39. Adiós Massachusetts, hola Nueva Jersey

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39. Adiós Massachusetts, hola Nueva Jersey

Mi papá, Newt, Travis y Lucas entraron a mi habitación para llevar el resto de mis cajas y equipaje. Les sonreí cuando entraron, me levanté de mi cama y dejé la laptop a un lado.

—¿Estás lista? —preguntó Travis

Asentí, guardé mi laptop en mi mochila y salí de la habitación junto con ellos. La universidad empezaba en un mes pero tenía que mudarme al estado de Nueva Jersey para instalarme. La buena noticia era que no estaría sola. Travis y Lucas también su mudaban conmigo, Lucas entraba a Princeton conmigo y Travis... el sólo estaría de vago por ahí.

—¿No te despedirás de ellos? —preguntó Lucas mientras pasábamos por fuera de la casa de los Thompson.

—No me gustan las despedidas.

—Ahora entiendo, por eso no te despediste cuando te fuiste a Boston —dijo Lucas

—De hecho, eso fue por falta de tiempo.

Siempre me comportaba como una llorona en las despedidas y sabía que si volvía a ver a Blake, me rompería y dejaría todo lo que he hecho para volver con él.

Llegamos al aeropuerto. Sé que la distancia entre Nueva Jersey y Massachusetts es de sólo de 436 kilómetros pero si hay algo que odio es viajar en autos, en especial si son más de dos horas, siempre termino vomitando.

Mientras nuestras maletas pasaban por la inspección, a lo lejos, vi a una persona desconocida pero al mismo tiempo, extrañamente familiar. Apenas él me vio, abrió sus ojos como platos y salió corriendo del lugar.

Era el guardia de seguridad del primer capitulo, digo, de mi primer viaje. El era Savannah Anderson. Ah, recuerdos.

—Savannah —dijeron los dos hermanos al mismo tiempo. Travis y Lucas siempre hacían eso, a veces era algo creepy.

—¿Por qué nosotros no hacemos eso? —preguntó Newt desilusionado— Somos patéticos, hermana.

Reí y miré a los hermanos. Ellos miraban con tristeza un punto del aeropuerto, seguí su mirada y me encontré con Blake sentado en una banca. Tenía un café en su mano y varios vasos vacios a su alrededor.

Algunos adolescentes ahogaban sus penas en alcohol. Blake lo hacía en cafeína.

—Deberías ir a hablar con el —murmuró Lucas

—Pero el vuelo...

—Tranquila, aún nos quedan quince minutos para abordar.

Sonreí pero no me moví de mi lugar. No sabía si ir a hablar con el. Nada bueno podía salir de eso. Pero me acerqué de todas maneras, con paso tímido y estúpido. Cuando estuve a metros de el, levantó la vista de su teléfono y pude ver el brillo en sus ojos.

—Aquí...

—Antes de que digas cualquier cosa, debes saber que acepté la beca en Princeton y me mudo a Nueva Jersey. Te amo Blake Thompson, pero amar no siempre es suficiente.

Su expresión cambió notablemente y pude jurar que sus ojos se volvieron vidriosos y sin vida.

—No importa, no importa Savannah. Me inscribiré en Princeton si es necesario —murmuró mientras dejaba el café en la banca y acercaba su rostro al mío.

Me alejé.

—¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres tomar una decisión apresurada sólo por un romance adolescente? Dios Blake, piensa con razón por una vez en tu vida. Madura de una vez...

—¡No quiero! —gritó llamando la atención del algunas personas— No quiero madurar maldita sea. No sé porque tú lo haz hecho ¿qué tiene de divertido madurar?

—No lo tiene Blake —dije con la voz quebrada— No es divertido pero es necesario. Todos deben hacerlo en algún momento y si no lo hacen, fracasan en su maldita vida ¿eso es lo que quieres? ¿eh?

—No me importaría fracasar si te tengo conmigo...

—Oh vamos, deja la cursilería de lado.

—No me importa ser cursi contigo Savannah. Pasé tres años de mi vida siendo un idiota con las chicas, siendo un maldito imbécil al que no le importaban los sentimientos de los demás.

—Blake para...

—Déjame. En esos tres años, no fui capaz de darme cuenta lo horrible que era que te ilusionaran. Porque eso es enamorarse, Savannah. Es ilusionarse y créeme que es lo más estúpido que puedes hacer. Pero lo hice. Pensé que después de todo lo que pasamos, podríamos ser felices. Que tendríamos una vida, juntos y tendríamos miles de hijos...

¿Este creía que era coneja?

—Lo siento.

—Cállate. Si lo sintieras de verdad, dejarías ese maldito avión, esa maldita beca y vivirías tu maldita vida conmigo, con este estúpido inmaduro que te ama como loco.

Solté unos sollozos. Esto en realidad dolía y si me dolía a mi, no quería ni siquiera imaginar como se sentía Blake. Sin embargo, seguía sintiendo que esta era la mejor decisión. A veces las mejores decisiones, dolían, pero el dolor siempre iba a ser temporal. La decisión que tomase sería permanentemente.

—Te dejaré ir —susurró y fue la primera vez que vi a Blake Thompson llorar— Te dejaré ir para que hagas tu jodida vida madura, para que te gradúes en esa puta universidad y para que de una vez por todas, seas feliz porque al parecer, conmigo nunca lo lograrás ¿o si?

Ya no eran sollozos, ahora era llanto y el llanto más estúpido que podías haber escuchado porque sonaba como un puerco aspirando mis lagrimas.

Blake secó una de sus lágrimas y sonrió —Sabes, lo más estúpido es que después de todo este enredo entre gemelos, lo único que logramos fue lastimarnos.

—Nunca fue mi intención hacerlo.

—Pero lo hiciste Savannah. No te culpo. Después de todo así es la adolescencia, por estúpido que suene. Pero es triste, que después de todo el cliché que hicimos, no tengamos nuestro final feliz.

—Lamento no ser lo que esperabas.

Blake volvió a reír —Eres lo que esperaba y mucho más Savannah. Yo sigo enamorado de ti y lo seguiré estando por mucho tiempo más, así tu me olvides por un universitario.

Negué y sin importar que el me rechazara, lo abracé. Me veía muy pequeña a su lado. Mi cabeza chocaba con su pecho y mis lágrimas se embarraban en su remera. Intentaba detenerlas pero no podía. Blake suspiró y puso una mano en mi cabello, lo acarició.

—Sabes que no lo hago para lastimarte.

—Lo sé —susurró

—Te amo.

Suspiró —Yo también te amo. Te amo, te amo, te amo, te amo...

—Si ella también te ama amigo pero necesitamos abordar el avión ahora—interrumpió Lucas pasando por nuestro lado y alejándose

—Quedan cinco minutos —susurré

—Cinco minutos son lo suficiente.

Y me besó, y lo besé y se sintió tal cual la primera vez que lo hizo.














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