a cantar para anunciar el comienzo del nuevo día. La voz suave y quebrada de su hermana diciéndole que arreglaría todo y pronto estarían las dos juntas haciendo una promesa con sus dedos meñiques juntos.

No sabía por qué repentinamente estaba recordando aquello, se había ido a dormir y de la nada su mente decidía desbloquear aquella memoria. Un recuerdo para nada agradable, ¿así era cómo empezaban las pesadillas?

Escuchó la voz aguda y chillona de Feno recibiéndola, pero una voz más imponente y dura opacó el recibimiento amable y cálido del elfo. Un hombre alto, corpulento y de mirada seria la miraba desde las escaleras, con una mirada poco feliz, una mirada que mostraba decepción y no tenía que decirle absolutamente nada para que ella entendiera lo que sentía con respecto a todo lo que había estado sucediendo entre su familia los últimos meses.

— No entiendo cómo pudiste caer allí. -Resonó la voz de Nathaniel en toda la mansión provocando que la pequeña Erika se encogiera en su lugar mirando sus zapatos, avergonzada y un poco asustada.- No es donde perteneces, eres mejor que eso, yo lo sé. Yo sé que no es el lado correcto.

Con fuerza y miedo abrió sus ojos para toparse con el techo color amarillo de su habitación.

Lo que le sorprendía era el haber despertado tan tranquila de aquel recuerdo, aquel recuerdo que no hacía nada más que hacerle entender que todo era incierto para ella. ¿Dónde pertenecía? ¿De verdad estaba bien que estuviera en Hufflepuff?

¿Era mejor de lo que mostraba en la actualidad?

Estaba empezando a sentir frustración no solo con lo que estaba pasando sino consigo misma. Se sentó en su cama, estaba fresco y aún oscuro por lo que supuso que era de madrugada. Miró las camas de sus amigas donde dormían tranquilamente, Susan le tenía demasiada paciencia al igual que Hannah, a veces pensaba que no merecía la paciencia de sus amigas cuando se trataba sobre ella. Pero ellas dos merecían todo de Erika, lo que quisieran Erika Frukke era capaz de entregárselo sin pensarlo dos veces.

Intentó volver a dormir pero no podía, su mente estaba procesando pensamientos tan rápido que era imposible conciliar el sueño. Decidió levantarse y dirigirse al baño a darse una ducha en donde reflexionó bajo el agua tibia, quizás era el estrés de los TIMO sobre ella, o quizás el estrés de saber que su padre estaba en malos pasos y podía perjudicar a sus nuevos amigos. Nathaniel podía ser un peligro para Harry, bueno, no solo Harry sino que un peligro para todos los involucrados.

Un peligro para su propia familia.

La clase de pociones aquel día se sentía más apagada de lo acostumbrado, Snape hablaba y hablaba pero las palabras no le entraban en la mente por más que intentara entender. El poco descanso le estaba jugando en contra en el peor momento posible, se había quedado despierta luego de bañarse y se quedó leyendo un poco sobre astronomía para poder entender las cosas con las que se había atrasado por tomar la clase tarde. Lo único que veía su mente en aquel momento eran lunas, planetas y estrellas.

— ...y Frukke. -Escuchó la voz de Snape repentinamente.-

Erika levantó la cabeza para mirar al hombre quien la observaba con una ceja levantada para luego gruñir al notar que la Hufflepuff no le estaba prestando atención.

Dark Red || Hermione Granger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora