Finalmente su hora del castigo había llegado. Llegó hasta la oficina de Umbridge y golpeó suavemente la puerta esperando que le dieran el permiso de entrar, una vez la chillona voz de la mujer le permitió entrar abrió la puerta lentamente. Se topó con una oficina totalmente rosa, las paredes que alguna vez fueron grises y opacas ahora estaban rosas y brillantes decoradas con diferentes adornos de pequeños y lindos gatitos. La oficina tenía un olor demasiado dulce para el gusto común, olor al cual Erika lo comparó con el perfume que alguna vez había olido en alguna mujer de clase alta que visitaba a su padre en las reuniones. Dolores la recibió con una sonrisa actuada mientras dejaba una taza de té sobre su escritorio.
— Bienvenida, querida. -Le dijo con ese tono falso que le caracterizaba.- Toma asiento por favor.
Asintiendo en silencio se sentó donde la mujer le indicó, era una mesa color caoba donde había una hoja encima. Se sentó y miró a la mujer en espera de las instrucciones, no podía evitar sentir un poco más de ansiedad con los cientos de gatos que maullaban en silencio o el reloj con forma de gato que se movía cada segundo que pasaba. La mujer se puso de pie y le entregó una pluma un tanto convencional.
— Por favor, escríbame unas líneas. -Dijo cantarina.-
— No me ha dado tinta...-Murmuró confundida la menor escuchando la risita de Umbridge.-
— No la necesitarás querida. Por favor escribe "No seré irrespetuosa."
— ¿Cuántas veces?
Umbridge sonrió y tomó un reloj de arena volteándolo para que el tiempo comenzara a correr.
— Hasta que el tiempo lo indique.
Erika asintió en silencio y comenzó a escribir en la hoja lo pedido por la mujer. Pensaba que el castigo sería mucho más pesado, que sea solamente escribir no era tan terrible.
Segundos después notó que había sido ilusa. Cuando pasó a escribir la segunda repetición comenzó a sentir un ardor en su mano izquierda, cuando ya se sintió insoportable miró su mano y su aire se cortó. Ahí, en el dorso de su mano, estaba escrito exactamente lo mismo que había en aquel papel como si un cuchillo hubiera sido utilizado como lápiz comenzando a hacer sangrar su mano. Miró la pluma, luego el papel, su mano y finalmente a Umbridge quien la miraba desde su escritorio atenta y con una gran sonrisa. El agarre de la pluma se hizo más fuerte debido a la molestia que estaba sintiendo.
— ¿Sí? -Preguntó inocentemente.-
Erika apretó sus labios con fuerza y le dió una mirada totalmente pesada a aquella mujer, satisfecha y sintiéndose superior, Umbridge se puso de pie y se puso frente a la mesa mirándola desde arriba con una sonrisa al notar el silencio de la menor.
— Esto te hará entender que debes respetar a tus mayores...Erika Frukke. -Le dijo para volver a sentarse.-
Erika estuvo una hora casi escribiendo en aquel pergamino con el ardor y dolor en su mano contraria, podía sentir como pequeñas gotitas de sangre caían por su mano debido a la profundidad que la herida había generado por haber escrito tantas veces lo mismo. Apenas el último granito de arena cayó para indicar que el tiempo había terminado Umbridge le indicó que era libre de irse, por supuesto la Hufflepuff no lo pensó dos veces antes de tomar su bolso y salir de allí rápidamente ignorando a Harry quien venía llegando al salón para comenzar su castigo.
Caminó hasta el baño y miró su mano temblorosa gracias al dolor, la sangre se había secado un poco y el mensaje parecía cicatrizar, pero era tan profunda la herida que tomaría horas en cicatrizar por completo y estaba totalmente segura que con lo que le quedaba de castigo aquella cicatriz sería permanente.
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Dark Red || Hermione Granger.
FanfictionErika Frukke es una Hufflepuff que pasó totalmente desapercibida hasta su cuarto año donde en los eventos del mundial de Quidditch se vió metida en un problema junto al trío de oro peligrando que su secreto familiar fuese revelado. Todo cambia en su...