Prólogo

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Mamá se paseaba enfrente de mí, me sentía como una nena pequeña que rompió el jarrón favorito de sus padres. Las manos de mamá estaban en sus caderas, parecía una mujer seria pero no, una mujer seria no tendría sexo telefónico con su esposo.

-¡Ya estoy harta Savannah! -explotó- ¡Esta es la quinta vez que me llaman de la escuela por una de tus estúpidas travesuras! Aún me sorprende que una niña de 17 años pueda hacer un mecanismo tan elaborado...

Al menos ya se calmó.

-¡Cómo se te ocurrió pintar a tu director de amarillo!

Hablé demasiado pronto.

Me fue imposible reprimir la carcajada al recordar el rostro pintado del director Morgan.

¡Fue épico! Al igual que la cara de mi mamá en ese minuto, parecía de esos aterradores poodles que escupen espuma y ladran muy agudo. Esos son engendros del mismísimo Lucifer.

-¿Te causa risa?¿eh? Veamos que te causa esto.

Mamá me entregó un folleto que escondía tras su espalda.

Tiene que ser una maldita broma.

-Tu padre y yo lo decidimos hace un tiempo -comenzó a explicar- Estás a punto de cumplir dieciocho años, Savannah. Pronto serás mayor de edad y tendrás que tomar decisiones importantes en tú vida y ambos queremos que tomes las correctas. No las de una chica adicta a las bromas y la venganza.

En resumen, quieren hacerme una chica madura.

Gran error ¿acaso me veían cara de fruta?

-¿Esta es tu solución? -me aclaré la garganta- Laurent Élite Massachusetts, el mejor internado calificado en todo Estados Unidos. Nuestro objetivo como institución es formar a la nueva generación de jóvenes, elegantes, educados e inteligentes -imité el tedioso acento inglés refinado y antiguo- Mamá esto suena como una escuela para niñas mimadas.

-Corrección -levantó el dedo índice- Una escuela para chicos y chicas mimados.

Rodé los ojos -Si, pues suerte en llevarme a esa cosa -puse ambos pies sobre la mesa de centro y encendí la televisión.

Mamá la apagó -Está todo listo, Savannah. Tu equipaje, la matrícula, tu habitación y el boleto -me lanzó mi pasaporte.

-Oh no, ¡No no y no! No iré a ese maldito lugar -me crucé de brazos.

Ahí estaba. Con mi estúpida maleta. En el estúpido aeropuerto. Para ir al estúpido internado. Mamá lo había logrado nuevamente, claro que le hizo falta ayuda de papá y tres vecinos. Pero lo hizo. Estaba satisfecha con mi resistencia, a mi vecino no se le borraría tan fácil la marca de is dientes.

Odiaba el ruido de los aeropuertos por lo que me coloqué los audifonos u de inmediato comenzó a sonar Classic de MKTO. Registré mis maletas y abordé el avión. Me senté en el lado de la ventana, a pesar de que mi asiento era al pasillo.

Le tenía terror al pasillo. Cualquiera que haya visto Destino Final lo sabía.

-Disculpa -habló un chico de unos trece años, aproximadamente- Estás en mi asiento.

-Oh, tu pasaje debe estar mal -mentí.

-Claro que no -sacó su boleto- Ves, asiento J-34 y el tuyo el J-32

-¿Si te doy una galleta cierras la boca de una vez por todas? -apreté los dientes.

-Vete anciana, ese asiento es mío.

¿Anciana? De todos modos no tenía una galleta, já, ingenuo.

-¡Suélteme! -chillé al guardia de seguridad- ¡Suélteme suélteme suélteme suélteme suélteme suélteme suélteme suélteme suel...!

-¡Diablos cállate ya! -gritó el hombre bajándome- ¿Cómo tu familia te soporta?

-Sencillo -sonreí- Tapones para oído súper efectivos.

El hombre suspiró sonoramente, se veía amigable, medía cerca de dos metros, era moreno por no decir negro y era clavito. Tenía cara de Bob ó Martin.

No, definitivamente era Bob.

-¿Cómo se te ocurre querer lanzar a un pequeño de doce años por la puerta del avión? ¡En pleno vuelo!

-¡Él empezó todo! -me defendí tratanod de encontrar un argumento que no sonara tan patético como "un chico podía tener una premonición y mi inteligente cerebro moriría por culpa de ese niñato, entonces usted sería el culpable de mi muerte"

-Tú debes ser Savannah -dijo un hombre de traje.

-Depende... ¿Eres policía?

-No.

-¿Psicólogo de mi madre?

-No.

-¿Del manicomio?

-No.

-Si, yo soy Savannah

-Un gusto señorita Anderson, mi nombre es Mark y soy el chofer de Laurent Élite Massachu...

-El es Savannah -señalé a Bob.

[...]

Comenten que les pareció, y voten porque con cada lectora fantasma, un pingüino muere. Quizás les parezca algo cliché la idea del internado pero tenemos dos cosas cosas que decirles. Una, el cliché es inevitable. Dos, la historia la comenzamos cuando éramos muy nuevos en wattpad y no teníamos idea de como escribir.

Jamás pensamos que la historia llegaría a hacer tan conocida. Si no te gusta el cliché, está bien, todos tenemos diferentes opiniones pero nos gustaría que le dieras una oportunidad a la historia.

Oh por cierto, la nota está editada porque la anterior era tan dulzona y fetus. Jaja, recuerdos.

Asociación mofletes 2016.

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