Epílogo.
Cuatro años más tarde.
Saqué tres cajas de mi habitación para dejarlas en la sala. Miré todo mi apartamento y suspiré al recordar todas las cosas que había vivido en el. Pero ya no tenía nada que hacer ahí, la universidad ya había terminado y yo estaba graduada. Tenía mi título y eso significaba que podía volver a casa.
-¡Savannah! -gritó Travis desde su habitación.
Rodé los ojos y caminé hasta él. Entré y vi como el pequeño Thomas tenía a Travis en el suelo usandolo de caballo. Me reí y les tomé una foto. Luego tomé al pequeño en brazos y besé su mejilla.
Les explico. Cuando estaba en mi cuarto y último año de universidad, quedé embarazada. Todo ocurrió en la fiesta de cumpleaños de Alexander Thompson, esa noche olvidé todo lo que había pasado en los últimos cuatro años y sólo me dejé llevar.
Pero no, el niño no era de Alex, más bien, era de su hermano.
-Tu hijo es hijo del mismísimo Lucifer -murmuró Travis levantándose del suelo.
-Es mi hijo.
-Ya me entiendes.
Rodé los ojos y salí de la habitación para dejar a Thomas en el sofá mientras que yo terminaba de apilar las cajas para la mudanza. Extrañaba Massachussets, extrañaba Cambridge, extrañaba Boston e increíblemente, extrañaba aquel internado que me proporcionó los mejores amigos y las mejores aventuras que pude haber deseado.
Alguien tocó el timbre así que me levanté del suelo y me acerqué a abrir la puerta. En un principio creí que era Alex pues ya me había acostumbrado a ver su rostro la mayoría de los días. Pero no, Alex siempre estaba rasurado y este chico, tenía una ligera y adulta barba.
-Blake -murmuré asombrada.
No había visto a este chico en persona desde el cumpleaños de Alex, donde dejamos en claro que cualquier cosa entre nosotros era totalmente imposible. Yo terminaba mi último año universitario y el comenzaba su gira por Europa.
-Hola -me saludó con un beso en la mejilla y luego me abrazó, yo también lo abracé, lo había extrañado.
-¿Qué haces aquí? -pregunté asombrada.
El se rascó su nuca y sonreí, el aún hacía eso cuando estaba nervioso -Bueno, me enteré de que terminaste la universidad, felicidades graduada.
-Gracias.
Blake soltó un gruñido y se acercó a mi hasta el punto de que nuestros cuerpos chocaran -Eso quiere decir, que oficialmente, eres una chica mudara -murmuró mirando mis labios- Pero eso también significa, que ya no hay nada que me impida confesarte cuanto te amo y llevarte conmigo, Savannah.
¿Alguien que me salve de esta? ¿NO? Traidores.
-Blake...
-Mami -me llamó Thomas desde el sofá.
Un nuevo dato, Blake jamás supo de Thomas y tampoco tenía la intención de contárselo. No podía ser tan egoísta, él estaba comenzando su carrera, un hijo era lo que menos necesitaba.
-¿Quién es? -preguntó Blake separandose de mi.
Tu hijo, pensé.
-Mi hijo -respondí.
-Ah, bueno, Alex no comentó nada de eso -rascó su nuca- Bueno, es bastante lindo, se parece a ti.
Y era cierto. Thomas era una copia perfecta mía y también tenía algo de mi hermano. Era rubio, de ojitos verdes y de tez pálida. Además, tenía mi carácter. Travis no estaba tan equivocado. Miré a Blake, el sólo miraba a Thomas con tristeza en sus ojos.
-Te felicito -murmuró- Es un niño precioso.
-¿Quieres pasar?
Negó -No, creo que estás algo ocupada.
-Blake yo no...
-Déjalo así, pero Dios, me veo patetico aquí pidiendo oportunidades -se golpeó en la frente- Tú ya tienes tu vida armada, tienes un hijo, una carrera y supongo que también un novio.
-De hecho yo...
-Pero sabes... -DÉJAME HABLAR PEDAZO DE IDIOTA- Una vez te imaginé así, madura, hermosa, con la vida que siempre quisiste. La única diferencia es que pensé que en esos planes, yo estaría incluído -besó mi mejilla- Ten una buena vida, Avani.
Y se fue, lo había dejado ir otra vez.
Imbécil.
Oh tú cállate, ya estoy muy vieja para tener conciencia.
Jamás te liberarás de mi, porque sigues siendo la misma inmadura de siempre, Savannah.
Y tenía razón. Yo no había cambiado. Seguía siendo la chica del internado. La que dejó calva a su compañera. La que le lanzó condones con pintura a sus maestros. Vomitó en los zapatos del chico que le gustaba. La que fue a un club con pantuflas de conejo. La que bañó a un chico en merengue. La que enevenó el agua de internado con liquidos extraños.
Esa era yo.
-¡Travis!-lo llamé mientras me colocaba zapatos- ¡Necesito que cuides a Thomas por unos minutos!
-¿QUÉ?
-Sólo serán unos minutos -dije saliendo del departamento.
Las posibilidades de que Blake aún estuviera ahí eran tan nulas que asustaba. Pero de todas maneras, bajé corriendo las escaleras de incendio hasta la calle. Miré hacia todos lados y no había señal de el, quizás era demasiado tarde.
-Savannah.
O quizás, era justo a tiempo.
Me volteé y ahí estaba el chico que apareció en mi bañera aquella mañana. Sonreí cuando lo vi acercarse a mi a paso torpe. Entonces, corrí acortando los metros y centímetros entre nosotros. En ningún momento Blake dejó de corresponderme. Porque él me amaba y fui tan estúpida que nunca me di cuenta de que eso era suficiente.
-¿Tú eres Savannah Anderson? -preguntó.
-No, soy Obama chico, soy Obama -repetí lo que le había dicho la primera vez que nos vimos- ¡Quien más voy a ser idiota!
-Una mujer muy guapa -elevó ambas cejas.
-Dicelo a quien le interese guapo.
-¿Me has llamado guapo? -preguntó siguiendo el juego- Auch, muñeca creo que me has roto el corazón. Quien diría que después de todo este escándalo entre gemelos, rubios estúpidos, madurez, universidades, terminaríamos así, besándonos en medio de la calle.
-¡SALGAN DE AHÍ ESTÚPIDOS, ESTÁN HACIENDO TRÁFICO!
Le mostré mi dedo corazón al taxista y Blake rió.
-Que clase, bebé.
-¿Perdón? Estás hablando con una graduada de Laurent Elité Massachusetts, perra, más respeto.
Y lo volví a besar ignorando todos los quejidos de los automovilistas detrás de nosotros porque poco me importaban. Porque tenía todo lo que necesitaba. Porque tenía un hijo precioso. Tenía unos amigos estupendos, tenía dos hermanos geniales, tenía unos padres...
Tenía padres.
Y sobre todo, tenía alguien que me amaba y yo lo amaba a él.
¿Madurez? No nena, yo no soy una fruta.
Entonces, mi nombre es Savannah Anderson, Princeton, Nueva Jersey. Veintitrés años. Una chica que estuvo dispuesta a desafiar todas las reglas de la vida con tal de vivirla al maximo.
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Twins©
Teen FictionSavannah es un caso perdido para sus padres, maestros y todos sus niñeros. Por esa razón, sus padres decidieron enviarla al internado con mejor seguridad y más estricto del estado. Laurent Élite Massachusetts. Modales, etiqueta y un montón de niñas...